La originalidad de los autores «súrdicos» en la literatura negra, término acuñado por estas latitudes en respuesta a los nórdicos, y la lucha contra el azar que suele imponerse sobre los hacedores del crimen y sus investigadores, tanto en la crónica como en la ficción, serán los ejes del festival Buenos Aires Negra (BAN!), que del 5 al 8 de noviembre tomará al Centro Cultural Recoleta.
La asimilación del relato audiovisual en la escritura policial y el reconocimiento creciente de escritoras entre sus referentes son otras cuestiones en las que se centrará el 7.° BAN!, que abrirá sus puertas el martes 5 de noviembre, a las 16, en el edificio de Junín 1930, con un homenaje a Roberto Fontanarrosa, del que participarán su viuda, Gabriela Mahy, y su editor en De la Flor y amigo Daniel Divinsky, quien invitó a valorar su obra «no como policial en sentido propio, sino como parodia».
Ocurre que «el humor es una forma de entender la realidad, la sociedad en la que vivimos y la causa de ser como somos -dice a Télam el director del BAN!, Ernesto Mallo-, y Fontanarrosa fue un maestro de la ironía, la paradoja y el absurdo, de eso que nos hace reír por no llorar, y ese es su tributo, haber aportado generosamente al género un peculiar sentido del humor».
Durante cuatro días, más de 40 autores, investigadores y excriminales debatirán sobre los vínculos que unen a literatura y criminalidad: Enzo Maqueira y Elsa Osorio son algunos de los invitados al festival que desde su primera edición en 2011 se sumó al circuito más destacado del género policial a nivel mundial, junto al Mord & Hellweg de Alemania o el Polars du Sud de Francia.
Ricardo Ragendrofer, por ejemplo, autor de algunos de los libros mas icónicos de la investigación periodística como «Maldita policía», participará de una charla que promete un paseo por la impunidad.
- Ricardo Ragendrofer
«Una creencia seguramente acuñada por la novela policial inglesa asegura que todo crimen debe incluir su respectivo misterio y su respectivo esclarecimiento -explica-, una premisa que, en mayor o menor medida, suele ser aplicada a los hechos sangrientos de la vida real que, sin embargo, muchas veces suelen articular misterios sin su correspondiente esclarecimiento muchas».
¿Eso indica, acaso, que estamos frente a un crimen perfecto?, pregunta Ragendorfer: «No -se responde a sí mismo-. Estamos hablando de impunidad, de errores en la producción de un crimen y su investigación. Siempre me pregunto si la literatura imita a la vida o si es al revés y no lo sé, lo que sí sé es que cuando uno escribe ficción el truco consiste en hacer creer que es verdad y que cuando escribís crónica, el truco es que parezcan una novela».
«No sé cuáles son los desafíos que enfrenta la crónica hoy, tal vez la mediocridad de algunos cronistas, pero sí sé cuáles son los desafíos de mi trabajo -agrega-: estar a la altura de los hechos que debo relatar, a la altura de sus detalles, de sus pequeños disparadores, de sus escenas imperceptibles, de algunos diálogos y de la tenue estructura de chiste que siempre revolotea sobre las tragedias humanas».
El escenario de la literatura negra hoy, acaso más acusadamente que en otros momentos, «muestra la originalidad de la producción de nuestras latitudes -señala Juan Sasturain, que este año hablará en el BAN! sobre crimen y fútbol-. Nosotros chicaneramente sostenemos que existe, un poco en contraposición a los autores nórdicos, lo que llamamos autores súrdicos, con ‘s’ y con todas las resonancias que eso significa, que tienen que ver, sobre todo, con la forma de representación de los personajes que encarnan el orden y la justicia».
«En nuestras historias, y ahí incluyo a modernos y veteranos, la posibilidad de acceso a la Justicia y de encontrar elementos positivos dentro de las estructuras encargadas de develar misterios se hace muy complicada. Nuestra relación con el poder y la policía es diferente, nuestros protagonistas casi nunca, o nunca, tienen que ver con la institución», asegura Sasturain.
Y en este punto, el ganador del Premio Hammett de la Semana Negra de Gijón 2019 advierte que «no tenemos por qué pensar que nuestra Policía o nuestra Justicia son menos confiables que en otros lugares, pero sí que nosotros contamos que no son confiables y que eso permite otros devenires en la literatura».
Ficciones que en este presente tienen como rasgo distintivo, dice, «al menos entre los mejores exponentes jóvenes o nuevos de la literatura negra, el cruce con otros géneros: la cercanía con lo fantástico y la ciencia ficción sobre todo, y concatenado con eso, porque son escritores que además de leer miran mucho, con los medios audiovisuales».
Se trata de «una literatura que, en muchos casos, sería incomprensible o no podría explicarse solamente dentro de las reglas del relato literario escrito porque está muy cruzada por los relatos de otros soportes, un rastro que aunque no involucre a todos los escritores está bastante presente entre quienes escriben dentro o en los bordes del género negro», concluye.