Un grupo de 15 personas hace ejercicios de fuerza sobre unas barras paralelas y anillas ubicadas en un parque de Palermo. A pocos metros de ahí, sobre la Facultad de Derecho, hay quienes saltan de un muro a otro, esquivando obstáculos a gran velocidad, cual Hombre Araña. Y más allá, en una plaza cercana, hay otros tantos que, apoyados sobre sus extremidades, hacen movimientos y traslados que emulan a los de un animal. Aunque parecen diferentes, todas estas disciplinas forman parte del amplio abanico del street training: un movimiento sociodeportivo que se basa en entrenar en la calle, en parques y espacios públicos, usando el propio peso corporal y valiéndose solo de lo que el entorno provee. La fluidez de movimientos y el dominio del físico es el gran punto de contacto entre la calistenia (barras), el parkour (saltos con obstáculos) y animal flow (movimientos basados en animales). El otro, que todas se practican outdoors, aunque también tienen centros especialmente acondicionados para la práctica indoors. Después de largos meses entrenando dentro de las casas, la gente se volcó de lleno a ejercitarse en parques y plazas. A pesar de que la reapertura de los gimnasios es total, aún hay muchos que se resisten a “encerrarse” para entrenar. “El entrenamiento al aire libre llegó para quedarse. El concepto de usar el propio peso corporal, el usar los árboles, las escaleras, lo que haya en el entorno, es lo que se usa. El gimnasio, ahora, se trasladó a la calle”, dice Daniel Tangona, personal trainer certificado en Estados Unidos.
Salvador Pino, instructor y director del Club Kranos de Calistenia, da clases en parques y plazas; tener pleno dominio del cuerpo es uno de los desafíos de esta disciplina.
Tangona, autor de los libros Las excusas engordan y Un camino sin excusas es uno de los pioneros del entrenamiento outdoors en nuestro país. Hace 20 años empezó con el concepto de delivery gym, que busca acercar el gimnasio a las personas haciendo uso de camionetas equipadas para la práctica deportiva en cualquier momento y lugar. “Esta es una tendencia que llegó para no irse nunca más. Lo ideal es usar lo más natural que se pueda para armar el gym en la calle, como colgar sogas, usar gomas para levantar peso… Entrenar afuera te da la posibilidad no solo de no encerrarte, sino de oxigenarte, de disfrutar del sol y estar lejos de los contagios. Es mucho más sano y no solo porque hoy nos encontramos en esta situación, sino que yo lo hago desde hace 20 años, cuando en Punta del Este no había gimnasios y pasaba a buscar a los empresarios para que hagan actividad física”, recuerda el personal trainer que pronto abrirá Tangona Wellness, un centro boutique y exclusivo para que entrenen solo entre dos y tres personas de manera personalizada y segura con toda la aparatología necesaria.
“Yo viajo todos los años a Estados Unidos y ahí tenés 500 clases distintas con distintos nombres para que la gente diga ‘esto es nuevo’. Pero al final es todo lo mismo –sostiene Tangona–. El animal flow yo lo practiqué hace 15 años en Nueva York de la mano de su creador. Es fantástico porque son secuencias que copian los movimientos de los animales usando tu propio peso corporal, lo cual es maravilloso porque te saca de lo convencional. Mi hijo hace parkour hace años. Pero nada de esto es nuevo. Lo que pasa es que se busca aggiornar las tendencias por que el 60% de la población es sedentaria. Eso significa que algo está fallando en los entrenadores, que no están motivando a la gente a que haga actividad física. El éxito de cualquier plan de entrenamiento es la variedad, la diversidad. La gente no quiere aburrirse. Además de para sentirse bien, se hace gimnasia para buscar emociones y sensaciones y la novedad es lo que motiva”.
Por eso, si bien el entorno natural ayuda a la práctica de la actividad física en tiempos pandémicos, el tema en relación al entrenamiento –y que explica hoy en gran parte el auge de las disciplinas como calistenia, parkour y animal flow– es ofrecer algo distinto para mantener a los alumnos con altos niveles de motivación. Para apreciar el desarrollo que tuvieron en los últimos años, basta con observar los grupos en los parques y plazas de la ciudad, donde las postas de entrenamiento han sido un empujón para estas disciplinas, especialmente la calistenia, que utiliza las barras de ejercicio. Incluso ya hay sectores específicos en distintos parques (se pueden chequear por zona en calisthenics-parks.com) para empezar a practicar solo o con la ayuda de un profesor.
Salvador Pino, entrenador certificado y fundador y director del Club Kranos de Calistenia, surgido en 2018, cuenta que tiene un promedio de 150 alumnos activos presenciales y otros 100 que realizan el entrenamiento de forma remota, una modalidad que surgió en plena cuarentena. “Es una disciplina que resurge hace más o menos 10 años en Estados Unidos, en el Bronx neoyorquino. Muchos empezaron a subir videos, se hicieron virales y la gente empezó a imitarlos –cuenta Pino–. Después esas acrobacias urbanas se mezclaron con la gimnasia y nació la calistenia, que es ni más ni menos que desarrollar la fuerza (tren superior) al aire libre, sin necesitar elementos ni de un gimnasio. Los parques y las plazas son los lugares ideales para practicar, pero también la casa: de hecho en cuarentena fue muy importante el crecimiento de esta disciplina porque la gente se metió en internet y se encontraron con ese contenido y explotó”.
Pino sostiene que entrenamiento callejero como la calistenia, además de un tipo de práctica deportiva, es un movimiento ideológico: “Es no pagar un gimnasio, encontrarte con amigos, disfrutar de un entorno natural. Todas estas disciplinas, que son distintas entre sí, tienen esos puntos en común –sostiene–. Yo voy probando distintas cosas, también hago animal flow, pero en lo que me especializo es en calistenia. Arranqué hace 5 años. Siempre entrené, me metí en gimnasios, hice crossfit hasta que un día vi un video de un tipo haciendo calistenia y dije ‘esto es lo que quiero hacer’. Y nunca mas volví a pisar un gimnasio. Además de que representa un gasto que para muchos es inaccesible, entrenar afuera tiene otro encanto.”
De Schwarzenegger a Tarzán
Según Pino, el auge del street training coincide, también, con un cambio de paradigma corporal. De querer tener un cuerpo “inflado” artificialmente se busca uno apenas definido. “Para mí estas disciplinas pegaron mucho porque lo que ahora se busca es un cuerpo estético, ágil, que pueda hacer cosas. Con este entrenamiento estás definido y además ágil. Antes muchos querían ser enormes, tipo Schwarzenegger y ahora se aspira a ser como Tarzán.”
A pesar de que en los últimos años hubo un marcado aumento de postas de entrenamiento en diversos parques y plazas de la ciudad, Pino sostiene que todavía no son suficientes: “Es cierto que hay muchos más espacios para hacer calistenia, pero la realidad es que en CABA estamos lejos de conseguir lugares para entrenar de forma cómoda y segura –plantea–. Si bien se pusieron algunas barras, eso no significa que sean específicas de la disciplina. En general, lo que pasa es que con los entrenamientos no resisten el uso porque son finitas. Tenemos que tener lugares específicos; los hay en Córdoba y en Santa Fe, y sé que en Vicente López se aprobó un proyecto de ley para poner un parque de calistenia. Igualmente, destaca que en el sector de los Lagos de Palermo y sobre Libertador y Austria, así como en el Parque Mujica, donde da clases, es posible practicar estas acrobacias de forma segura.
Pero si de emociones fuertes se trata, pocas disciplinas logran un subidón de adrenalina como el parkour, donde los saltos de un obstáculos a otro que aparecen en el paisaje urbano como muros y escaleras son usados para tomar impulso y saltar. En Epik, escuela integral de parkour, la práctica deportiva es considerada como una manera de autosuperación siempre de forma segura. “Priorizamos la integridad física, nunca nos ponemos en riesgo ni hacemos locuras para llamar la atención –cuenta Josué Di Stéfano, que además de dirigir la escuela es presidente de la Asociación Parkour Argentina y de la Liga Argentina de la disciplina–. Mucha gente se queda con lo que ve en las redes sociales, piensa que es peligroso y no se anima a practicarlo porque cree que es extremo. Lo hermoso de esta filosofía es que engloba prácticamente todas las disciplinas del street: es un trabajo físico, mental y espiritual muy transformador. Y al ser una práctica dinámica, es muy divertida porque las posibilidades de recorrido son infinitas”, resume.
A pesar de que el parkour es básicamente una práctica callejera, Di Stéfano también tiene un centro de entrenamiento indoors en Villa Crespo, con una estética street style. “Si bien damos clases al aire libre, también lo complementamos con el gimnasio. En una disciplina como esta, sí o sí se precisa de un espacio para entrenar y evolucionar sobre todo la parte acrobática, que es peligrosa practicarla en la calle. Por eso lo ideal es que haya un equilibrio entre ambas. También el año pasado iniciamos con clases online y programas de entrenamiento a distancia para la gente que vive lejos de nuestro centro. Parkour es básicamente adaptación al entorno, amoldarse y seguir adelante. Detenerse no es una opción”, explica y dice que en escuela hay unos 1200 alumnos activos entre niños, jóvenes y adultos.
Para Di Stéfano, que haya tantos interesados en aprender y practicar parkour tiene que ver con la búsqueda de emoción: “La gente cada vez más busca actividades alternativas ya que las tradicionales aburren –plantea–. Todo está en constante cambio y es por eso que la gente quiere lo nuevo. Cuando vienen y lo prueban, realmente transforma vidas”, dice Josué. Él mismo es un ejemplo de eso: se inició en 1999 gracias a un documental de los Yamakasi, un grupo francés pionero, e inmediatamente lo inspiraron a empezar. Pero en esos años no existía casi nadie que lo hiciera en Argentina y de a poco fue conectándose con otros que se juntaban el la Facultad de Derecho o en la Biblioteca Nacional. “Conocí a Walter Bongard, que me transmitió sus conocimientos y filosofía y continué con su legado hasta hoy”.
Para los que buscan menos dosis de adrenalina pero un alto grado de fuerza y resistencia (además de estiramientos y relajación) la alternativa es el animal flow, que reúne algunas cosas de artes marciales y del yoga. Federico Orion es instructor de esta disciplina que sumó gran cantidad de adeptos durante la cuarentena. “Yo siempre me vinculé con el deporte, jugué al golf, hice crossfit muchos años, incluso me abrí un local en San Isidro. Pero después terminé volcándome al entrenamiento de peso corporal porque considero que es el ideal”, dice Federico, que se capacitó en animal flow hace dos años y da clases casi todos los días en el parque de su casa en Beccar o un espacio abierto frente al río. “No depender de máquinas, solo de tu cuerpo y un espacio para moverte, es genial. El animal flow lo hacés descalzo, todo lo que necesitamos está en nuestras palmas de las manos y los pies. La gente me pide tocar el pasto, la tierra porque es como que recarga energía –describe–. Es una disciplina que combina algunos movimientos de artes marciales, de estiramiento (yoga) y desplazamientos que emulan los de algunos animales. Esa combinación crea un flow (secuencia) de estiramientos y patadas que cuando la hacés rápido también se trabaja la parte aeróbica. Tiene cosas de capoeira y calistenia también”. En cuarentena, mucha gente se enganchó con la disciplina porque podía hacerla sin ningún elemento desde el living de su casa. “Creo que el año pasado nos dimos cuenta de que no hay excusas para no moverse. Son entrenamientos muy naturales, que el cuerpo mismo te lleva a hacerlos. Si no es natural, no lo estas haciendo bien”.
Finalmente, la pregunta que surge, entonces, es: ¿trabajar con peso extra quedó obsoleto? “No para los de alto rendimiento, que sí lo necesitan. Pero lo que es seguro es que la gente se empezó a dar cuenta o valora el entrenamiento de peso corporal porque te da agilidad. Lo que quedó obsoleto es sentir dolor después de entrenar”, sostiene Federico, un “arrepentido” del fitness tradicional. Sin duda el street training llegó para quedarse ¿y desafiar? al fitness tradicional. Y no son pocos los que arriesgan que en se encamina a convertirse en la “nueva normalidad” a la hora de entrenar.
Fuente: Laura Reina, La Nación