Como aquella biblioteca infinita que imaginaba Borges y en la que se figuraba el paraíso, la Feria del Libro porteña es ese evento que repite variables históricas pero a la vez se renueva y muestra cada año aristas nuevas. Una suerte de animal mutante y gigantesco; el mayor encuentro de la cultura argentina y la vez un escenario autónomo, que genera sus propias noticias dentro del predio.
El balance comercial de esta edición viene precedido por la pronunciada crisis que afecta a las editoriales y se está volviendo “estructural”. Por eso, en la Feria cayeron las ventas -en ejemplares vendidos- entre un 15 y un 20 por ciento respecto del año anterior. La baja es aún más marcada en el caso de los libros importados, que duplicaron su precio debido a la devaluación de 2018. Y además hubo un 20 por ciento menos de público, según las estimaciones recogidas en los stands.
¿Qué hicieron, entonces, las editoriales? Apelaron a promocionar a sus autores más convocantes y, en el caso de algunos sellos que previeron el fenómeno, a seducir al público juvenil. En esta 45ª edición, los nuevos lectores llegaron en malón para expresar su devoción por ídolos de las redes sociales -como los youtubers devenidos autores, entre ellos Robleis o Pamela Stupía- y de la plataforma Netflix, en el caso de Héctor Lozano y Carlos Cuevas, guionista y uno de los actores principales de la producción catalana Merlí.
Según la presidenta de la Feria, María Teresa Carbano, los organizadores están contentos en relación a la afluencia de público, “probablemente porque compensamos con el día de entrada gratuita con la SUBE, pero nos mantuvimos con cifras equiparables a las de 2018”, dijo a Clarín.
Un recorrido por los stands, sin embargo, arrojaba otra percepción: la mayoría de los consultados percibía entre un 15 y un 20 por ciento menos de gente respecto de la edición anterior.
Con respecto a las ventas, a excepción de Penguin Random House, que publica Sinceramente, el libro de Cristina Fernández de Kirchner y gracias a eso contabiliza un saldo positivo del 15 por ciento en venta de ejemplares -fue el suceso editorial en la Feria-, las editoriales consultadas estiman una baja en promedio de entre el 8 y el 20 por ciento en comparación a la cantidad de ejemplares que llegaron a vender en año anterior.
La crisis también se hizo sentir en el hecho de que los bibliotecarios de las provincias se hayan llevado este año un volumen menor del libros, ya que los afectó el achicamiento del programa de Apoyo a las Bibliotecas Populares (CONABIP), dependiente de la Secretaría de Cultura de la Nación, y que cada año les permite comprar con un 50 por ciento de descuento, a través del Plan Libro%. Y también se redujo la cantidad de participantes. Mientras que en 2018 los bibliotecarios vinieron con 25 millones de pesos, en 2019 tuvieron 24. Calculando que en el medio hubo una inflación del 47.6 por ciento…
Así las cosas, esta 45 edición demuestra, una vez más, el magnetismo que siguen ejerciendo los libros, incluso en un contexto recesivo: más de un millón de personas participaron de las 1.174 actividades culturales que se concretaron durante casi tres semanas. Entonces, ¿la cultura puede servir como refugio y antídoto frente a entornos adversos? La respuesta es: sí.
Facebook, YouTube, Instagram: todos los caminos conducen al libro
La presencia de los más jóvenes -un auténtico fenómeno en términos numéricos- se corresponde con otra tendencia que los tiene como protagonistas de la movida editorial argentina, en los últimos años. Los adolescentes se acercan a los libros con un fervor que los define y es previamente fogoneado en otros canales por los que los títulos circulan: llegan a esos libros a través de redes como You Tube, Instagram o Facebook, donde sus pares -algunos con audiencias masivas- los tientan con un lenguaje con el que se identifican. Esos títulos, entonces, se convierten en best sellers.
Durante los primeros días de la Feria, el youtuber argentino Robleis causó furor y marcó una tendencia, con filas de hasta 200 metros de fans que aguardaron con paciencia la firma de su único libro,Aventura Zombie. Días más tarde, la youtuber Lyna Vallejos, debió suspender la firma de sus libros luego de provocar involuntariamente un tumulto de proporciones, por el que hasta la Fundación El Libro salió a dar explicaciones: 3.000 chicos se habían acercado a verla.
Otro dato, en este sentido, es que Cúspide haya duplicado este año a 80 metros cuadrados su espacio Joven. Pamela Stupía, autora de la saga 14/7, y de los títulos Zoe y Starlie fue otra de las figuras principales de la movida juvenil. Lo mismo sucedió con Tiffany Calligaris -autora de las sagas Lesath y Witches- que lleva vendidos más de 65 mil libros entre ambas, y está consolidada como una de las mejores escritoras del género fantasy en Argentina.
Fuente: Clarín