Todos conocemos el ciclo: sale una buena versión, luego una mala, luego una buena y otra mala. Y así desde Windows 95 hasta la actualidad. Si nos regimos por este parámetro, Windows 11, el nuevo sistema operativo (SO) de Microsoft que sale este martes, tiene un desafío enorme por delante: desbancar a Windows 10, uno de los mejores de la compañía.
Se trata de una nueva versión del sistema operativo más usado del mundo. Es gratuita para quienes tengan una licencia oficial de Windows 10, el SO que ya lleva seis años en el mercado y que retiene cerca de un 75.8% de la cuota del mercado del resto de los Windows (7, 8, Vista, XP).
Si bien sale oficialmente el 5 de octubre, Microsoft habilitó la posibilidad de usarlo en fase beta con un programa para insiders, que fue la que probó Clarín (y a la cual puede acceder cualquier usuario con una computadora compatible -ver acá-).
A pesar de la renovada interfaz gráfica y el cambio de posición del menú inicio hacia el medio (estilo Mac), no deja de sentirse como un Windows 10 más moderno: no es un cambio brusco y es fácil adaptarse.
Awesome new feature in Windows 11 – snap built into the maximize button pic.twitter.com/ciyzAiUunl
— Brad Sams (@bdsams) June 15, 2021
Más allá de las formas, hay algunos cambios de fondo: un nuevo gestor de ventanas, un panel de widgets y servicios más integrados. ¿Y cómo funcionan estos cambios? ¿Inclinan la balanza para dar el salto el próximo martes?
Acá, lo bueno, lo mejorable y el veredicto sobre si conviene instalarlo o esperar un poco.
Interfaz: un paso adelante
Interfaz renovada de Windows 10, con ventanas con bordes redondeados. Foto Windows 10
Desde lo visual (UI), Windows 11 es un paso adelante: se ve más moderno, tiene bordes redondeados, nuevos menúes contextuales y carpetas y alertas de sonido rediseñadas.
Por supuesto, el elefante en el cuarto es el menú inicio, que está en el medio de la barra de tareas. ¿Cuánto costó acostumbrarnos a esto? Un día: al principio los ojos se nos iban hacia la esquina inferior izquierda, pero después de una jornada de uso intensivo, la mirada ya va hacia el centro inferior de la pantalla. Y entonces se torna totalmente natural (algo que Apple debe haber visto hace mucho tiempo).
Windows 11 desplazó el menú inicio haciaa el medio. Foto Microsoft
Otro cambio positivo es que Microsoft eliminó los “live tiles”, esos íconos gigantes en la barra de tareas que se arrastraban desde el catastrófico Windows 8 y que casi nadie usaba.
Por otro lado, es un SO más responsivo y veloz cuando arrastramos ventanas, que tienen un nuevo gestor con formatos predeterminados muy útil.
Sin dudas, Windows 11 se ve mucho más actual que su predecesor, al punto de que después de usarlo, Windows 10 tiene el aspecto de algo más añejado.
Widgets: mucho por mejorar
Widgets de Windows 11. Foto Windows
Los widgets son pequeñas interfaces visuales que resumen información: el tiempo, nuestro calendario, correos no leídos y demás funciones. Windows 11 trae un set de widgets que operan dentro de un panel que se asimila a lo que hace Google con Discover en teléfonos Android: una suerte de home con una barra de búsqueda e intereses relacionados al usuario.
Si bien tiene funciones interesantes a mano como el pronóstico, el problema reposa en el talón de aquiles de Microsoft: el sistema de recomendaciones de noticias no tenía absolutamente nada que ver con nuestros intereses.
Se trata de un caso donde el gran competidor de Microsoft aplasta a Windows: las recomendaciones de Google Discover siempre son muchísimo más atinadas, debido a que opera en base a nuestra navegación en Google Chrome. En este caso, hay que entrar activamente a decirle a Windows qué intereses tenemos a través de un servicio de MSN.
En nuestro caso, aún configurando el feed, Windows no tomó los cambios y seguíamos viendo noticias que no eran de nuestro interés (aunque seguramente esto lo corrijan fuera de la beta).
Integración de servicios: Teams, Xbox y ¿Android?
Steam y Xbox, las aplicaciones en las que se hicieron las pruebas en gaming. Foto Windows
Una de las grandes apuestas de Microsoft es sacarle jugo a Teams, el “área de trabajo” que logró sacarle mucho mercado a Slack y que es usado en muchísimas compañías. Y por esto ahora viene integrado en la barra de tareas por defecto, para poder iniciar más cómodamente una sesión de trabajo o una videollamada (como sucede con Facetime de Apple, o Meet en Chrome OS).
Lo interesante es que además de ser multiplataforma (permite interactuar con usuarios de Android o iOS), las notificaciones aparecen en la pantalla y es más fácil responder.
Lo mismo sucede con el servicio de Xbox: Microsoft apunta a la integración y a que su negocio en la industria de los videojuegos pase por la suscripción a Game Pass (su “Netflix de juegos”). Por eso la aplicación de Xbox viene incorporada en el sistema operativo.
Respecto del rendimiento, Microsoft explicó que mejoraría con tiempos de carga más reducidos. Pero en nuestra experiencia, con juegos instalados en un disco de estado sólido (SSD), casi no hubo diferencia con Windows 10: en ambos casos cargó rapidísimo.
Windows 11 está pensado de manera optimizada para laptops Surface. Foto Microsoft
Una de las funciones más esperadas de Windows 11 es la de poder ejecutar aplicaciones de Android en el ecosistema del sistema operativo. Esto es muy útil para, por ejemplo, abrir aplicaciones que de manera nativa están pensadas para teléfonos, como Instagram que tiene una experiencia muy mala en su versión de escritorio.
Por último, los escritorios múltiples siguen siendo igual que en Windows 10, una arma de doble filo: muy útiles, pero si el usuario es desorganizado puede derivar en un consumo excesivo de memoria RAM (y, por ende, en una ralentización del equipo)
¿Vale la pena instalarlo?
En su versión beta, Windows 11 parece ser un sistema operativo sólido. En las pruebas de su versión beta no presentó problemas y todo corrió de manera fluida, salvo en contadas excepciones. El saldo del update fue positivo.
Respecto de las novedades, es cierto que algunas ya existen en otros sistemas operativos como Linux (ventanas ajustables con plantillas) y que, si de diseño hablamos, Apple siempre lleva la delantera.
Pero Windows 11 trae pequeñas mejoras en la calidad de vida del usuario que, si bien no son radicales, sí generan un uso más cómodo y fluido que impacta en el trabajo del día a día.
La pregunta clave: ¿vale la pena dar el salto?
Depende. Para entusiastas que disfrutan de estar al día con “lo último”, parece ser un paso seguro hacia un SO moderno. Y, a fin de cuentas, un poco inevitable a futuro.
Pero la realidad es que la norma general es la de esperar un poco para evitar posibles crashes (reinicios inesperados, pantalla azul, etc.) que puedan surgir con los primeros meses de vida de un nuevo sistema operativo.
Si se tiene en cuenta que Windows 10 tendrá soporte oficial hasta 2025, no parece haber mucha urgencia para actualizar a Windows 11, aunque sin dudas sus nuevas funciones son un sólido paso adelante que todavía tiene aspectos por pulir.
El diseño de las carpetas también cambió. Foto Windows Blog
Clarín probó Windows 11 en una PC de escritorio:
CPU: AMD Ryzen 5 3600X
Ram: 16 GB
Placa de video (GPU): EVGA GeForce RTX 3060 de Nvidia
Resolución: 2K (2560×1440) a 165 Hz SSD
Kingston KC2500
Fuente: Clarín