A partir del 20 de enero, cuando asuma el cargo el reelegido presidente Donald Trump, la Casa Blanca volverá a ser su hogar durante los próximos cuatro años. Residencia de todos los jefes de Estado del país desde 1800, la imponente mansión cuenta con seis pisos, 132 dormitorios, 35 baños, dos piscinas, además de una sala de cine y una red de túneles subterráneos, que conecta las diferentes alas del edificio y proporciona acceso a refugios antiaéreos.
Situada en Washington, en el Distrito de Columbia, la zona donde ahora se ubica Casa Blanca fue elegida en 1791 por el primer presidente estadounidense, George Washington. El arquitecto irlandés James Hoban fue el responsable del diseño original, cuya construcción se llevó a cabo durante el último año de su mandato. La entrega marcó el traslado de la capital de Filadelfia, Pensilvania, a Washington DC.
Sin embargo, en 1814, durante la Guerra Angloamericana, los británicos prendieron fuego a la residencia, destruyendo su interior y dañaron gran parte del exterior. Hoban fue convocado para reconstruirla y, a lo largo de la siguiente década, la mansión fue ampliada, ganando los llamados Pórtico Norte y Pórtico Sur.
Desde entonces, la residencia oficial ha sido objeto de dos importantes renovaciones. La primera tuvo lugar en 1902, durante el gobierno de Theodore Roosevelt, quien también nombró a la residencia Casa Blanca. La famosa Oficina Oval, el despacho del presidente donde se reúne con su gabinete, fue creado en 1909, bajo la presidencia de William Taft, durante una ampliación del ala oeste. Sin embargo, unos años después de la primera remodelación, se descubrieron problemas estructurales, lo que llevó al presidente Harry Truman a promover otra renovación en 1948.
Hoy en día, el complejo de la Casa Blanca incluye, además de la residencia del presidente, el ala oeste, el ala este, el edificio de oficinas ejecutivas Eisenhower, que anteriormente alojaba al Departamento de Estado, pero que ahora alberga las oficinas del personal presidencial y del vicepresidente, y la Casa Blair., una casa de huéspedes.
La Casa Blanca también cuenta con dos piscinas, una exterior y otra interior. La primera, dentro de la residencia, fue instalada en 1933 por el presidente Franklin Roosevelt, quien padecía polio y estaba realizando una terapia de agua. En 1975, el presidente Gerald Ford, apasionado de la natación, construyó la piscina al aire libre.
La sala de cine fue un pedido del presidente Richard Nixon con el objetivo de albergar a los periodistas durante las ruedas de prensa. Con las puertas abiertas al Rose Garden, la ubicación permite a los profesionales de los medios acceder a eventos desde el exterior.
La red de túneles subterráneos comenzó a construirse durante la segunda renovación, en 1950. Inicialmente, el objetivo era conectar el ala oeste con el este y dar acceso a un búnker, conocido como Centro de Operaciones de Emergencia Presidencial (PEOC), lo que protegería al presidente de un posible ataque nuclear.
En 1987, durante la administración de Ronald Reagan, se construyó otro túnel secreto para proteger al jefe de Estado en caso de un ataque terrorista. La nueva construcción permite el acceso a una escalera secreta fuera de la Oficina Oval, con un pasaje que conduce a un armario cerca del ascensor privado del presidente.
También hay un túnel que conecta el ala este de la residencia oficial con el sótano del Departamento del Tesoro, donde Franklin Roosevelt también construyó un refugio antiaéreo. Hay rumores de que túneles conectan la Casa Blanca con el Capitolio, la Casa de Blair, la residencia del vicepresidente, el Pentágono e incluso Camp David, la casa de campo del presidente situada en Maryland, a 70 millas de la Casa Blanca, pero nunca se ha demostrado.
La Casa Blanca, que también sirve como museo de la historia de Estados Unidos, ha estado abierta al público desde el gobierno de Thomas Jefferson (1801-1809).
Fuente: La Nación