Es espontaneidad pura. Antonia Bengoechea (25) se divierte con las indicaciones que el fotógrafo le da durante la producción en su departamento despojado (porque a ella le gusta así), al que se mudó hace dos meses con su novio, el músico JuJu Ares. Hay un par de plantas “que ya venían con la casa”, aclara entre risas. “Así que, si salen en alguna foto, no pongan que soy ‘loca por las plantas’”, bromea. Después hay libros en el piso, una mesa y cuatro sillas. Pero “Toti” (como la llaman sus íntimos) no necesita más: está feliz con esta nueva etapa. Antes vivía con su mamá, Alejandra Darín, y su hermano, Fausto Bengoechea. “En realidad sigo en el barrio, nací en Colegiales y ellos viven a diez cuadras”. La pasión por la actuación forma parte de su ADN: es nieta de actores, hija de actores (su papá es el actor y director Alejandro Ben) y sobrina de Ricardo Darín.
“Ojo que tengo más familia, eh. Y no todos son actores. Por ejemplo, mi abuelo paterno era marinero y mi abuela Susana es ama de casa. También hay primos y tíos que se dedican a otra cosa”, aclara, entre risas. Antonia sabe de herencia artística, pero ella se ocupó de hacer su propio camino en la actuación. Eligió usar su apellido paterno entero –”porque mi papá lo acortó”– y de ninguna manera ponerse Darín. En teatro se destacó en obras como Israfel, El asistente y Remedios, una mujer sin patria, donde interpretó a la mujer del general San Martín. Este año llegó a hacer cuatro obras al mismo tiempo, vivió la vorágine de Argentina, 1985 (donde se puso en la piel de los “fiscalitos”) y acaba de estrenar la segunda temporada de Entrelazados (Disney+). “Ahora… ¡a descansar! No es un parate total porque siempre hay algo para hacer. Está bueno tener más tiempo para estar con mis amigos, con mi novio, con mi familia, reflexionar sobre algunas cosas, escribir, eso me ayuda a ordenar los pensamientos. Frenar un poco te enfrenta con cosas interesantes”, cuenta. Toti se define como una mujer curiosa a la que siempre le gusta explorar. “Si hay algo que me emociona o me hace pensar, le doy para adelante”. Así descubrió la fotografía y en el último año del secundario, la astrología. “Un día un chico me dio un volante de astrología por la calle, me enganché hablando y estudié un año”.
–Siempre te tocan personajes fuertes: en cine fuiste la hija menor del clan Puccio y una de las abogadas del fiscal Strassera en Argentina, 1985; en la televisión, la hija de Pablo Echarri en la novela La leona que se enamoraba de su tío…
–Sí, bravos todos. [Se ríe]. Me gusta hacer personajes fuertes. Hasta ahora las cosas que me llegaron son bastante fieles a lo que me interesa. No me gusta forzar nada, ni los trabajos ni los vínculos. Cada vez estoy más amigada con el “no control” de las cosas. Soy autoexigente, pero me permito el error, me causa ternura. El humor me parece muy importante para muchas cosas, sobre todo para tomar distancia, ver con perspectiva y aflojar un poco.
–¿Cómo viviste la repercusión de Argentina, 1985? Fue la primera vez que compartiste trabajo con tu tío Ricardo.
–Lo de la peli fue muy fuerte, pero tampoco se habló tanto de mí. [Se ríe]. Siento que pasó hace tanto tiempo… Filmamos en plena pandemia, nos hisopábamos todos los días. ¡Descubrí partes de mi cabeza que no sabía que existían con esos hisopos! Hablando en serio, fue muy fuerte porque filmábamos en los mismos lugares donde pasaron los hechos. Con el grupo de los “fiscalitos”, como nos decían, quedamos muy amigos y cada vez que podemos, nos juntamos. Con Peter [Lanzani] compartí muchas cosas: en La leona fuimos novios y después resultó que era mi tío, fuimos hermanos en El clan, colegas en la película… En la vida real somos superamigos.
PERTENECER A LA “DINASTÍA” DARÍN
–¿Los Darín son muy familieros?
–Creo que el último asado que comí en lo de mi tío Ricardo fue hace diez años. Me parece que eso es lo que a la gente le gusta creer. No nos juntamos todos los domingos a comer, en realidad no nos vemos nunca. Los adoro, pero cada uno está en la suya. Sí me veo mucho con mi mamá, mi hermano y mi abuela Susana. Ni siquiera a mi papá veo seguido porque vive en Bariloche y hace mucho que no voy. Me causa gracia esa necesidad de vernos así, tipo familión, pero no es real. No me acuerdo siquiera de una Navidad todos juntos. [Se ríe].
–¿Te molesta que te pregunten por la familia?
–Me aburre un poco, pero los quiero a todos. Sé que es parte del juego porque en el fondo todos quieren saber cómo es la familia.
–¿Pensaste en trabajar en España? Ricardo como tu primo Chino pisan muy fuerte allá.
–Estoy abierta a cualquier propuesta siempre y cuando me interese. Obvio que puedo preguntarles porque tienen una gran experiencia allá, pero es la experiencia de ellos. Mi camino siempre fue más independiente. Mucha gente ni siquiera sabe que soy la “sobrina de…”. Soy bastante mundana, inquieta y eso hace que no sea tan apegada. Es importante tener un espacio propio.
–Y de tu abuela, Renée Roxana, gran actriz de cine, teatro y televisión, ¿qué recordás?
–[Se le iluminan los ojos]. Era un personaje hermoso y cada vez se la extraña más. Lo ideal no es esperar que alguien se muera para darte cuenta de todo lo que lo querías. Por suerte yo la pude disfrutar un montón.
Producción: Consuelo Sánchez
Maquillaje y peinado: Bárbara Majnemer
Agradecimientos: The Ann Wagners y Mas Negro
Fuente: HOLA, La Nación.