Salas llenas, musicales, escena independiente y mucho talento en una temporada teatral que brilla

Ante la crisis del audiovisual y sin ficciones, el teatro comercial y el indie sostienen una pujanza que se demostró en vacaciones de invierno. Los musicales explotados y los nuevos jugadores confirman la tendencia, mientras que los fenómenos del off no paran de crecer. Hablamos con especialistas.

Solo podés producir una comedia musical en la Argentina si el corazón la gana a la cabeza. Lo dijo en privado Daniel Grinbank, y lo evoca el productor Carlos Rottemberg en una columna de opinión de un año atrás que ahora trae a cuento. Es que ahí pronosticaba que los musicales eran una tendencia que llegaría a imponerse en nuestra plaza. Esta temporada, con cuatro de ellos entre los diez espectáculos más vistos, parece darle la razón.

Claro, Grinbank se refería al riesgo y los costos que implica montar una obra con formato de gran espectáculo. Que genera, en términos de puestos de trabajo directos o indirectos, y si se trata de un show mediano, entre cuatro o cinco veces más contrataciones que una comedia de texto. Rent, dirigida por Fernando Dente, Mamma MíaSchool of rock, que superó los 75 mil espectadores en cinco semanasLegalmente Rubia, en la primera sala consagrada exclusivamente al género del país, el Teatro Liceo, son algunos que mostraron, especialmente en estas vacaciones de invierno, que el género goza de buena salud.

Si las boleterías de cine, a pesar de los más de seis millones de espectadores de Intensamente2, muestran una caída de casi la mitad con respecto al invierno 2023, en sintonía con otros rubros del consumo, el teatro sale bastante airoso de la comparativa. Según lo último auditado por AADET, que nuclea a los empresarios teatrales, entre enero a junio solo bajó un nueve por ciento.

School of Rock. El musical basado en la película de Richard Linklater hizo 75 mil espectadores en sus primeras cinco semanas. (Foto: Prensa)
School of Rock. El musical basado en la película de Richard Linklater hizo 75 mil espectadores en sus primeras cinco semanas. (Foto: Prensa)

“La temporada pasada fue muy fuerte, contradictoriamente con la economía argentina. Entre otras cosas, porque la diferencia de precio del dólar blue hizo que viniera mucha gente de países limítrofes y tuvimos como nunca que aprendernos hasta las efemérides uruguayas para saber cuándo era fin de semana largo allá o en Chile, porque se notaba mucho” dice Rottemberg a TN Show desde Londres, donde está con su familia viendo y eligiendo, precisamente, musicales.

Y agrega: “Este año eso no pasa. Trabajamos con un público netamente argentino, pero aun así la caída es poca. Porque es una temporada con muchos jugadores y porque la falta de ficción indiscutiblemente apoya eso y hace que las figuras miren al teatro con más cariño todavía”.

La crítica especializada en artes escénicas Natalia Laube coincide: la crisis del audiovisual contribuye a fortalecer el teatro. “En Buenos Aires tenemos tanta cantidad de actores muy buenos por metro cuadrado que es de locos. Y muchos, con la merma de la industria audiovisual, están en el teatro ahora, cuando hay una cantidad de propuestas impresionante, sobre todo en el comercial”, dice.

Para Laube, el teatro comercial y el independiente están absorbiendo toda la pujanza que se vive en este momento porque coincide con un circuito oficial “de capa caída”. “Sobre todo el teatro independiente, que no es necesariamente off o alternativo, un teatro independiente muy profesional, como el que se hace y se puede ver en Dumont 4040, en El Galpón de Guevara, en Caras y Caretas y ese tipo de salas, está sumándose al comercial en la extraordinaria oferta de propuestas. Mientras el oficial aparece bastante apagado. Hace rato no me pasaba que no me interesara casi nada de lo que está programando el San Martín o el Cervantes. Si en algún momento, sobre todo durante la gestión de Alejandro Tantanián, el Cervantes fue un espacio en el que uno quería ver todo lo que se programaba, ahora forma parte de un teatro público que no despierta avidez, como sí lo están despertando otros circuitos”.

En cuanto a los musicales, hubo claros referentes que marcaron la tendencia de la escena después de la pandemia, comoMatilda, basada en la obra de Roald Dahl, que superó las 130.000 entradas vendidas a 8 semanas de estrenar. Una producción impactante, con casi 200 personas trabajando directamente en el show, 30 artistas sobre el escenario y un elenco encabezado por Laurita Fernández, Agustín ‘Soy Rada’ Aristarán, José María Listorti y Fernanda Metilli. Además, fue elegida para producirse por motivos personales de Rottemerg, cuya hija se llama Matilda.

Fue un riesgo muy grande, sobre todo no viniendo de un espectáculo de televisión. Ni siquiera de un personaje Disney. Apuntando directamente a lo pedagógico con el formato de gran espectáculo. Y funcionó. School of rock sigue esa línea: estábamos acostumbrados al infantojuvenil de la tele, y acá lo que está moviendo mucho el avispero es este formato a lo grande, en la sala más importante de la Argentina, el Gran Rex, que sale de lo común. Surgió a partir de una frase que me gusta repetir: estamos haciendo lo que nosotros llevaríamos a nuestros hijos a ver. Eso es lo que más prendió. Y se terminó convirtiendo en un negocio”, expone el productor.

Matilda, el musical vendió 130 mil entradas en sus primeras ocho semanas. Según su productor, Carlos Rottemberg, punta de lanza de una tendencia que ahora se consolida. (Foto: Prensa)
Matilda, el musical vendió 130 mil entradas en sus primeras ocho semanas. Según su productor, Carlos Rottemberg, punta de lanza de una tendencia que ahora se consolida. (Foto: Prensa)

Entre los nuevos jugadores, viene apostando fuerte Club Media, que hilvanó puestas como Heathers con el exitoso estreno deRent, también dirigida por Fernando Dente, El Principito, con Juan Carlos Baglietto y se asoció con el oficial para llenar la sala del Teatro Sarmiento, frente a la Rural, con Personas, lugares y cosas, del inglés Duncan MacMillan, con Flor Otero, que hace doblete con las funciones de El Principito.

Si se amplía el territorio más allá de la calle Corrientes, aunque quede a pasos como el Teatro Picadero, la diversidad y altísima calidad de las propuestas, en las que el independiente y el comercial se mezclan es abrumadora. En el Caras y Caretas agota localidades la extraordinaria Suavecita, el gran fenómeno del boca a boca de ese primer circuito. Arrancó en la sala Nun, siguió en el CyC y se prepara, entre giras internacionales, para estrenar el próximo 13 de agosto en el Metropolitan. La puesta de Martín Bontempo en la que brilla la estupenda Camila Peralta, en un unipersonal que la lleva por distintos personajes centrados en uno, Suavecita, un hallazgo que funda un mito. Como dice su sinopsis, una fantasía marginal y pegajosa absolutamente desopilante, provocadora, creativa, brillante. Su crecimiento la llevó de una sala más pequeña a la que ocupa ahora, de un clima más íntimo a la actriz con micrófono, pero logró mantener su tremenda potencia.

Camila Peralta es Suavecita, de Martín Bontempo. El gran fenómeno de la escena independiente que no para de crecer y llega a la sala del Metropolitan el próximo 13 de agosto. (Foto: Prensa)
Camila Peralta es Suavecita, de Martín Bontempo. El gran fenómeno de la escena independiente que no para de crecer y llega a la sala del Metropolitan el próximo 13 de agosto. (Foto: Prensa)

Ahí nomás de Corrientes, el Picadero hace espacio a algunas de las mejores puestas de los últimos años, entre más recientes y verdaderos fenómenos de permanencia, comoEl loco y la camisa, de Nelson Valente. Ahí están, entre otras, Imprenteros, con y de Lorena Vega (y familia), La vida extraordinaria, de Mariano Tenconi Blanco, con Vega y Valeria Lois (que está graciosísima en Esperando la Carroza, feliz experimento de grotesco criollo llevado al teatro comercial con dirección de Ciro Zorzoli), y llega el estreno de la divertidísima Parlamento, de las Piel de lava (Petróleo), después de su ciclo en la sala de Arthaus.

La mixtura del teatro off y el comercial viene pasando desde hace varios años, sobre todo pospandemia, cuando el Metropolitan empezó a programar obras del off y del teatro oficial a las que les estaba yendo muy bien, pero bajaban de cartel y buscaban reponer. O sea, una obra que ya fue producida, que ya tiene la escenografía, que ya está escrita, en general por gente local, con lo que no tenés que pagar derechos caros de autor. Era baratísimo reponerlas en circulación, así que fue una estrategia económica, pero que funcionó. Si bien uno podría criticar por qué el teatro oficial, público, pone dinero para producir y después el teatro comercial lo explota, lo cual es raro, lejos de cuestionarlo entiendo que también permite que esas obras se encuentren con otros públicos, y eso está bueno”, dice Laube.

Otra constatación de la escena teatrera es, según la crítica, el regreso del pacto del público con ciertas salas: “Hay espacios con una programación muy nítida y sólida. Con un público que no sabe qué hay, pero confía en que va a estar bueno y compra la entrada. El Galpón de Guevara, por mencionar una más off, el Caras y Caretas, el Teatro Picadero, que es casi comercial, están haciendo eso. Generando una identidad de programación muy clara, y está buenísimo”.

Fuente: TN