Cuando Netflix estrenó Bridgerton a fines de 2020, el éxito era previsible. Creada por la misma productora de Grey’sAnatomy, How to Get Away With Murder y otros hits televisivos, la serie supo entender con calculada precisión los gustos de su audiencia. Exuberantes vestuarios, un elenco irresistiblemente atractivo y generosas cuotas de romances –prohibidos, amorosos, pasionales y de cuanto tipo haya– dan vida a una ficción de época que atrapó tanto a los fanáticos de Jane Austen como a los que nunca escucharon hablar de ella. Sí, el éxito era inevitable. Pero lo que pocos esperaban –incluida Julia Quinn, la escritora que creó la historia– era la escala de ese triunfo.
Convertida a pocos meses del estreno en la serie más vista de la plataforma, las aventuras de los Bridgerton tienen ahora sabor a récord y fenómeno cultural. Los fanáticos de Daphne y Simon descubrieron que detrás del boom hay una saga literaria que los espera. Se trata de nueve libros que Julia Quinn (graduada en Historia del Arte) viene publicando desde 2000, en los cuales explora las desventuras amorosas de ocho hermanos de la nobleza inglesa de principios del siglo XIX.
Al hablar, Quinn (estadounidense de 51 años) lo hace con una calidez más propia de una amiga obsesionada por la lectura que de una escritora de best-sellers. Se ríe con soltura, se excusa a la hora de tomar sorbos de café y exhibe sin un ápice de soberbia un conocimiento enciclopédico del género de la novela romántica.
Julia Quinn en el set de Bridgerton: aquí con Simon, el duque de Hastings (el actor británico Regé-Jean Page).
En redes sociales, sus fotos junto al elenco de la producción demuestran que es una fanática más, sus ojos tan maravillados como los de sus seguidores. Su sencilla presencia no lo delata, pero en ella existen planes e ideas que no sólo valen millones: dan nueva vida a un género que aún carga con estigmas machistas y literarios.
Uno recibe más crédito si evita el final feliz: nos enseñan que la tragedia es más importante. ¿Cuántas de las películas que ganan premios son comedia?
Julia Quinn, escritora
-¿Cómo comenzó tu relación con la literatura?
-Desde que era pequeña fui una gran lectora: era la niña que se quedaba despierta con una linterna bajo las sábanas por la noche junto a un libro. Y cuando volvía caminando de la escuela, siempre paraba en la biblioteca. Me volví escritora porque amo leer: tan simple como eso. No todos los grandes lectores se convierten en escritores, pero cada escritor es un gran lector.Play VideoVideo trailer de Los Bridgerton.
-¿En qué punto descubriste que escribir sería tu vocación?
-Vendí mis dos primeros libros a una editorial el mismo mes en que fui aceptada en la carrera de Medicina. Fue algo muy loco. Al final, dejé la universidad porque estaba tan entusiasmada con escribir que de haber seguido con mis estudios no me habría dado el tiempo. Primero los aplacé un año, que luego fueron dos… Entré en pánico y tuve la crisis de los veinte: mis amigos estaban por graduarse y yo me sentía a la deriva, lo que es curioso porque estaba logrando que mis libros se editaran. Finalmente, me convencí de que lo mejor sería escribir a tiempo completo, y es lo que vengo haciendo desde entonces.
-¿En qué momento nace la idea de la saga Bridgerton?
-El primer libro, El duque y yo, se publicó en 2000. No recuerdo cómo surgió la idea, pero sí cómo nació el personaje de lady Whistledown. Cuando escribís un libro, a veces tenés datos de contexto que necesitás en la historia pero que resultan pesados si los soltás de golpe. Entonces se me ocurrió inventar un personaje: una columnista de chismes cuyo rol era dar información para que yo no tuviera que hacerlo. Me divertía muchísimo escribir sus pasajes, aunque traía desafíos: conseguí un calendario de 1813 con los verdaderos lunes, miércoles y viernes en los que saldrían los chismes y calculaba cuándo ocurría cada evento en los libros para que coincidieran con las columnas de opinión. Más tarde surgió la idea de jugar al misterio y que los otros personajes no supieran quién es la escritora, lo que se convirtió en uno de los aspectos más populares de la saga. Fue un accidente muy feliz.
Bridgerton: las escenas de sexo entre Daphne y Simón generaron controversias.
-En el libro, todas las escenas giran en torno a los protagonistas, Simon y Daphne, mientras que el show incluye nuevos personajes y subtramas. ¿Cómo viste ese cambio?
-Fue una idea genial porque hay cosas que funcionan muy bien en libros pero no en la televisión, y viceversa. En mis novelas hay personajes secundarios a los que les doy vida propia, pero nunca entrás en sus cabezas ni tienen escenas al margen de los protagonistas. Pero en la televisión se requiere un mayor abanico de historias. Lo que los guionistas hicieron fue tomar personajes que luego cobran más importancia en la saga y dárselas desde el principio, plantando semillas para conflictos posteriores. Leyeron todos los libros y eso les permite pensar con perspectiva. Una adaptación palabra por palabra no hubiera funcionado igual de bien.
Primer libro de la saga Bridgerton (Editorial Urano), ahora reeditado con los personajes de la serie en la portada.
-Algo que se ha destacado de tus trabajos es que jugás con elementos de las novelas de época, como el rol de la mujer. ¿Sentías que ciertos lugares comunes debían ser “actualizados”?
-El género siempre ha evolucionado. Cuando me remarcan que mis heroínas son feministas, mi respuesta es que si leés otros libros del género encontrarás muchos otros personajes que también lo son, incluso si esa palabra no existía en aquel entonces. Lo que busco hacer es mantenerme históricamente realista: mis personajes son feministas en términos de lo que la sociedad les admitía y su experiencia de vida les permite imaginar. Son revolucionarias porque comienzan a hacer preguntas.
-¿Cómo funciona eso?
-En la serie de Netflix, Eloise se pregunta cómo sería ir a la universidad. No creo que a ella se le ocurriría marchar hacia Oxford y demandar ser admitida; es algo muy lejano a su contexto. Pero el hecho de que cuestione su realidad es un comienzo: reconocer cuando algo no es justo es revolucionario. Dar a los personajes estas sensibilidades feministas es históricamente correcto. Cuando vemos hacia atrás, hay ciertas mujeres que calificamos de pioneras. Pero también debemos celebrar a aquellas que permitieron ese empoderamiento: antes de que estas feministas extraordinarias derribaran los muros, hubo otras que quitaron los ladrillos para que tirarlo fuera más fácil. Así es como pienso mis mujeres.
-Los romances de época parecen generar un atractivo muy especial en pleno siglo XXI. ¿Por qué?
-El tiempo histórico que elijo para mis novelas, ubicadas a principios del siglo XIX, es uno de los más populares para la novela romántica. En parte porque crecimos leyendo a Jane Austen, o viendo adaptaciones de sus trabajos. Pero también se ubican en un punto justo que es lo suficientemente lejano como para sentirse dentro de un cuento de hadas, pero tampoco demasiado como para que las acciones de los personajes nos resulten incomprensibles o difícil de empatizar con ellas.
Si alguien dice: “No había duques con el color de piel de Simon”, yo respondería que probablemente no había tampoco tantos hombres atractivos solteros y sin sífilis.
Julia Quinn, escritora
-El que estas novelas muchas veces se resuelvan con un “felices por siempre” hace que sean blanco de críticas. ¿Cómo te parás frente a ellas?
-El final feliz es la definición de una novela de romance. Si no lo tiene, no lo es. Podrá ser de amor, o tener ciertos elementos de romance, pero es algo distinto. Lo que ocurre es que uno recibe más crédito si evita el final feliz: nos enseñan que la tragedia es más importante. ¿Cuántas de las películas que ganan premios son comedia? Es una pena: lo oscuro es genial, pero no es lo único que hay. Entonces hay cierto desprecio por el final feliz, pero que con el romance se profundiza.
-¿Por qué?
-Porque es principalmente escrito y leído por mujeres. Es algo que hacemos como sociedad: desmerecemos las cosas que consideramos “femeninas”. Y se piensa así aunque mucha gente lee estos libros y son financieramente muy rentables. La venta de estas novelas permite a las editoriales publicar poesía: la subsidian con el romance. Espero que el éxito de Bridgerton como serie ayude a cambiar estos preconceptos. Mucha gente vio el show sin saber que verían una novela de romance y quizás ahora busquen algo más así.
-La serie ha cambiado las características de algunos personajes con el fin de ser más inclusiva. Por ejemplo, nobles de piel negra en la aristocracia británica del siglo XIX. ¿Cómo viste esto?
-Creo que es genial y me siento agradecida. El equipo creativo del show extendió mi mundo de una forma en la que yo no podría haberlo hecho. Soy sólo una persona y mi diversidad se limita a mí misma, mientras que los escritores de la serie forman un grupo diverso en género, orientación sexual, raza y religión. Cada uno pudo llevar su propia imaginación al universo narrativo y aprecio que lo hayan hecho.
Julia Quinn, feliz en el set de Bridgerton.
-¿Te preocupó que se cuestionara por históricamente incorrecto?
-Cuando hablamos de romance, lo único que importa son los sentimientos. El show hizo un trabajo genial trasladando eso a la pantalla de una forma en que más personas ahora pueden identificarse como parte de esa experiencia. Si alguien dice: “No había duques con el color de piel de Simon”, yo respondería que probablemente no había tampoco tantos hombres atractivos solteros y sin sífilis. Si ya estás metido en la tierra de la fantasía, ¿por qué no dejar que más gente se sienta merecedora de su final feliz? Mi preocupación al escribir es el sentimiento y en segundo, o tercer lugar, ser históricamente correcta.
-Hay una escena que ha causado revuelo, en la que Daphne fuerza al duque a tener relaciones sexuales. ¿Esperabas que el éxito del show trajera un debate sobre el consentimiento?
-No es una escena simple. Algunos sugirieron que debía sacarse, pero estos personajes no son perfectos y creo que es demasiado importante para la historia. Es fascinante analizar la reacción que la escena ha despertado en el tiempo; es una ventana a la evolución de nuestra sociedad. Pero lo importante es verla en el contexto en que viven los personajes porque se trata de poder y cómo este se distribuye. A Daphne la sociedad le enseñó que su trabajo es casarse y tener bebés, y su esposo le niega esto, sumado a que él tiene un dominio total y que podría hacer lo que quiera con ella. Muchos se horrorizan al plantear qué pasaría si se cambiaran los géneros, pero no es tan simple porque uno de ellos tiene todo el poder.
Fuente: Clarín