El Premio Nobel de Literatura 2024 fue para la surcoreana Han Kang, que recibió el premio “por su intensa prosa poética que confronta traumas históricos y expone la fragilidad de la vida humana”, según se anunció esta mañana en Estocolmo el presidente de la Academia Sueca. Hija de un escritor de escasos recursos económicos, la autora surcoreana, que nació en 1970, en Kwangju, se convirtió inesperadamente en la primera escritora de su país en ganar el galardón internacional más importante del mundo para las Letras. Es, asimismo, la decimoctava mujer que recibe el máximo galardón de las letras. El Nobel de Literatura se entrega desde 1901.
Han Kang nació en 1970 en la ciudad surcoreana de Gwangju antes, a la edad de nueve años, de mudarse con su familia a Seúl. Ella proviene de un trasfondo literario, su padre es un novelista de reputación. Junto a su escritura, también se ha dedicado al arte y a la música, lo que se refleja a lo largo de toda su producción literaria.
Han Kang comenzó su carrera en 1993 con la publicación de varios poemas en la revista 문학과사회 («Literatura y Sociedad»). Su debut en prosa llegó en 1995 con la colección de cuentos cortos 여수의 사랑 («Amor de Yeosu»), seguida poco después por varias otras obras en prosa, tanto novelas como cuentos cortos. Notable entre ellos es la novela 그대의 차가운 손 (2002; ‘Tus manos frías’), que lleva rastros obvios del interés de Han Kang por el arte. El libro reproduce un manuscrito dejado atrás por un escultor desaparecido que está obsesionado con hacer moldes de yeso de cuerpos femeninos. Existe una preocupación con la anatomía humana y el juego entre persona y experiencia, donde surge un conflicto en la obra del escultor entre lo que el cuerpo revela y lo que oculta. «La vida es una hoja arqueada sobre un abismo, y vivimos por encima de ella como acróbatas enmascarados» como afirma una frase hacia el final del libro.
El gran avance internacional de Han Kang llegó con la novela 채식주의자 (2007; ‘The Vegetarian’, 2015). Escrito en tres partes, el libro retrata las violentas consecuencias que se producen cuando su protagonista Yeong-hye se niega a someterse a las normas de ingesta de alimentos.
El trabajo de Han Kang se caracteriza por una doble exposición al dolor, una correspondencia entre el tormento mental y el físico con conexiones estrechas con el pensamiento oriental.
En su obra, Han Kang enfrenta traumas históricos y conjuntos invisibles de reglas y, en cada una de sus obras, expone la fragilidad de la vida humana. Ella tiene una conciencia única de las conexiones entre cuerpo y alma, vivos y muertos, y en su estilo poético y experimental se ha convertido en una innovadora en prosa contemporánea.
Mats Malm, secretario permanente del Comité del Nobel de la Academia Sueca, fue el encargado de anunciar el premio en Estocolmo. “Tiene una conciencia única de las conexiones entre el cuerpo y el alma, los vivos y los muertos, y en su estilo poético y experimental se ha convertido en una presencia innovadora en la narrativa contemporánea”, destacó. “Han Kang escribe una prosa intensa y lírica que es a la vez tierna y brutal”, dijo tras el anuncio Anna-Karin Palm, miembro del Comité del Nobel de Literatura.
El nombre de la autora de 53 años no figuraba en los listados de las casas de apuestas que mantuvieron ocupadas a las redacciones de diarios y portales informativos.
“Cada vez que nos mudábamos y tenía que cambiarme de escuela, leía mucho en casa hasta que hacía nuevos amigos -contó en una entrevista con el diario español ABC-. Los libros fueron como una especie de protección y refugio ante esos frecuentes cambios de ambiente. Gracias a los libros, a la lectura, no me sentí tan mal, no me sentí sola. Pasó el tiempo y esas lecturas continuaron a través de la escritura de una manera muy natural”. Han, que estudió Letras en la Universidad Yonsei y trabajó como periodista para las revistas Publishing Journal y Samtoh, fue lectora de Jorge Luis Borges (como se evidencia en la novela La clase de griego), César Vallejo, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Manuel Puig y Ariel Dorfman.
Su exitosa tercera novela, La vegetariana, de 2007, fue publicada en la Argentina por el sello Bajo la Luna en 2013; ese año, Han participó como invitada en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. “Fue traducida por primera vez a una lengua occidental en la Argentina, por la traductora coreano-argentina Sunem Yoon -dice a LA NACION el editor Nicolás Braessas, del sello de literatura coreana Hwarang-. Han Kang no había tenido éxito en Corea, pero luego del Premio Booker Internacional, en 2016, con La vegetariana se la empezó a leer y comenzó la ‘ola de oro’ de la literatura coreana en el mundo”. La novela, que recrea el mito de Dafne y Apolo, narra en tres capítulos los últimos años de vida de una joven que decide dejar de comer carne e inicia una extraña relación con su cuñado. En 2009, fue llevada al cine por Lim Woo-seong.
Han es autora de cuatro libros de cuentos y seis novelas. En español se pueden encontrar, además de La vegetariana, Actos humanos, Blanco y La clase de griego, todos traducidos por Sunme Yoon.
En la novela Actos humanos, aborda un acontecimiento histórico que tuvo lugar en la ciudad de Gwangju, donde ella misma creció y donde cientos de estudiantes y civiles desarmados fueron asesinados durante una masacre llevada a cabo por el ejército surcoreano en 1980. Con un estilo visionario y a la vez testimonial, da voz a las almas de los muertos.
La temporada de entrega de estos galardones continuará este viernes con el de la Paz, uno de los más esperados en medio de un contexto bélico que afecta al mundo en distintas regiones, y el próximo lunes con el de Economía.
Los norteamericanos David Baker y John Jumper y el británico Demis Hassabis ganaron este miércoles el Premio Nobel de Química por sus trabajos capaces de predecir la estructura de las proteínas sirviéndose de la inteligencia artificial (IA). El martes, el estadounidense John Hopfield y el británico-canadiense Geoffrey Hinton ganaron el de Física por sus trabajos pioneros sobre el aprendizaje automático, una herramienta empleada en el desarrollo de la inteligencia artificial.
El lunes, en tanto, dos científicos estadounidenses ganaron el Premio Nobel de Medicina por descubrir los micro-ARN, pequeños fragmentos de material genético que sirven como interruptores dentro de las células que ayudan a controlar su funcionamiento. El trabajo de Victor Ambros y Gary Ruvkun está “demostrando ser fundamentalmente importante para la forma en que los organismos se desarrollan y funcionan”, dijo el panel que otorgó el premio en Estocolmo. Sus hallazgos “revelaron una nueva dimensión a la regulación genética, esencial para todas las formas de vida complejas”, indicó el panel.