En el otro extremo, según el mismo estudio, el 19% de los reinscriptos, es decir unos 264.886 estudiantes, había aprobado seis o más materias el año anterior. «Pero este porcentaje es muy dispar en los diferentes sistemas de gestión, ya que quienes aprobaron la mayor cantidad de materias (seis o más) representan el 13% de los reinscriptos en universidades estatales y el 41% en las instituciones privadas.
Para analizar la evolución de estas cifras, los investigadores del CEA retrocedieron una década, y observaron los datos publicados en el Anuario Estadístico Universitario de 2005. «Es posible verificar que el porcentaje promedio de reinscriptos con una o ninguna materia aprobada era menor, del 39,9 por ciento», señala Gisela Lima, subdirectora del CEA.
En cuanto a la distinción entre instituciones de gestión estatal y las privadas, los porcentajes son dispares. En 2015, de la totalidad de alumnos reinscriptos en universidades nacionales de gestión estatal, el 43,6% había aprobado solo una materia, o ninguna, en el ciclo lectivo anterior. Mientras que los registros publicados para las privadas indican que, en promedio, un tercio de los alumnos reinscriptos en ese mismo año había aprobado solo una materia; es decir, un 29,6 por ciento. Sin embargo, en el cotejo con lo sucedido diez años antes, la desmejora es generalizada, con un poco más de cuatro puntos porcentuales en cada caso.
El ritmo anual, en baja
Alieto Guadagni, director del CEA, agrega: «En el nivel universitario nuestra graduación es muy baja, no solo cuando se la compara con Francia, Japón o los países nórdicos, sino también con respecto a México, Colombia, Brasil y Chile. Una de las claves de este fenómeno es el ritmo anual de aprobación de materias».
Graduarse, para los estudiantes del nivel superior, es una meta difícil de cumplir. Inalcanzable para la mayoría de los alumnos que cada año ingresan con ese objetivo. De cada 100 que se inscriben en las universidades argentinas, 74 no llegan a conseguir su diploma en las estatales, y 58 no concluyen sus estudios en la de gestión privada, según datos del CEA.
«La eficacia del sistema de graduación viene disminuyendo -dice Guadagni, y apunta contra las falencias del colegio secundario-. Lo que se deja de aprender en la escuela secundaria no se recupera en la universidad. Si existiera un examen de graduación secundaria, como sucede en Brasil, Colombia o Chile, la situación podría mejorar».
Para el experto, como ocurre en esos países de la región, y del mundo, el ingreso en la universidad «no puede ser irrestricto». Para disminuir la deserción estudiantil y acelerar el ritmo anual de aprobación de materias, el experto sugiere que se podría perfeccionar el actual operativo Aprender para que forme parte del proceso de ingreso en la facultad, ya sea pública o privada.
«Cada casa de estudio podría fijar su propio criterio, para que el puntaje obtenido habilite al alumno a ingresar o no en la universidad elegida. Pero lo único que importa en nuestro sistema es que haya muchos estudiantes. En la última sesión legislativa de 2015 se aprobó en el Senado el ingreso irrestricto para todas las universidades. Y a nadie le interesa volver a discutir el tema», concluye Guadagni.
En un desglose por las distintas casas de estudio, el informe señala que hay algunas universidades con un mejor índice de aprobación, como el caso de la de Tres de Febrero, la Universidad de las Artes o la de Villa María, con aproximadamente un tercio de los reinscriptos en esa condición. «En el otro extremo se listan la Universidad de Córdoba, la de Salta y la de Jujuy, con más de dos tercios de sus alumnos que solo aprobaron una materia», detalla el texto.
Julio Durand es el secretario académico de la Universidad Austral, y también considera que «si las universidades debieran rendir cuentas sobre los resultados de su gestión en cuanto a niveles de perseverancia y rendimiento, seguramente cambiarían su actitud prescindente respecto de los pavorosos niveles de fracaso de sus propios estudiantes».
Poca perseverancia
En cuanto al ingreso irrestricto, Durand opina: «La baja graduación es una problemática que lleva cerca de 40 años, y a la luz de los indicios no parece ser una buena política inclusiva».
«Brindar a los chicos un mensaje social más exigente sobre el valor del ingreso a los estudios superiores les podría ayudar a aumentar su compromiso y perseverancia», afirma el académico de la Austral, donde según los registros del anuario, el porcentaje de estudiantes reinscriptos de baja performance se duplicó en una década, de 20,7% en 2005 al 40,9% en 2015. En tanto, en la Universidad de Belgrano, un 26,6% de los alumnos se encontraba con una rendición baja en 2005. Para 2015, la situación también empeoró, con un aumento porcentual de casi seis puntos, al 32,2.
En este caso, las mejores cifras alcanzadas para la educación privada la obtuvieron las universidades de Morón, Favaloro, Mendoza y Di Tella, que arrojaron cifras por debajo del 5 por ciento. En 2015, por ejemplo, apenas un 2,9 de los reinscriptos de los estudiantes de la Favaloro aprobó solamente una materia.