Para los bibliófilos, los senderos de la escritura borgeana no se bifurcan. Este jueves comienza la Feria Virtual del Libro Antiguo de California, donde se ofertarán cinco manuscritos y quince primeras ediciones de libros de Jorge Luis Borges, con dedicatorias a distintos amigos, como Raúl Scalabrini Ortiz, Horacio Rega Molina y Manuel Rojas Silveyra, director de la revista de arte Augusta en los “dorados” años 1920. La librería anticuaria Víctor Aizenman presentará estas veinte piezas originales, que llegaron a manos del librero a través de subastas o ventas directas de familiares y conocidos del autor argentino. La feria se desarrolla hasta el sábado 6 a las 20 (hora de California), en modalidad virtual. Para visitarla y ofertar por los manuscritos y ejemplares con dedicatorias autógrafas de Borges, hay que romper el chanchito e ingresar en este enlace.
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“Esperemos que haya compradores argentinos”, dice con ilusión Aizenman a LA NACION. La “fuga” de manuscritos, no solo borgeanos sino también de otros grandes escritores argentinos, es una constante a lo largo de décadas. Instituciones estatales como la Biblioteca Nacional Mariano Moreno no tienen, como declaró hace pocos años Alberto Manguel en su rol de director, “ni para el café”, así que poco podrían ofertar los funcionarios por manuscritos y ejemplares de primeras ediciones. La librería anticuaria de Aizenman está ubicada en la avenida Las Heras 2153.
Entre otros tesoros, en la feria californiana se pondrá a la venta el manuscrito del poema “Rusia” (ca. 1920), de catorce versos, titulado y firmado, y escrito en tinta negra. Este poema “prosoviético” de Borges se publicó inicialmente en la revista española Grecia el 1 de septiembre de 1920. “La simpatía juvenil del autor por la revolución bolchevique tuvo su expresión en una breve serie de poemas que, según sus manifestaciones ulteriores, debieron formar parte de un primer libro de título inequívoco: ‘Himnos rojos’ -explica Aizenman-. El proyecto fue desechado y solo sobrevivió una terna de poemas, entre ellos ‘Rusia’, que amalgama la inclinación política con la experimentación metafórica del ultraísmo”. En esta pieza, que coincide en su casi totalidad con la versión de la revista Grecia, hay una significativa variante léxica (”sol aurificado” por “sol crucificado”), detalle que otorga al manuscrito un valor particular en relación con los procesos de escritura de su autor, para quien “no puede haber sino borradores. El concepto de texto definitivo no corresponde sino a la religión o al cansancio”.
También se ofertará el manuscrito de uno de los grandes cuentos del autor de Ficciones, “Historia de los dos reyes y de los dos laberintos”, de 1946, que incluye un dibujo hecho por Borges. Este manuscrito está firmado, datado y titulado, y fue escrito en tinta negra en un pequeño carnet de notas marca Patent, que pertenecía a la abuela inglesa de Borges, Frances Ann Haslam (”Fanny”). La libreta tiene sus iniciales doradas estampadas en la tapa. Junto al dibujo del laberinto hecho por el autor se lee, en griego, “KNΩΣΩN” (Cnosos, por el palacio cretense). Las páginas restantes contienen anotaciones en lápiz de Fanny Haslam, que se remontan a 1875. “Los soportes utilizados por Borges para la redacción de sus manuscritos se alejan de cualquier ortodoxia. Desde cuadernos escolares cosidos o de espiral hasta libros de contabilidad, desde hojas pautadas hasta grandes folios lisos y desde páginas blancas preliminares de libros publicados hasta las retiraciones de tapa de esos mismos libros, todos exhiben rasgos distintivos”, observa el librero. Para Aizenman, es poco probable que sigan apareciendo manuscritos borgeanos. “Las esperanzas son pocas”, agrega.
El manuscrito del cuento “El milagro secreto” (ca. 1942), firmado y titulado, y escrito en tinta negra en hojas lisas y cuadriculadas, numeradas a mano por el autor, presenta numerosas tachaduras, correcciones, interpolaciones, variantes y remisiones. El relato formó parte de Ficciones y, según Aizenman, está perfectamente conservado. El cuento se publicó por primera vez en febrero de 1943 en la revista Sur, y al año siguiente el autor lo incorporó a la segunda parte de Ficciones, en “Artificios”. Para el librero, este manuscrito, “no solo permite un íntimo acceso a los complejos procesos de escritura de Borges: también es una muestra privilegiada de puesta en abismo, en laque esos procesos tienen su exacta correspondencia con los que el protagonista del relato despliega en la ‘milagrosa’ escritura de su propia obra”. En la Feria del Libro Antiguo de California también estarán en venta los manuscritos de “El muerto” (1946) y “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz” (1946) ambos publicados en El Aleph. Los precios de los manuscritos se informan en la página web de la Feria.
Entre las primeras ediciones de libros de Borges, dedicados por él, se encuentra un ejemplar de Inquisiciones (de 1925), con la siguiente leyenda autógrafa: ”Para Manuel Rojas Silveyra, muy cordialmente. [fdo.] Jorge Luis Borges”.En su madurez, Borges fue inquisidor de esta obra: impidió que fuera reeditada e incorporada a sus Obras Completas, como pasó con El tamaño de mi esperanza y El idioma de los argentinos. Rojas Silveyra se destacó como crítico y director de Augusta, la más prestigiosa revista de arte de la época. “La amistad que los unió le permitió a Borges encomendarle la lectura pública de lo que debió ser su primera conferencia (’El idioma de los argentinos’, el 23 de septiembre de 1927), que su conocida fobia le impidió encarar personalmente”, comenta Aizenman. Otro de los ejemplares dedicados es una segunda edición de El aleph, de 1952. “A Roberto Godel, con vieja amistad. Jorge Luis Borges. Buenos Aires, 1952”, se lee. Borges prologó el libro de poemas de su amigo de la infancia, Nacimiento del fuego. “Mi amistad con Roberto Godel es larga en el tiempo -escribió-. En nuestro común Buenos Aires, en el desierto craso y chacarero de la Pampa Central, en un jardín mediterráneo en la Pampa, en otros menos sorprendentes jardines de los pueblos del Sur, he conocido muchos de los versos publicados aquí”. También lo menciona al inicio de “Juan Muraña”, uno de los relatos de El informe de Brodie. Vida y literatura afloran en la caligrafía menuda del máximo escritor argentino.
Fuente: Daniel Gigena, La Nación