Arrogante, ambicioso e individualista son algunos de los adjetivos que más aparecen en las semblanzas de Jimmy Page (9 de enero de 1944), uno de los grandes dioses de la guitarra del rock & roll al frente de Led Zeppelin que este domingo cumplió 78 años.
Sin embargo, como afirma su biógrafo Chris Salewicz, «la suya ha sido una vida extraordinaria que lo ha levado a los rincones más oscuros, pero sin perder de vista la búsqueda como arte». La búsqueda, en el caso de Page, de algo que ni él mismo era capaz de definir o de describir. La búsqueda de un misterio, de un mayor conocimiento no necesariamente reservado para los hombres. En su caso, a través de la heroína y otras drogas, influido como estaba por lecturas que invitaban a alcanzar estados alterados de conciencia, y también un irrefrenable magnetismo por el esoterismo, Page hizo de sí mismo un culto. «Podríais no estar de acuerdo con los métodos que ha utilizado para desencadenar o liberar su creatividad y quizá no podáis evitar la impresión de que ha sido fanático o que estaba enfermo de poder, o de que se ha permitido una vida privada llena de escándalos, muchos de los cuales, por supuesto, incentivan la adoración de sus fans». Bienvenidos a una vida oscura como la noche.
La existencia de Page está marcada por las contradicciones. Millonario y avaro, enorme guitarrista pero enfermizamente inseguro, hedonista y al mismo tiempo hechizado por la muerte. Propietario de una enorme colección de coches de lujo que no tiene carnet para conducir. En la juventud y gloria de su carrera, Page pudo atiborrarse de tantas drogas y mujeres como quiso. Sus andanzas están documentadas por Salewicz, que presenta la biografía con el orgulloso título de «definitiva». Evita la exageración y desmonta alguna leyenda. Pero de todas las etapas de su biografía, el personaje más seductor no es el joven, sino el loco Page, el que, fascinado por la lectura de Aleister Crowley llevada hasta el extremo, se convierte en lo que su biógrafo describe como un Howard Hughes del rock. Encerrado en Boleskine House, la casa que fuera del propio Crowley ubicada a la orilla del Lago Ness, permanece ajeno al mundo y nos lo imaginamos a oscuras… hasta que dos días antes de la Navidad de 2015 la casa ardió hasta sus cimientos.
Muchos años antes, Page había dejado de hacer música. Él ya se había convertido en su propia obra de arte, en una divinidad delgada y de larga melena convencido de conocer la verdad. De no haber sido millonario, podría haber predicado fácilmente en la esquina de supermercado. También le siguió funcionando el truco del esoterismo para mantener su dieta femenina semanal, con el innecesario pretexto de leer alguna carta astral.
Metafísica satánica
En todo caso, si bien la obra discográfica de Led Zeppelin habla por sí sola, es cierto que el contenido «extra», digamos, de metafísica satánica (en las portadas de los discos aparecían runas representando a los músicos, y Page creó el concepto de Zoso que muchos jóvenes estamparon en sus cazadoras) convirtió al grupo en un culto y a Page en su profeta. Incluso, Robert Plant le hacía en cierta manera de contrapeso mundano. Además, ambos fueron nada menos que los responsables de un género nuevo, los padres putativos del heavy metal. El mundo estaba ya preparado para la aparición demoníaca y los seguidores de Lucifer.
«Con Led Zeppelin construye un universo mágico que tendrá gran impacto en el mundo real. Lo que sea que haga Page en un nivel esotérico se trasladará, allí donde Led Zeppelin esté, a sus iniciados», afirma Salewicz. Sin embargo, el verdadero demonio del grupo fueron las drogas. A ninguna le hacía ascos Page, que terminó con una severa adicción a la cocaína y la heroína. Con el fallecimiento del inigualable batería John Bonham, Led Zeppelin estaba condenado a estrellarse como el zepelín de plomo que les vaticinaron que serían. Pero Page vivía y respiraba por la banda, su personaje parecía no tener sentido sin ella, y atravesó un largo pasillo de depresión y mazmorras de su propio castillo físico y mental. Ataviado con una bata, como un jubilado o un espectro gótico, el guitarrista dirigía por temporadas el lanzamiento de nuevos productos tirando de su ingente archivo. El músico logró desengancharse, de alguna manera logró sobrevivir. Pero la energía negativa, llámenlo magia negra de su aura nunca se desvaneció. A finales de 2015 anunció que publicaría un nuevo trabajo, el de la redención final, que llevaría de gira por todo el mundo. Un músico de Soundgarden iba a apoyarle. El talentoso Chris Cornell, sin embargo, en mayo de 2017, cuando el proyecto no había arrancado, se ahorcó en una habitación de hotel.
«Jimmy Page. La biografía definitiva»
Chris Salewicz, Libros Cúpula
511 páginas,
27,95 euros
eBook: 13,29 euros