Hay una imagen viva con la que millones recuerdan a Marilyn Monroe sin importar la generación. Cabello corto y ondeado (rubio, por supuesto), labios rojo carmesí, un vestido blanco de escote profundo que juguetea con el viento y una sonrisa coqueta que cierra la postal. De seguro podés imaginarla. Lo que muchos no saben, es que, además de formar parte de una de las escenas más célebres en el cine, ese vestido níveo es también el más costoso de la historia. ¿Por qué? Aquí los motivos.
El vestido blanco que Marilyn Monroe lució en La comezón del séptimo año (1955), fue diseñado por el modisto californianoWilliam Travilla, que, cuando empezó a trabajar con la actriz, ya era reconocido en el mundo del diseño de vestuario, pues había conseguido un Premio Oscar por su trabajo en la cinta El burlador de Castilla en 1950, con solo 28 años de edad.
La histórica escena – que se rodó el 15 de septiembre de 1954 – fue grabada en interiores, pues la intención inicial de rodarla en exteriores se vio frustrada por una afluencia de más de mil personas en la esquina de la Calle 54 y Lexington Avenue.
Desde un inicio, el director Billy Wilder, tenía el presentimiento que esta escena sería gloriosa, pues la combinación entre la sensualidad nata de Monroe y la exquisitez del vestido era prometedora. Y así fue. Aunque aún no se sabe el verdadero alcance del momento, la imagen ha quedado perpetuada en la historia del mundo cinematográfico.
Hablemos ahora de la composición del vestido. Se trató de un diseño cóctel de tono marfil, con un leve efecto de satén que le sumó el lujo propio del «Old Hollywood». La estructura, poseía un escote profundo, que terminaba en una especie de corpiño que elevó indudablemente la silueta de Monroe. Para cerrar, la pieza florecía en una falda plisada, zona que tuvo su momento estelar al sucumbir al aire de las rejillas del metro.
Tras la muerte de Marilyn Monroe, Travilla guardó cada pieza que había diseñado para la actriz con mucho recelo, incluido el vestido marfil mencionado. En 1990, cuando el modisto falleció, las prendas vieron la luz y empezaron a protagonizar exposiciones curadas que recorrieron distintas partes del mundo en honor al legado de la actriz.
Años después, la pieza pasaría a manos de otra estrella del cine, la actriz Debbie Reynolds, inolvidable por su papel en la cinta Cantando bajo la lluvia. Reynolds, era también una gran admiradora de Monroe, por lo que cuidó el vestido con mucha dedicación, hasta el año 2011, cuando lo ofreció en subasta.
Fue allí que la prenda diseñada por Travilla y lucida por Marilyn se convirtió en la más costosa de la historia, pues el mejor postor ofreció la exorbitante cifra de US$5.520.000 por ella.
Sin embargo, esta no es la única pieza que Marilyn Monroe ha conseguido posicionar entre las más caras del mundo, pues el vestido brillante que lució para cantarle «Feliz Cumpleaños» al entonces presidente de los EEUU, John F. Kennedy, se alzó con una cifra de más de 5 millones de euros, y consiguió un lugar en el Libro de Records Guiness. El vestido, fue diseñado por el modisto francés Jean Louis, y estaba cubierto por más de 6 mil cristales bordados a mano en su estructura.
Fuente: Celeste Pérez, El Comercio (Perú) , La Nación