Lo calificó como «un caso único del arte directamente imitando a la vida» a través de una trama que se alza con fuerza como un sentido homenaje al fallecido Chadwick Boseman, quien encarnó originalmente al héroe del título.
«Hacerla nos abrió una avenida para usar nuestro duelo con un propósito artístico. Fue poderoso de experimentar y muy terapéutico para nosotros como actores y actrices, el poder traer nuestro dolor cada día al set y hacer uso de él», aseguró la intérprete sobre el lanzamiento de la cinta, que cuenta una vez más con Ryan Coogler en la silla de dirección.
Pero la prematura muerte de Boseman en agosto de 2020, producto de un cáncer de colon que había decidido no hacer público, es, aunque la más sustancial, una más de las marcas que arrastra esta producción y que la posicionan entre lo más esperado de Disney para este año.
Es que el antecedente de «Pantera Negra» (2018) fue un peso pesado por sí mismo: no solo revolucionó la forma en que las audiencias afro se vieron representadas en el hasta entonces muy blanco y estadounidense Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), sino que fue la primera de su género en obtener una nominación a Mejor película en los premios de la Academia de Hollywood.
Con esos puntos en su haber, los estudios pronto pusieron manos a la obra en esta secuela, que será la número 30 de la lista de largometrajes de esta meganarrativa y el título que dará cierre a su llamada Fase 4, que introdujo nuevos personajes en un tablero todavía sacudido por el traumático y destructivo evento visto en «Avengers: Endgame» y su posterior resolución.
Sin embargo, los planes para darle continuidad a T’Challa, líder de la nación ficcional y africana de Wakanda y encarnación de la protectora Pantera Negra, se vieron interrumpidos con la muerte de Boseman, y la rápida decisión fue muy clara en cuanto a que no sería reemplazado por un nuevo actor.
La honesta solución que hallaron sus responsables transformó por completo la trama y su contrato con las audiencias, al asumir también en ese universo que T’Challa sucumbió frente a una enfermedad nunca develada para retratar la forma en que su madre, Ramonda (Angela Bassett), y su brillante hermana menor, Shuri (Letitia Wright), lidian con su partida.
Desde allí se desatan los hechos de «Wakanda por siempre», que transcurren un año después de ese fatídico episodio y están permanentemente atravesados por el recuerdo de Boseman como un hilo que une el filme de principio a fin como más que un mero tono, incluso al adentrarse en la acción que, como en todo producto de superhéroes, debe decir presente.
Es así como aparece Namor (Ténoch Huerta), rey de Talocán, una civilización de raíces mayas que vive debajo del agua desde que debió despedirse de tierra firme por la violenta colonización española, y que guarda un inesperado vínculo con Wakanda que lo empuja a proponerles una coalición para protegerse de un mundo exterior que, por lo visto, está muy interesado en saquear los preciados recursos de avanzada de ese territorio y que también podrían afectar a los suyos.
Shuri y Ramonda, junto a otros personajes como la Nakia de Nyong’o, el brutalmente gracioso M’Baku interpretado por Winston Duke o la tenaz guerrera Okoye encarnada por Danai Gurira; deberán decidir entonces cómo se enfrentarán a este nuevo escenario y a la aceptación de la muerte de su líder.
De cara a su desembarco en las salas, Nyong’o conversó junto a Nate Moore -productor de la cinta junto al siempre omnipresente Kevin Feige- sobre el detrás de «Wakanda por siempre».
Periodista: Esta entrega no es sólo una parte más del UCM sino un homenaje a Chadwick Boseman. ¿Cómo se desarrolló la producción al respecto en ese sentido?
Lupita Nyong’o: Nos pusimos el objetivo de honrar su legado, y la forma que Ryan (Coogler) buscó para abordar el tema fue que nosotros reconociéramos esa pérdida también en la ficción, así que es un caso único del arte directamente imitando a la vida. El dolor no es sólo llorar todo el tiempo, a veces es recordar y reír juntos, y realmente mantener viva la memoria de alguien. Eso puede adoptar muchas formas, y en esta película vemos a los personajes lidiando con eso de maneras diferentes. Espero que la audiencia pueda sentirse representada también, creo que puede resonar con un montón de personas, porque hemos experimentado muchísima pérdida en los últimos años.
Nate Moore: Es un tributo a él como persona y a su personaje. Al hacer la película queríamos ser sinceros sobre lo que tanto nosotros como las audiencias sentían a nivel emocional con su ausencia, pero también los personajes. Así que la película en sí misma trata sobre la pérdida y el duelo, pero también sobre cómo se atraviesan esos sentimientos para salir del otro lado.
P: La primera «Pantera Negra» ya trataba la cuestión del colonialismo, y esta secuela va un poco más allá alrededor de ese asunto. ¿Por qué eligen hablar de esa problemática?
LN: Ahí está su complejidad, porque explora a Wakanda como una nación que recién está empezando a abrirse al resto del mundo y a experimentar los desafíos de hacerlo, y a Talocán, que se le parece mucho en algunos aspectos. En ese sentido, esta trama es una exploración de lo que significa el nacionalismo, cómo luce la autoprotección, todos temas con los que lidiamos día a día. Y no lo hace escapándole a la propia historia de Mesoamérica, con lo poco que sabemos de ella. Así que creo que traducir honestamente esa verdad y cuán profundo llega el colonialismo, porque no tiene una sola cara, es otra forma de reintroducir la cuestión en la cultura moderna.
NM: Para mí es la realidad del mundo en que vivimos, algo prevalente en el mundo y a través de muchas culturas, así que me parece que no hablarlo es falso. Acá tenés a Wakanda, que es una nación que nunca fue colonizada, así que cuando pensás en un antagonista para esa nación tenía sentido tener a un líder como Namor, que sí había vivido eso. Se convierten en buenos adversarios, no sólo por sus poderes, pero porque ideológicamente están opuestos el uno al otro, y tuvieron tan distintas experiencias que hace que transforme en un buen drama.
Fuente: Victoria Ojam, Télam.