Elsa está de regreso. Para que eso ocurra, y no pasa todos los días en el mundo de la animación, los dos directores de la saga de Frozen fueron hasta los países nórdicos en búsqueda de musas inspiradoras y de hipnóticas auroras boreales. El viaje los llevó a visitar fiordos, cataratas, mágicos bosques escandinavos y hasta un glaciar azul. Es que la reina de la nieve, que derritió al público cuando apareció por primera vez en la pantalla en 2013, ahora quiere explorar su pasado y averiguar por qué tiene el poder de convertir el agua en hielo. “Sabíamos que Elsa estaba a destinada a ser libre y con eso comenzamos la exploración”, dice el director Chris Buck.
Frozen: una aventura congelada, basada en un cuento de Hans Christian Andersen, ganó dos Oscar después de romper récords en su estreno de 2013, convirtiéndose en la película más taquillera de Disney, puesto que recién le desbancó en 2019 la nueva versión de El rey león. En Estados Unidos, el estreno de Frozen II recaudó más de 120 millones de dólares en su primer fin de semana, probando que había un público sediento. Y que la nueva canción, Mucho más allá, quedará en el inconsciente colectivo de los espectadores (los niños y los grandes que los acompañan) como pasó entonces con Libre soy.
Buck y su co directora Jennifer Lee, que además es la guionista de ambas películas y últimamente también la jefa creativa de Disney, recorrieron Islandia, Noruega y Finlandia en un viaje que resumen como “fascinante”. De ahí volvieron con la idea de que las dos hermanas protagonistas de Frozen pertenecen a mundos paralelos: Elsa es una criatura mítica mientras que Anna es un personaje de cuento de hadas. En Islandia encontraron a Elsa, “naturaleza pura y todopoderosa”. Los paisajes de Noruega y Finlandia se ajustaron más a la historia de Anna, quien termina como reina de Arendelle, liberando a su hermana de los menesteres mundanos para que pueda explorar toda su magia.
Imágenes de Frozen II, que es estrena el jueves 2 de enero. Foto: Disney
En Frozen II la naturaleza está viva y habla, dice el productor Peter del Vecho.
La pareja de compositores creadora del hit Libre soy, Kristen Anderson-López y Robert Lopez, escribió otros siete temas en la secuela, incluyendo la balada romántica ochentosa que canta Kristoff, enamorado de Anna. Las hermanas no se parecen en nada a las otras princesas famosas del estudio de animación, como Cenicienta o Blancanieves. Más acorde a los tiempos, ellas no esperan a que venga un príncipe a salvarlas. Elsa parece estar demasiado ocupada siguiendo voces que le hablan sólo a ella como para dedicarse al romance, mientras que su amigo Kristoff solo puede aspirar a convertirse en el príncipe consorte de Anna, líder indiscutible en esa pareja.
“Dos mujeres jóvenes e independientes escuchando un llamado de la naturaleza y yendo hacia lo desconocido. Los cuentos de hadas tratan de héroes ordinarios en un mundo mágico y esa es la historia de Anna. Las figuras míticas, como Elsa, a veces tienen un destino trágico y nos dan lecciones. Es fascinante verlas avanzar juntas” le explica a Clarín Jennifer Lee.
Un viaje para encontrarse. La historia de Frozen II. Foto: Disney
En el camino, creado fantásticamente por 75 animadores que participaron de la primera película, Elsa y Anna madurarán, y también lo hará a su manera el muñeco de nieve Olaf, un poco el filósofo de la historia y el alivio cómico, uno de los personajes más querido por los chicos. En una hora y media deberán cruzar un bosque encantado, luchar contra las fuerzas oscuras de la naturaleza, dominar a unas criaturas gigantescas, salvar a los arendelianos y a una tribu nórdica y descubrir los secretos que sus padres no pudieron contarles antes de morir.
En Frozen las protagonistas re imaginaban el amor filial, el amor entre hermanas, aquí el amor se enfrentará al miedo. Si hay que usar una sola palabra para describir la película sería “cambio” o “evolución” dicen los directores. “Hay algo muy lindo cuando tu hermana mayor descubre tu potencial, y eso lo que ocurre en Frozen II. Se protegen, se cuidan sus espaldas y, finalmente, terminan evolucionando”. Como pasa con Pinocho, con Bambi, con Dumbo, explica la directora, estos personajes son «evocativos, son parte de un mundo de cuentos al que no hay que tenerle miedo. Es parte de crecer”.
La alegoría termina con Elsa en su propio mundo mágico y Anna al mando de Arendelle. Encontrándose una vez por semana, junto a sus amigos, para contarse en qué andan. Por ahora, ninguno de los productores descarta que pueda haber más historias. Taquilla exitosa mediante, después de dos siempre puede haber tres.
Las actrices que prestan su voz
Como en toda película animada, y más si es un musical, las voces son muy importantes y no fueron elegidas al azar. Otra vez la cantante Idina Menzel le presta la suya, líricamente entrenada, a Elsa y la actriz Kristen Bell le da vida a Anna. Menzel, adorada por el resto del elenco por sus actuaciones en Broadway, canta esos hits enormes con total naturalidad. O eso parece. Ella dice que no siempre le es fácil, que por alguna razón la pareja de compositores le hace subir mucho la voz, llegando a registros impensados. “Cuando más alto tiene que ir su voz se hace poderosa y te pone piel de gallina”, le responde Kristen Anderson-López.
Kristen Bell e Idina Menzel, las que les ponen las voces a las princesas en Frozen 2.
Esta saga nació cuando, ya elegidas en un casting, un día Kristen Bell terminó en el living de la casa de su ídola Idina Menzel, cerca de su piano, improvisando una canción para ver si sonaban armoniosas. “Ella me puso las dos manos en mis hombros y directamente me derretí, la amé desde que la ví en Rent”, recuerda Bell. A partir de ahí la directora empezó a escribir la historia y nacieron, parafraseándola, el mito y el cuento de hadas.
En Frozen II se une al elenco Evan Rachel Wood (Westworld) interpretando brevemente a Iduma, la madre muerta de las dos hermanas. La actriz, asociada a trabajos más oscuros, cuenta haberse criado cantando musicales. “A mi hijo le canto canciones de cuna sacadas de esas películas animadas, lo único más cool que ser una princesa de Disney es ser una mamá de princesas de Disney que muere”. El elenco, reunido en Los Ángeles en una tarde de promoción, coincide en mostrarse muy orgullosos de formar parte del legado que dejó Walt.
Menzel viene cantando las canciones de Frozen por el mundo desde que terminó la primera película. Ahora podrá agregar otro hit, Mucho más allá. Jennifer Lee no sabe todavía si al musical de Frozen que llevaron a Broadway, que ella también escribió, le van a agregar estas nuevas canciones. Es muy pronto para saberlo, van a esperar a ver la reacción del público.
La balada que interpreta Kristoff, frustrado por no animarse a declararle su amor a Anna, es una de las favoritas en el cine. El actor que lo interpreta, Jonathan Groff, que también viene del universo de los musicales, cuenta que no era tan cómica mientras la cantaba rodeado de velas, que fueron los animadores los que le agregaron en la edición el toque que la hace adorable. Kristen le pedía que recuerde las veces que le habían estrujado el corazón. Ella misma admite haberse refugiado en Heaven, de Bryan Adams, para curar en su secundario sus males de amor. “Mi marido y yo estamos enamorados de la década del ’80” reconoce. Y también que todavía no logran entender cómo puede ser que a Libre soy (Let it go en el original) ya la hayan visto en YouTube más de dos millones de veces.Mirá también
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Los chicos que vean la película van a descubrir que los hombres están representados teniendo libertad de sentirse vulnerables, algo que usualmente se le adjudica a los roles femeninos. “Esto es muy bueno en la guerra contra la masculinidad tóxica”, asegura la compositora. Josh Gad, que le pone la voz al muñeco de nieve Olaf, dice estar fascinado por poder mostrarle a sus dos hijas chiquitas la existencia de Elsa y Anna, “dos jóvenes independientes que están cambiando la manera en que miramos a las princesas de Disney”.
La evolución de Elsa y Anna
Al comienzo de Frozen II se deja en claro que solo han pasado tres años desde que vimos a los personajes por última vez. Pero en la vida real este tiempo se duplicó, permitiendo mejores efectos especiales. Hay uno que trabaja con el cabello de Anna y permite ahorrar tiempo y tomas y también existe para Elsa ropa que no está hecha de tela. Ella aprendió a crearse vestidos con el agua y el resultado es fantástico. Mejor aún, a ambos personajes se los diseñó de cero, para incorporar la nueva tecnología.
Los cambios externos tienen que ver con su reloj interno, las hermanas han madurado. Elsa está más conectada a la naturaleza, mientras aprende a manejar sus poderes de manipular el agua. Por el lado frívolo, si se quiere, vienen los cambios de vestuario. Van a dejar Arendelle atrás para viajar por el bosque encantado y no pueden usar vestidos largos, por eso el diseñador les puso pantalones a ambas.
Elsa es tímida, Anna es decidida. Sus creadores no quieren estereotiparlas, les basta con saber que van apoyarse mutuamente en sus distintos viajes de autodescubrimiento. Desde la primera película algunos fans han especulado con la sexualidad de Elsa, pero no es algo que el productor ejecutivo o los directores estén interesados en explorar. Ella es un ser mítico, tiene que resolver sus problemas de identidad, enterarse el por qué de sus poderes, cuál es la historia de sus ancestros, qué le depara el destino. No tiene tiempo de pensar en romances, aseguran. A Anna el romance le llega sólo porque Kristoff está constantemente a su lado, tampoco le dedicaría mucho tiempo si él no estuviera tan presente. Esta no es claramente la típica historia de princesas de Disney del siglo pasado.
Fuente: Clarín