Es casi increíble que el fuerte teórico del «pensamiento débil» que le ha dado fama mundial sea un anciano psíquicamente frágil, engatusado por un asistente y algo más.
Ocurre con Gianni Vattimo, de 85 años. Y su caso agita al mundo intelectual italiano, conmueve a los profesores universitarios que han convivido con él en la Universidad de Turín y pone triste al Papa.
Francisco es amigo de este convencido católico, quien además se proclama comunista, que en Italia hoy son muy pocos.
Vattimo ha estado varias veces en la Argentina, ha sido colaborador de Clarín, como de muchos grandes diarios mundiales, ha dado conferencias y fue premiado con el título de profesor honoris causa por las universidades de Buenos Aires y La Plata.
Su teoría del «pensamiento débil», inspirada al existencialismo de Heidegger y al nihilismo de Nietzsche, lo convirtió en uno de los más famosos filósofos del planeta.
Ha sido dos veces parlamentario representando a partidos de izquierda.
El filósofo italiano Gianni Vattimo junto a su asistente Simone Caminada. Foto: Dagospia
«Fragilidad psíquica» y engaños
El profesor enfrenta ahora una situación difícil. Otro rasgo de la personalidad de Vattimo es su homosexualidad. Desde hace una década vive en su casa de Turín acompañado por un asistente brasileño que hoy tiene 38 años. Es evidente que hay también una relación sentimental.
La geriatra Fabria Longo, ahora ex amiga que lo atendía “gratis, se lo aseguro”, hizo hace unos meses una denuncia ante la justicia que desató el escándalo.
La pelea se renovará a partir del 27 de octubre, cuando en el Palacio de Justicia de Turín comience un proceso por manipulación con engaños de persona incapaz. Acusado: el asistente de Vattimo, Simone Caminada.
La geriatra Longo refirió que muchos amigos del filósofo fueron alejados de la casa por las presiones del asistente brasileño.
La fiscal Claudia Rizzo afirma en su pedido de proceso que Caminada domina la fragilidad psíquica de Vattimo y aprovecha para administrar y aligerar su patrimonio. “Se aprovechó de su debilidad psíquica para acceder a una serie de beneficios económicos”, argumenta.
Simone Caminada, asistente del filósofo italiano Gianni Vattimo en una página web de la Asociación Académica Philomat.
El escándalo se ha propagado rápidamente en los medios de comunicación y en los cotorreos universitarios. La Stampa, el diario de Turín al que es muy cercano el filósofo, lo entrevistó de inmediato.
“Simone vive en mi casa (desde hace diez años afirma el asistente). Tiene un sueldo regular de 1.300 euros por mes y es acusado de cosas absurdas”, argumentó Vattimo.
Gastos sospechosos
La denuncias y las investigaciones señalan algunos gastos injustificados por 60 mil euros.
También Caminada ha sido designado su heredero por Vattimo: recibiría además de dinero, obras de arte, relojes y hasta un cuaderno escrito de puño y letra de Fidel Castro.
Más aún: consiguió el acceso a las cajas de seguridad de Vattimo.
Caminada asegura que el cuaderno tiene solo un valor sentimental. Fidel se lo regaló al filósofo durante un viaje a Cuba.
El filósofo Gianni Vattimo, de visita en la ONG Arte sin Techo, en Buenos Aires, en mayo de 2012. Foto Gustavo Garello
“Nunca he recibido presiones de Simone”, asegura Vattimo. Pero la fiscal señala que una parte de sus amigos dejaron de frecuentarlo por las presiones del brasileño.
Caminada sostiene que una parte de los que llegaban venían a pedir dinero, aprovechando la generosidad del filósofo.
“Me siento un perseguido”, asegura Vattimo. Señala que los mismos amigos que recibieron sus donaciones y fueron frenados por el asistente “son los que ahora me denuncian como psíquicamente incapaz y piden a la justicia un administrador de sostén”.
La fiscal afirma por el contrario que el asistente brasileño ejercitaba “sugestiones y presiones morales para quitarle el patrimonio y hacerse nombrar heredero”.
Que entre el joven brasileño y el gran filósofo anciano existe una relación sentimental también lo prueba que hace poco una editorial piamontesa publicó la “opera omnia” o sea los muchos libros escritos por Gianni Vattimo, que se venden a miles de varias partes del mundo.
Uno de los libros tiene una dedicatoria: “A Simone, por todo”.
Amores y tragedias
Hay que recordar la vida sentimental de Vattimo para comprender mejor la complejidad psicológica de lo que ocurre en casa del filósofo, una residencia vecina a la Universidad de Turín, donde el asistente brasileño tiene su habitación junto a la de su empleador.
En su vida, el filósofo formó varias veces pareja con otros hombres. Al bailarín peruano Julio lo evoca hasta ahora. También una relación a tres de convivencia que duró más de una década y culminó en una doble tragedia.
Primero llegó Gianpiero Cavaglia y fue como un matrimonio que a Vattimo le despejó la cabeza cuando su firme catolicismo le hacía pensar que debía casarse con una mujer. “Entre nosotros hubo una pasión desenfrenada, pero vivíamos en una relativa tranquilidad”, contó alguna vez.
Gianni Vattimo en Buenos Aires, durante una conferencia en la Academia de Bellas Artes, en diciembre de 2008. Foto: Gustavo Garello
Hasta que después de varios años llegó Sergio, historiador de arquitectura de notable nivel profesional.
Vattimo viajaba con frecuencia a Estados Unidos, donde era profesor universitario y aclamado conferencista.
Entre Sergio y Gianpiero estallaban conflictos de celos, que terminaron cuando en 1986 Gianpiero descubrió que estaba enfermo de SIDA.
Ante la noticia intentó el suicidio. Después inició el largo tratamiento que concluyó con la muerte en 1992.
La vida común con Sergio quedó marcada por la tragedia.
“Nos fuimos a viajar por el mundo y vivimos diez años de serenidad. Hasta que en 2003 una ecografía reveló un cáncer al pulmón de seis centímetros”, cuenta. Incurable.
“Hicimos un último viaje a Estados Unidos, a la casa de Llloy Wright (el más legendario arquitecto norteamericano). Sergio murió durante el viaje de regreso a Italia, en mis brazos”, recuerda.
El filósofo cuenta que sintió estar “demasiado protegido por el dolor de los demás”.
Vattimo se defiende
Ahora, en el final de su vida Gianni Vattimo siente que afronta esta nueva prueba del lado de las víctimas y se siente ofendido porque lo consideren un viejo senil, un gagádominado por un joven que lo maniobraría.
“Tengo el pleno manejo de mis actividades intelectuales”, explica.
El teórico del pensamiento débil no puede aceptar ser obligado a alejar de sí a Simón Caminada, por el que siente sentimientos profundos.
Además, la idea de quedar solo lo debe sobrecoger. En la denuncia judicial está escrito que el asistente brasileño ha amenazado varias veces a Vattimo con irse para siempre.
Caminada sabe que en el juicio debe conseguir una buena masa de testigos que demuestren que nunca ejerció el dominio psíquico para atemorizar al filósofo.
Un psiquiatra forense que visitó a Vattimo lo encontró sensible a las manipulaciones, dada su edad.
Pero estas conclusiones serán contestadas por los peritos de parte del filósofo. De todas maneras, el proceso ya está poniendo sobre ascuas a los italianos, sobre todo los vinculados a los medios intelectuales universitarios.
La teoría del «pensamiento débil»
El «pensamiento débil» es una interpretación de la realidad contemporánea que se contrapone a diversas formas del pensamiento fuerte del los dos últimos siglos anteriores al actual.
Al hegelismo con su dialéctica, al marxismo (en filosofía Vattimo no razona como un marxista), la fenomenología, el psicoanálisis, el estructuralismo. El pensamiento débil es una actitud de la modernidad, que acepta el error del caduco, del efímero y de todo lo que es historia y humano.
Según Vattimo el pensamiento débil es la clave para la democratización de la sociedad, la disminución de la violencia y la difusión del pluralismo y de la tolerancia.
En su pensamiento hay que destacar la importancia que asume la noción de nihilismo, que se vincula a la herencia de Nietzsche y al existencialismo de Heidegger.
En sus obras más recientes, especialmente en “Credere di Credere” ha reivindicado el pensamiento débil como la auténtica calificación de la filosofía cristiana para la postmodernidad.
Fuente: Clarín