Enrarecida reescritura de la Carta al padre, de Franz Kafka, el libro de Guebel se atarea con el dolor, la pérdida y la confesión filial en un registro agudamente autobiográfico. Es una carta al padre, pero la carta a un padre que se va. » El hijo judíoestá relacionado con Derrumbe y con Las mujeres que amé -dijo Guebel después de enterarse del reconocimiento-. Ambos convierten el dolor y la pérdida en dispositivos narrativos. Espero no escribir muchos libros así. Se me fue afinando la voz. Es un libro menos estentóreo y menos declamativo».
«Me pongo a escribir porque no puedo hacer otra cosa. El dolor exige y elige la forma -sigue Guebel-. En El hijo judío, hay un pedido inicial del dolor como forma que organiza la temporalidad y lo narrable. El dolor te cuenta el asunto, pero de eso solo se pueden tomar escenas. La literatura del dolor es la literatura de lo menor en sentido de íntimo».
El año pasado, el premio había ido para Excesos lectores, ascetismos iconográficos, de José Emilio Burucúa.