El 11 de marzo de 2019 el cantante Sergio Denis se cayó de un escenario de tres metros de altura en Tucumán. De ahí en más calló definitivamente y entró en un estado de coma del que nunca pudo recuperarse hasta irse para siempre un año y dos meses después, el 15 de mayo de 2020 con 71 años cumplidos.
En esa larga lucha contra el silencio nunca se dejó de hablar de él como si hubiera caído en tiempo real frente a los ojos del pueblo. Antes, a Sergio se le había volado su don: la voz. Una inversión inconveniente, la mala racha, el estrés. Todo eso junto para empujar al cantante por detrás de los cortinados. El show debió seguir pero el formato fue muy distinto: se lo vio peregrinar por la tele contando la triste historia de su garganta dañada. Siempre el flequillo ese cayéndosele; siempre las mangas del saco arremangadas (guiño proletario o rural: arremangarse para sobrevivir); siempre “gracias”. Un artista del agradecimiento Sergio, que es como decir el punto final de la canción. Un estilista en el intercambio enamorado del aplauso del público y la gratitud de quien detenta el poder del micrófono.
Sergio había estado tanto tiempo dando vueltas entre nosotros que ya casi nos olvidamos de cuando y cómo llegó. Apareció en los tempranos años 70 en esa marea de cantantes melódicos, baladistas populares que se disputaban un lugar incierto: Favio ya era el del cine y el de Perón, Sandro comenzaba a amurallarse y Palito detentaba una corona con las primeras evidencias de óxido. La melena de Sergio no era hippie, no era la del rock, sucia y desprolija. Era otra melena, la de los galanes-cantantes: cuidada, contenida. Más cerca de la del fútbol (Alonso, Kempes, Luque) y de la melenita militante, tal vez.
La tapa de su quinto long play, Sergio Denis (¡el tercero en llamarse así entre 1970 y 1974!) es el retrato perfecto del artista que debajo del escenario era Héctor Omar Hoffmann Fenzel. Echado al pasto en un atardecer campero, acaso en el suroeste de la provincia de Buenos Aires, cerca de la Coronel Suárez que lo vio nacer, Sergio detenta una belleza country. Es un tipo con facha y rasgos de bondad, entre un galán de Migré y una promesa de Nashville. Aprieta algo entre los dedos, tiene el horizonte por detrás y la cámara toda por delante. Una pierna extendida, la otra quebrada; canchero y tierno, todo junto.
Una década después esa imagen había sido desplazada por la que se fijó en la memoria popular como la de Sergio Denis. La de los sacos (siempre arremangandos) de color en combinación con pantalones blancos y un peinado nuevo pero nada raro: pelo corto en los parietales y esa cascada que se iría encaneciendo viniéndosele sobre la frente. Una suerte de conquistador de discoteca VIP con la voz clara y la sonrisa eterna. Esa imagen tenía un sonido que atravesó la prueba esencial de la cultura popular cuando el hit “Te quiero tanto, no me preguntes más” fue apropiado por las hinchadas de fútbol cambiando el estribillo “Hoy querida mía, hagamos el amor con alegría” por alusiones metafóricas a la genitalidad (“ustedes pongan huevo que ganamos”). Primero en Argentina, claro, pero luego también en Paraguay, España y, según el mismo Denis, Inglaterra (Chelsea) y Alemania (Bayern Munich) ya sin registro de la huella del autor. Ese sonido Sergio Denis había realizado el tránsito de la radio y la tele a la popular y de las sábanas a los trapos en esa traspolación de un erotismo sereno (Sergio no era Sandro) a una exigencia sacrificial de amor a la camiseta. Así, Denis no iba de la cama al living como García sino de la cama al tablón.
No parece casual entonces que “Te quiero tanto…” haya sido la punta de lanza de Imágenes, su álbum número 17, de 1986. Aunque en la tapa se lo veía con un sweater playero celestito (en el corte de la foto se advierte que, sí, está arremangado) el sonido tecno pop de “Te quiero tanto…” hace sinestesia con su imagen de elegante sport, con el definitivo look Denis. La instrumentación del hit es una síntesis de los cambios estructurales en la música popular. Quince años atrás a Denis se lo arropaba con las orquestas regenteadas por los sellos del mismo modo que habían sido grabadas las primeras baladas de Cacho Castaña, por ejemplo.
Escuchar al Sergio Denis de 1986 parece, en cambio, un tour sónico por los catálogos de Casio y Yamaha. La cama a la que hace referencia la canción es un colchón de sintetizadores entrelazados como amantes a puro latido de batería electrónica con un saxo erecto que casi aturde. Nada muy distinto del sonido de Los Abuelos de la Nada circa “Himno de Mi Corazón” o del Virus de “Relax”, aunque ni siquiera en el momento más pop del rock argentino Sergio estuvo cerca de la escena o tuvo su momento de reconocimiento como Sandro y el tardío Palito. Sin embargo, en su repertorio se cuelan adaptaciones de Mamas & The Papas (“California Dreamin”), Paul Mc Cartney (“Pipes of Peace”) y John Denver (“Annie’s Song”). Y ojo que en el álbum Al estilo de Sergio Denis 2 (1981) deja constancia de un “Beatle Medley” donde se enganchan “Anna”, “Eleanor Rigby”, “Here, Then and Everywhere”, “Carry That Weight”, “The Long and Winding Road” y “Hey Jude” (donde…¡grita!). Adivinen si no estaría pegado a Get Back ahora mismo.
“Te quiero tanto” es el sonido que se nos representa cuando pensamos en Sergio Denis. El estribillo vitalista, el himno (argentino y sexual) a la alegría donde acaso él haya apropiado la noción de garra del fútbol para exigirle onda a los amantes que tiene más de celebración desorbitada (por eso la cancha) que de ritual íntimo bajo las sábanas. Y es un sonido de la modernidad de los 80 cuando como él mismo lo pone en el título del álbum la imagen lo era todo o casi. Están ahí su Imágenes junto con las “Imágenes retro” de Soda Stereo o las “Imágenes paganas” de Virus. No es que haya que rockearlo sino que es necesario entender que algo de la energía de la época estaba en su radar. Una historia del tecno pop argentino de Los Encargados a Miranda! sería incompleta sin “Te quiero tanto…”, la canción con la que el galán-cantante se metió al mismo tiempo entre trapos y sábanas. Con diez millones y medio de clics en Spotify es, por lejos, su canción más escuchada en la era streaming. Sergio no se calló, entonces. (Quien haya ido alguna vez a la cancha sabrá como completar la canción).
Fuente: Fernando García , La Nación