El especialista José Manuel Lucía Megías
Las generaciones posteriores desobedecieron esta indicación y más de cuatro siglos después se sigue saboreando el universo de este autor que nutre a la literatura y a la filosofía. El Festival Cervantino que se celebra en Azul tendrá este año signado por la pandemia una edición virtual y, en este marco, las Jornadas Cervantinas (del 9 al 19 de noviembre), reúnen en un banquete académico a destacados expertos en la materia. El erudito español José Manuel Lucía Megías, coordinador del encuentro dedicado a «Cervantes en América», busca rescatar el aspecto más humano del padre del Quijote. Profesor y autor de una biografía en tres tomos –La juventud de Cervantes, La madurez de Cervantes y La plenitud de Cervantes (EDAF) -, y quien trabaja en una novela sobre Catalina, la esposa del autor, analiza algunos aspectos sorprendentes sobre el Cervantes de carne y hueso y derrumba algunos mitos.
1.Cervantes quiso viajar y trabajar en América.
Desde que volvió de su cautiverio en Argel en 1580 piensa en el «sueño americano». ¿Viajar a América? ¿Hacer fortuna en América? No. Más bien: ser nombrado para ocupar uno de los puestos vacantes en la administración de la Monarquía Hispánica en América: la puerta de oro para entrar en el engranaje burocrático español y así contar con un oficio estable. Y lo intentó hasta 1590 en varias ocasiones hasta que obtuvo una última respuesta: «Busque por acá en que se le haga merced». Cervantes aspiró a unos puestos que no estaban pensados para una persona como él: sin linaje y sin un círculo clientelar de influencia. Nunca fue un aspirante real a estos puestos vacantes. Lo que no pudo él lo consiguieron sus obras, pues viajaron nada más publicarse en las armadas que se organizaban todos los años para América. Cervantes fue conocido en América desde el siglo XVII, sobre todo el Quijote, como la sortija caballeresca de Pausa en Perú pone de manifiesto ¡en 1607!
2.Durante su cautiverio en Argel quiso escapar en cuatro ocasiones.
Argel se nos ha dibujado como una inmensa cárcel, cuando en realidad era una de las ciudades más cosmopolitas y concurridas del Mediterráneo, una tierra de oportunidades que basaba su economía en el corso, en el secuestro en la mar. Cervantes llegó allí en 1575 y fue considerado un «hombre grave», por el que se pidió 500 ducados de oro, una fortuna para la época. ¿Buscó la libertad por encima de cualquier cosa en los 5 años que estuvo cautivo? La ansió a cada minuto, pero también entendió que Argel era un espacio en que relacionarse con otros «hombres graves», que formaban parte de familias nobiliarias, un lugar para conseguir favores que luego le permitiera soñar con «mercedes» a su vuelta. En cuatro ocasiones intentó huir de Argel, pero nunca lo hizo solo, en el silencio ni en el anonimato. Fueron intentos de fuga ayudando a personas nobles, influyentes. ¿Y si Cervantes, además de la libertad, no persiguiera en estos intentos de fuga un oficio, un ganarse las deudas de personas influyentes que le permitieran pagar su rescate y ayudarle en sus pretensiones en la Corte?
3.Cervantes sabía quién se escondía detrás del nombre falso de Alonso Fernández de Avellaneda, el autor del Quijote apócrifo (1614).
Y Cervantes también sabía que su mayor venganza era condenarlo al anonimato, no decir su nombre. Todo lo que envuelve al Quijote de Avellaneda es extraño: ¿por qué esperar 9 años a publicar la continuación del Quijote si lo que quería era robarle la ganancia de su libro? La estrella del Quijote estaba ya en decadencia en esta época: el Quijote de Avellaneda solo se reeditó una vez, y el Quijote de Cervantes (1615) fue un fracaso comercial. En 1623, el librero Francisco de Robles, que había financiado la edición, todavía tenía 362 ejemplares en su librería de la primera edición. Pero, ironías del destino, si detrás de este Quijote apócrifo está Lope de Vega, podemos afirmar que Lope es el artífice de la fama póstuma de Cervantes, pues hoy en día el Quijote se ha convertido en el principio de la novela moderna más por la segunda parte, que por la primera. Y, casi con toda seguridad, no hubiera acabado esta segunda parte si no se hubiera publicado el Quijote apócrifo.
4.Cervantes hablaba bien el italiano.
Estuvo en Italia, pero, en su mayor parte, estuvo en los tercios italianos acompañado de españoles. En todo caso, para él la literatura y la cultura italiana tendrán una gran influencia: desde Ariosto a las novelle, que están en la base de sus Novelas ejemplares. Italia le marcó en lo literario y en lo personal: en Italia comenzó una brillante carrera militar en Lepanto, que no fue el final sino el principio de sus hazañas guerreras, como demostró en otras batallas menores en el Mediterráneo.
5.Un estudio grafológico da cuenta de varios aspectos de su personalidad.
«Los pronunciados pies de letras de Cervantes delatan su ser más instintivo, libidinoso y pasional, amante del buen yantar, de los placeres de la carne y de la vida acomodada. La soltura, fluidez y espontaneidad reflejan su creatividad y genialidad así como su gusto por la belleza. Y el predominio en la forma denota una personalidad dinámica, activa, incluso intrépida. De alguien que se deja llevar por los dictados del corazón», concluyó la grafóloga Sandra Cerro, quien estudió los 12 documentos autógrafos que se conservan. «En la dirección de los renglones se ve una tendencia a un estado anímico moderado, así como un equilibrio emocional e integridad personal, con una autoestima sana. Y la cohesión entre letras revela una habilidad para el razonamiento ágil y lógico frente al pensamiento intuitivo», agrega este estudio. Carácter reservado, con tendencia al entusiasmo, al buen ánimo y capacidad de resiliencia son otras características notables de Cervantes.
6.Algunas frases del Quijote fueron censuradas.
El Quijote no fue prohibido: algunas de sus frases, como el comentario de la Duquesa a Sancho: «Las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada», fueron censurados en 1632. Portugal será más estricto en la censura y muchos ejemplares fueron expurgados en las bibliotecas. En todo caso, Cervantes y el Quijote no fueron perseguidos de manera particular por la Inquisición. Estos hechos, como de los que se ríe Quevedo en su Buscón, en que unos estudiantes amenazan a una mujer a llevarla ante la Inquisición por llamar a las gallinas de su corral con «pío pío», que es el nombre de Papa, entra dentro de una realidad de la época que dominaban mejor de lo que hoy pudiéramos pensar.
7.Cervantes nunca fue perseguido por la Inquisición.
Durante sus años de Comisario Real de Abastos en Andalucía fue excomulgado, pero no tanto por cuestiones religiosas sino porque hacía bien su trabajo e intentaba comprar el trigo de la Iglesia, que no se lo quería vender al precio estándar que le ofrecía. La excomunión -como las bulas- era un mecanismo de la Iglesia para mantener sus privilegios económicos. Nada que ver con la religión. Cervantes fue uno de los primeros en hacerse miembro de la cofradía o congregación de los Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, que tenía su sede en el Oratorio del Santísimo Cristo del Olivar en Madrid a principios del siglo XVII. Si damos por buenas las crónicas del momento, frente a otros escritores -como Lope de Vega- que se hicieron miembros para aparentar y ocupar puestos de dirección, Cervantes siempre se mantuvo en un segundo plano, lo que sería muestra de una verdadera religiosidad y no solo la presencia social. En todo caso, nada hay en su obra ni en sus documentos que nos permitan ir más allá en los asuntos de fe.
8.Su esposa, Catalina, merece ser rescatada de las sombras.
La tradición nos la presenta como una sombra, con una joven que llega inocente al matrimonio y que vive al lado de su marido sin casi sin darse cuenta de su genialidad. Cada día esta imagen hace aguas por todas partes: Catalina, como todas las mujeres que rodean a Cervantes, es una mujer fuerte, de personalidad, luchadora. Y así lo demuestra a la muerte de Cervantes: no vuelve a Esquivias, a su pueblo toledano a refugiarse. Se queda en Madrid y termina siendo enterrada junto a su marido en el Convento de las Trinitarias.
9.Su hija, sus hermanas y su sobrina tuvieron fama de vida indecorosa, pero fueron centrales para la economía y actividad de Cervantes.
¡Ay, mis pobres Cervantas, que mal han sido tratadas por el tiempo! Nada que ver. Las hermanas de Cervantes, Andrea y Magdalena, y Costanza, su sobrina, la hija de Andrea, serán unos de los baluartes de la vida de Cervantes. Sin ellas, Cervantes sin duda no hubiera podido mantener el núcleo familiar que dependía de él. Cervantes había contraído una deuda de vida con sus hermanas ya que sus dotes fueron parte sustancial para pagar su rescate y el de su hermano Rodrigo, también cautivo en Argel. Andrea y Magdalena, con sus trabajos de costura fina, fueron una parte necesaria para mantener la economía familiar de Cervantes, que nunca tuvo un oficio fijo.
10.Cervantes no fue un dramaturgo menor de su tiempo y conoció el éxito.
La época de Cervantes es la del triunfo de los Corrales de Comedias, es el triunfo del teatro profesional por toda Europa. Cervantes triunfó en los Corrales de Comedias de Madrid a los pocos años de haberse levantado: en 1583, el Corral de Comedias del Príncipe, y al año siguiente, el de la Cruz. Y por estos años, Cervantes consiguió escribir y representar más de 30 comedias sin que recibieran del público ningún tipo de hortaliza o piedras, según propia confesión. Forma parte del primer grupo de dramaturgos que llenaron de comedias y de dramas estos corrales. Luego la industria del teatro se fue ampliando y también los intereses económicos, y será el momento de crear un teatro más popular, más cercano a ese «vulgo» que llenaba -y pagaba por llenar-los corrales todos los días. Y en este nuevo escenario terminará triunfando Lope de Vega y sus seguidores. Cervantes entonces ya está lejos, por tierras sevillanas, donde recibe nuevos contratos para escribir nuevas comedias.
Fuente: La Nación