Un cambio en el reglamento: adiós a uno de los últimos bastiones de la división de géneros en las escuelas porteñas

En los establecimientos secundarios públicos de la ciudad, desde hace dos semanas, comenzaron a dictarse clases mixtas de Educación Física; con la modificación, que ya regía en la provincia desde 2013, buscan afianzar la diversidad

“Corrimos, elongamos, después jugamos al fútbol. Fue divertido, random (sic), porque éramos un montón. Me gusta más así, todos juntos. Era el único espacio de la escuela, además del baño, que no compartíamos con los varones”, dice Antonella Veracruz, de 16 años, alumna de cuarto año de una escuela de Flores, que la semana pasada tuvo por primera vez Educación Física sin que el curso se dividiera en una clase para varones y otra para mujeres.

Desde hace dos semanas, en las escuelas secundarias porteñas comenzó a implementarse un cambio en el reglamento que supone el fin de las clases de Educación Física divididas por género. Hasta ahora, la norma en vigor impedía que las mujeres y los varones del nivel medio compartieran espacios y actividades deportivas. Incluso, establecía que la clase debía ser dictada por un docente del mismo “sexo” (el texto lo plantea en esos términos, no habla de género) del grupo. A partir de ahora, tanto una profesora como un profesor podrán estar a cargo, indistintamente.

Se trata del anteúltimo espacio de división por género que subsiste en el sistema educativo: el otro, son los baños. Aunque, en muchas escuelas se han impulsado iniciativas para que ya no exista tal separación, pero no en todos los edificios es posible, sobre todo por una cuestión de infraestructura.

“Este cambio viene de la mano de una transformación más integral de la escuela en general y de la visión de lo que implica la Educación Física, un concepto que apunta más a la salud integral, a la integración grupal y a la participación que al rendimiento físico. Esto es un concepto más cercano al de deporte en la formación de los adolescentes que al de realizar gimnasia”, explica Lucía Feced, subsecretaria de Coordinación Pedagógica y Equidad Educativa del Ministerio de Educación porteño. Y completa: “También está atravesada por una mirada más transversal, desde la Educación Sexual Integral (ESI). Las clases de Educación Física eran el único espacio en el que no se compartía y ya no había argumentos para sostener esa división. La experiencia de estas semanas está siendo muy positiva, porque se está vivenciando la riqueza del compartir y realizar un deporte con personas que son todas diferentes entre sí”, indica Feced.

Si bien el cambio es obligatorio en todas las escuelas de gestión estatal, al modificarse el reglamento, los establecimientos privados también se irán sumando paulatinamente.

Las repercusiones hasta el momento, afirman las autoridades, son positivas. Entre otras cuestiones, permite resolver sin conflictos situaciones que se plantean a diario en las escuelas, donde algunos chicos y chicas están atravesando un proceso de transición de género. “Siempre se respetó la autopercepción y se permitió a los estudiantes elegir en qué clase querían estar. Ahora, no se va a presentar esa situación”, explica Feced.

En la provincia

En el ámbito de la provincia de Buenos Aires, el cambio ya se había implementado y desde 2013, empezó a aplicarse una resolución que convirtió en mixtas las clases de Educación Física. “La práctica de esta materia en grupos mixtos es el resultado de cambios en diversas dimensiones. Los diseños curriculares hace tiempo han relegado la mirada competitiva, promoviendo actividades de formación e integración. La conexión de la materia con el cuerpo y su movimiento hace que sea un espacio importante para aprender en la diversidad de todo tipo, incluyendo la de varones y mujeres. La sociedad cambió, adultos y jóvenes han naturalizado la convivencia, lo que hizo que las clases mixtas se hayan aceptado rápidamente”, dice Martín Zurita, secretario ejecutivo de la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba).

“El cambio fue muy positivo”, indica Víctor Ascione, profesor de Educación Física del colegio Asunción de la Virgen, del partido de San Fernando, que desde hace diez años dicta clases mixtas. “Por supuesto que al principio uno puede encontrarse con alguna resistencia por parte de los padres. Me acuerdo que al comienzo, el padre de una alumna no quería que hiciera fútbol porque decía que era de ‘machona’. Se conversó, se entendió y accedió a que su hija practicara ese deporte”, explica.

Otros de los argumentos que suelen plantear algunos padres, dice Ascione, es el de la diferencia de fuerza física y la posibilidad de que se produzcan lesiones. “Hoy, sin ir más lejos, una chica se dobló la mano atajando un tiro de un compañero. Pero son cosas que pueden pasar. Es una realidad que los varones y mujeres tienen distinta fuerza. Por eso,cuando hacemos partidos mixtos, recordamos que hay que regular la fuerza y tener el cuidado del propio cuerpo y el del otro. Participar en equipos en los que todos somos distintos nos enriquece. Estoy convencido. Hay que entender para qué es la Educación Física. No es simplemente un espacio para hacer gimnasia, a contraturno. Es un espacio para relacionarse con otros, no solo desde la competitividad, también desde el compañerismo, desde el cuidado del otro”, analiza Feced. “No hay mejor forma de alejarse de los estereotipos del goleador, del ganador, del macho que armar equipos mixtos”, describe Ascione.

En la ciudad, buscan integrar más a los chicos
En la ciudad, buscan integrar más a los chicos

Experiencia

“Nosotros siempre tuvimos Educación Física mixta, desde que comenzamos en 2015. No lo concebimos de otra forma”, plantea Fernando Nandín, representante legal y fundador de Tigre Montessori School, en Benavidez. “Hay una diferencia física de género, que en determinados momentos del desarrollo se hace más evidente. Sin embargo, poder compartir con otros nos enriquece. Nosotros, por ejemplo, no solo tenemos clases mixtas, sino que, incluso, de distintas edades. Y al momento de realizar alguna actividad podemos dividir el grupo por el nivel de fuerza y avance en la práctica. Porque, incluso, los chicos y las chicas de un mismo año tiene niveles distintos de fuerza y desarrollo. Al estar las edades mezcladas, no es el género que determina la diferencia. Hay una diversidad de cuerpos y fuerzas que se da desde otras variables. Desde la educación Montessori, eso está muy inculcado. Nos respetamos entre todos”, dice. Y agrega: “Por ejemplo, si practicamos lanzamiento, los chicos que están recién empezando, practican todos juntos. Si alguno es más grande de tamaño y avanza más rápido, va pasando a instancias”.

“Uno podría pensar que, si cada estudiante trabaja sobre sus fortalezas, la idea de consensuar se alejaría de la realidad, ya que el consenso requiere ponerse en el lugar del otro y, para hacerlo, habría que conocer esa fortaleza, en tanto capacidad a desarrollar. En este sentido, hay actividades en Educación Física que son instrumentos potentes para lograrlo”, dice Pablo Calvo, director del colegio secundario Santa Clara de Asís, de Longchamps. “Por ejemplo, uno podía ver a los varones jugando al fútbol en una clase. Los que jugaban mejor llevaban la pelota, mientras que los demás, en el mejor de los casos, corrían con la esperanza de que, por algún azar del destino, el balón cayera en sus pies. Algo que habitualmente no ocurría. Las mujeres, por otro lado, intentaban con el handball o la gimnasia deportiva. En ningún caso se contemplaban otras opciones. A partir de la propuesta de la Educación Física mixta, se abrieron otras puertas que permiten incluir a todos y replantear actividades más participativas. El aporte significativo de reconocernos a todos, la posibilidad de interactuar con respeto, reconociendo el propio cuerpo y el de los demás, mejorar la corporeidad, ayudarnos reforzando el sentido de solidaridad”, dice.

“La Educación Física mixta es una gran posibilidad para que los niños y niñas se encuentren y vivencien semana a semana, lo que es el desarrollo de la corporeidad, motricidad, habilidades y deportes, sin importar el género. Además, promueve la inclusión y la fortaleza de vínculos. El movimiento favorece la libre expresión si el contexto es agradable y respetuoso, y esta diversidad que se busca no pertenece meramente a cuestiones biológicas como resorte para realizar un deporte de ‘machos’ o de ‘chicas’, sino que dentro de cada género existen diversas maneras de ser independientemente de si es niño o niña”, explica Juan Pablo Días, docente de Educación Física del Colegio Aprenderes de Tandil.

Fuente: Evangelina Himitian, La Nación