La idea de fotografiar la imagen original de la Virgen de Luján para una simple donación tomó un rumbo inesperado y, a partir de la sucesión de gestos providenciales, derivó en un libro de ilustraciones que muestran detalles poco conocidos de la figura religiosa más venerada en el país y de la histórica basílica.
Virgen de Luján. La Madre de todos. Retratos inéditos de María es el título del libro del fotógrafo Adrián Melo, publicado por El Ateneo, que presenta un recorrido en imágenes por todos los rincones del santuario, del que Melo y su familia son vecinos. Una historia que tiene su propia historia.
«En 2015, yo estaba trabajando en la imprenta que fundó mi padre, Armando Melo, hace 40 años, y llegó una voluntaria del Hospice Madre Teresa, que ofrece cuidados paliativos a enfermos terminales de cáncer. Unos días después se me ocurrió hacer una foto de la imagen original de Nuestra Señora de Luján y donarla para que el Hospice pudiera recaudar fondos», rememoró el fotógrafo y artista, en diálogo con LA NACION.
Poco después, un encuentro casual con el jefe de compras de la basílica, que buscaba un lugar para que su hija estudiara fotografía, derivó en una invitación para sacar fotos del santuario. Hace casi seis años empezó y aún hoy -dos exposiciones mediante- sigue retratando los acontecimientos que rodean a la Virgen de Luján, como la Misa por la Vida que encabezaron los obispos cuando el Congreso discutía la legalización del aborto y el encuentro que reunió a Mauricio Macri y Alberto Fernández, en diciembre de 2019, a quienes el padre Lucas García, uno de los rectores de la basílica, les obsequió fotos tomadas por Melo.
«Con una escalera de 8 metros me puse frente a frente a la Virgen, en el altar de la basílica, y me propuse mostrar detalles que en general no se advierten de una imagen con tanta devoción y tantas gracias», resumió.
Los curas de la basílica invitaron al fotógrafo a participar del rito del manto de la Virgen, que cada año se cambia. Subió, desvistió la imagen de terracota y le puso el manto nuevo celeste y blanco, con el rosario y la corona. El manto que se retira se corta en 70.000 pedacitos y se hacen estampas que se distribuyen entre los peregrinos que van a Luján.
Al estar a centímetros de la Virgen, Melo descubrió detalles curiosos, como la firma de Pallarols en la medialuna que rodea a la figura, probablemente resabio de alguna restauración.
En el Museo de la Basílica de Luján se conservan la corona original, hecha en oro y diamantes, y una rosa dorada que Juan Pablo II le regaló a la Virgen cuando llegó a Luján en el invierno de la guerra de Malvinas. Melo fotografió ambas reliquias.
El autor y artista cuenta en el libro que el año pasado su padre murió de cáncer y pasó sus últimos días en el Hospice. «Jamás pensé que ayudar a esa institución nos ayudaría a mí y a mi familia», confió.
Caja de resonancia
Cada año visitan la Basílica de Luján entre 8 millones y 9 millones de personas y desde lo alto lo observan los ojos de la milagrosa imagen, hallada a la vera del río Luján en 1630. Con el tiempo y su rica historia, el santuario se convirtió en una caja de resonancia de las sensaciones y necesidades que envuelven al pueblo argentino.
«Hasta la Basílica de Luján peregrinan millones de personas y cada una de ellas deja ese lugarcargado de peticiones, de acciones de gracias, de promesas, de alabanzas, de pedidos de perdón, que también son sentimientos profundos de amor a Dios y a la Virgen», escribió en el prólogo el arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Eduardo Scheinig.
Con su cámara Nikkon y la colaboración de los sacerdotes de la basílica, Melo captó el rostro cálido de la Virgen, con sus ojos celestes y labios pintados y el majestuoso manto celeste y blanco, además de reflejar la belleza arquitectónica de la basílica, que visitada por el papa Juan Pablo II en 1982 y que Francisco recuerda invariablemente cada 8 de mayo con sus mensajes desde Roma.
Se muestran, así, imágenes de distintos rincones del santuario, los impactantes vitrales, la imponente puerta de entrada de la basílica, que tiene grabada la frase en latín » Ave Maria, felix coeli porta «. Quienes la leen al ingresar saludan a la Virgen como lo hizo el ángel Gabriel y loa aclaman como «feliz puerta del cielo», revela Melo en el libro.
Además de postales inéditas del majestuoso templo, Melo presenta fotos de su arquitectura y decoración, como la lámpara votiva con los escudos de las 14 provincias y dos territorios nacionales que componían el país a mediados del siglo XX y que siempre permanecen encendidas en un camarín del santuario, como signo de una oración incesante.
También se muestran en el libro detalles del órgano e imágenes de los miles de peregrinos que se acercan al santuario mariano, especialmente en la multitudinaria marcha de jóvenes, que Melo acompaña invariablemente todos los años con su equipo fotográfico.
Fuente: La Nación