Luciana Mantero conseguía todo lo que quería. Se sentía identificada con una historieta de Mafalda donde planifica todo su futuro. Enamorada, se casó, tuvo su primer hijo, su profesión como periodista, su trabajo. Pero todo cambió cuando surgió el deseo del segundo hijo. Allí comenzó una travesía con diagnósticos, estudios médicos invasivos, ilusiones, frustraciones, muchos interrogantes, lágrimas, crisis y un volver a empezar. ¿Hasta cuándo?
“Yo pensaba que iba a tener todo resuelto y por eso me río de mí misma en el libro. Hay pocas situaciones tan fuertes en la vida donde se involucra un deseo mucho menos racional que instintivo y emocional que te pueden transformar de esta manera. Fue muy constructivo y enriquecedor más allá de que fue muy duro y muy triste”.
Así fue como Luciana decidió escribir un libro para narrar su experiencia, investigar, entrevistar y también contar la vivencia de otras mujeres y sus búsquedas. El deseo más grande del mundo. Testimonios de mujeres que quieren ser madres se publicó por primera vez en 2015. Y después de un tiempo de estar agotado, se podrá conseguir de manera digital en Bajalibros. Y estará gratis hasta fines de julio.
Luciana Mantero, de la experiencia propia a las historias de los demás. (Maximiliano Luna)
Además de esta nueva edición, que incluye nuevos testimonios, la periodista lanza un podcast sobre el tema El deseo más grande con historias de Iberoamérica y también un newsletter. “Me han llegado mensajes de mujeres que lo leyeron y se quedaron embarazadas. No es que el libro sea mágico sino que ayuda a no sentirse sola. Es muy potente lo que genera el libro, yo siento que tiene una misión social”.
Mantero es Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y periodista (TEA). Además de este libro, escribió Margarita Barrientos, una crónica sobre la pobreza, el poder y la solidaridad. Sus textos han sido publicados en Viva, La Nación, Anfibia, Univisión Noticias, Página/12, Ámbito Financiero, La Agenda, entre otros medios. También trabajó en radio y televisión. Además, dicta talleres de escritura para que personas en la búsqueda de un hijo puedan darle voz a sus historias y compartir sus emociones. En 2017 y 2020 fue presentadora y aportó la idea e investigación para la docuserie Bebé On Demand I y II, de NatGeo Latinoamérica.
«El deseo más grande del mundo», descargalo gratis.
En diálogo con Infobae, Mantero habló sobre la nueva edición, ampliada y corregida, de El deseo más grande del mundo.
-¿Cómo eras vos de chica? ¿Eras muy “Susanita” con este fuerte deseo de formar una familia?
-No era nada Susanita. De hecho no tengo una afinidad especial con los niños. Sí sabía que quería tener hijos. Sabía que era algo que iba a querer hacer pero no era la Susanita que estaba pensando, jugando y actuando el tema.
-¿Cómo fue el momento en que decidiste convertir en un libro lo que estabas transitando durante la búsqueda de tu segundo hijo?
-Fue para un concurso de crónicas que lanzó la fundación Tomás Eloy Martínez cuando yo estaba embarazada de 7 u 8 meses de Joaquín. Así de embarazada no estaba para salir a reportear. Me di cuenta de que tenía mi historia a cuestas, que había atravesado un camino de larga búsqueda y de mucha soledad. Había una necesidad latente de hablar de ese tema y me puse a escribir una crónica sobre mi historia. El texto no ganó el concurso pero me quedé pensando que era un tema socialmente relevante pero del que no se hablaba. Y al ser periodista sentí que no me bastaba con mi historia, necesitaba reflejar otras realidades y fui en busca de otras mujeres que me contaran lo que habían vivido.
-¿Cómo fue la búsqueda de las otras nueve mujeres y estas dos historias que se suman en esta nueva edición?
-Fue un boca a boca. Me dejé guiar mucho por lo que se me iba presentando. Hoy pienso que estuvieron súper bien elegidas pero no fue algo estratégico en ese momento, eran amigas de amigas, un editor que me mencionaba a su hermana, la prima de alguien que conocía, alguien a quien llegué a través de una psicóloga experta en fertilidad… Lo que me pasó es que cuando volvía de entrevistarlas, volvía con mucho más de lo que había esperado. Todas esas historias, con sus matices, cuando vos las deshilachabas e ibas a la fibra íntima eran historias increíbles. En esta nueva edición incluyo una pareja del mismo sexo que me faltó en la primera edición. Me parece que es justo y necesario darle voz. Era contar un mundo. Cada una de ellas era un mundo. Fue maravilloso.
-¿Con qué mundos te encontraste?
-Cierta arbitrariedad en algunas, dejos de narcisismo en otras, una terrible compasión por sí mismas y por las demás, una fortaleza que quizás no todos tienen para pararse e ir a buscar lo que deseaban. También fue ver de qué paño estamos hechas las mujeres modernas. Vi mucho de autoexigencia y esta sensación de que podemos con todo y podemos solas y eso a veces es perjudicial en un punto. Tiene la cara luminosa de que podemos conectarnos con nuestra fortaleza pero tiene la cara oscura que es esa omnipotencia, queremos manejar incluso lo que no podemos.
Luciana Mantero con sus hijos.
-¿Cómo te impactó escribir este libro?
-Mi propia experiencia me transformó. Pero haber escrito este libro me transformó aún más. Poder mirar el tema desde un lugar más alto. Esta reedición sale después de 20 años de haberme enchastrado hasta el tuétano con este tema que es tan potente, tan íntimo y tan fuerte. Se juegan las relaciones, las relaciones de pareja, las relaciones con nuestras madres, lo ancestral, la obediencia debida a la medicina, la sumisión a las industrias, se juega la idea de lo que tenemos pensado para nuestras vidas, que escapa a nuestro control. Para mí fue muy transformador.
-¿Cómo ves la situación de los tratamientos de fertilidad en Argentina en relación a otros países? ¿Qué papel juega la salud pública y cómo cambió esto con la ley?
-Argentina está a la cabeza del ranking latinoamericano de acceso a tratamientos de fertilidad, junto con Uruguay, que son los dos países que tienen una ley muy abarcativa respecto a la cobertura en cantidad de tratamientos per cápita. La ley les dio la posibilidad a muchas personas de acceder a tratamientos de fertilidad porque obliga a las obras sociales, a las prepagas o al Estado a cubrir tratamientos de alta complejidad y de baja complejidad. Pero los recursos públicos son escasos. Y las obras sociales y las prepagas son empresas de salud, la mayoría quebradas, y aún así reciben subsidios del Estado entonces el dinero no es ilimitado y vivimos en un país pobre. Si bien hay acceso a los tratamientos, no todos terminan teniéndolo. La ley no termina cumpliéndose en tiempo y forma, se ponen excusas, te falta un certificado, tenés que terminar batallando con una cantidad de obstáculos burocráticos que a la mayoría de personas los desalienta y muchas veces se ajusta por el lado de la medicación y de la calidad. Es un sistema muy perverso porque muchos centros recetan tratamientos sin trabajar en los diagnósticos. Como una cinta de engranaje que te lleva de un tratamiento a otro sin investigar las causas. Veo mucho deterioro de la calidad de la medicina reproductiva donde prima la lógica comercial y no se escucha a los pacientes.
-¿Y cómo se vive esto como paciente?
-Uno está entregado, preso de la angustia, del deseo, del miedo a que no suceda, en un momento de tanta vulnerabilidad uno entrega el poder en demasía. Yo recomiendo no soltar el poder. Requiere mucha astucia y mucho esfuerzo en un momento de vulnerabilidad encontrar el mejor camino para uno. Hay que ser muy proactivo desde el hacer, pero también de la autorreflexión: el mirarse, el sentirse, el estar muy atento a lo que le pasa a tu cuerpo y aprender a evadir sentencias que a veces son terribles.
-¿Cómo impactan la inteligencia artificial y otros avances tecnológicos en la medicina reproductiva?
-Que se puedan estudiar los embriones y que la inteligencia artificial elija cuál es el mejor embrión para transferir me parece algo realmente sorprendente y que está teniendo un impacto muy grande. Y lo mismo la robótica: que un robot haga el tratamiento del ICSI, la inyección de un espermatozoide dentro de un óvulo. El robot es el que asiste en la fecundación. Esto ya sucede. Me parece que va a ser muy relevante. Hay cierta automatización que puede mejorar los resultados de los tratamientos. Después hay todo un debate moral y ético sobre la edición de embriones humanos. Se puede usar para curar o para hacer algo por capricho. Todos los avances son asombrosos pero hay que ver cómo nos preparamos para esto.
-¿Cómo se explica que algunas personas hayan desafiado diagnósticos muy terminantes y hayan logrado lo que parecía imposible?
-Aún con diagnósticos médicos muy precisos hay algo que es como un misterio del cuerpo. Está lleno de casos de personas que deciden implantarse embriones que, de acuerdo con estudios genéticos, están fallados, es decir, tienen alguna anomalía genética y algo sucede que el cuerpo los repara. Y la verdad es que los científicos no saben por qué. Hay que tener esa mirada: no todo se puede controlar y predecir.
Fecundación asistida. La tecnología es protagonista. (EFE/ Bienvenido Velasco)
-¿Qué consejos les darías a alguien que está atravesando una búsqueda larga y difícil de un hijo?
-Yo le diría que respire hondo y trate de no caer en la ansiedad y en la desesperación. Que escuche, que esté muy atenta acerca de lo que le pasa y le pasa a su cuerpo, que se pregunte por el deseo, por el por qué, que busque una red de sostén que la ayude a trabajar sobre sí misma, sobre su cuerpo. La terapia es fundamental, que busque un médico que ella sienta que la escucha, que la cuida, que no le receta cosas automáticamente, que se involucra activamente en su propia búsqueda. Y que entienda que no es su culpa, que entienda que es algo que no está bajo su control, que no se sienta sola, que hay un montón de personas atravesando la búsqueda. Aunque a veces cuesta abrirse, el hecho de escuchar a otros te ayuda a pensar. Para eso hay grupos de encuentro, charlas, hay foros, hay talleres…Que no se desespere, que hay un montón de caminos, a través de la ciencia u otros, que vaya adelante con toda la fe del mundo y que lo peor que puede hacer es quedarse encerrada en el dolor. Que siga manteniendo una vida feliz y fecunda más allá del resultado y de la búsqueda, ese tiene que ser el norte.
Fuente: Infobae