Cuando Laetitia Dive pisó la Argentina por primera vez una sensación de libertad desconocida se apoderó de ella. Quería verlo todo, recorrer cada rincón del país, explorar sus sabores y descubrir las costumbres de una cultura que había despertado su curiosidad años atrás.
A pesar de su entusiasmo, no había llegado de paseo. Como estudiante francesa de Ciencias Políticas, la Universidad Nacional de Rosario la esperaba para cursar parte de su carrera: “En Francia, en mi facultad, te daban la opción de hacer el segundo año en otro país”, explica.
Rosario la recibió con los brazos abiertos en aquel 2010, pero de inmediato presentó sus dificultades, entre ellas, hallar un lugar dónde vivir: “Me costó muchísimo. Después de varias semanas de búsqueda, terminé encontrando”.
“Lo que también fue difícil fue la facultad, donde todas las clases eran en castellano y los profesores no siempre sabían que había extranjeros en la clase”, continúa. “Y recuerdo que una profesora hacía todo para hacernos sentir incómodos -a mí y a los otros estudiantes franceses- porque aparentemente no le gustaba Europa. Me llamó la atención porque pocas veces llegué a conocer a una persona así de intolerante en Argentina. Toda la otra gente me parecía súper acogedora”.
Borges, La historia oficial y la peculiar decisión de volar a la Argentina: “Ahora me entienden”
Argentina había ingresado al universo de Laetitia mucho antes de su llegada al suelo austral. Borges, a través de sus cuentos, había lanzado un hechizo y a partir de entonces la joven francesa quiso saber más acerca de una cultura que despertó su interés tanto a nivel cultural como histórico. Vio La historia oficial, investigó y fantaseó con la idea de vivir un tiempo en un país que percibía muy diferente. Fue así que, cuando la universidad anunció que tenía convenios con varios países, entre ellos Argentina, (así como España e Italia, que también despertaban su interés), la elección al final del día fue clara.
“Quería mejorar mi español y pensé: `quizás esta es tu única oportunidad de vivir tan lejos de tu país y de viajar a otro continente´. Desde Francia, es fácil viajar a España o Italia, pero a Argentina no´. Así fue como decidí irme a Argentina. Sin embargo, a mi familia le habría gustado más que fuera a España, para tenerme más cerca. Ahora me entienden porque ven cuánto cariño le tengo al país”, cuenta.
Tras su experiencia en Rosario, Laetitia regresó a Francia encantada, con un puñado de amigos y deseos de volver. Finalmente, en el 2015, ya recibida y ejerciendo el periodismo, llegó la oportunidad anhelada: vivir en Argentina como corresponsal de prensa para medios franceses.
“Me instalé en Buenos Aires. En este regreso todo fue mucho más fácil, tenía amigos, conocía la cultura, hablaba el idioma. De verdad, fue como volver a mi segunda casa”.
La clave para integrarse a una nueva cultura y construir un segundo hogar
Argentina no solo se transformó en su segundo hogar, sino que el suelo querido le obsequió el amor. Con los años, Laetitia se casó con un argentino y junto a él fusionó las culturas, incluso aquellas costumbres que en una primera instancia le habían impactado mucho, como esas rondas de cinco o más personas compartiendo un solo mate, un ritual por demás extraño que presenció sobre todo durante las clases en la universidad.
“Pero otra cosa que me pareció rara en Argentina en un comienzo fue ver cómo todos se hablan fácil, quizás más en Rosario que en Buenos Aires: en los colectivos, en la calle… todos te sacan charla y, sobre todo, cuando se enteran de que eres extranjera. Es lo más hermoso de Argentina: el interés que tiene la gente por el otro y la forma de relacionarse tan fácilmente, eso me llevó a hacer buenos amigos. Hoy día tengo amigos en varias provincias: una de mis mejores amigas vive en Salta, otro en Río Negro. Tengo varios en Buenos Aires y Rosario, y a mi simpático suegro en Córdoba (es simpático de verdad, no lo digo para quedar bien)”, asegura con una sonrisa. “En todos esos lugares me siento casi argentina y me hace infinitamente feliz haberlo logrado”.
“En Francia somos más fríos, es más complicado hacerse amigos. Pero una vez que alguien te tiene confianza, puede ser tu amigo de por vida”, continúa. “Creo que cuando uno se pone las pilas para integrarse y conocer el país donde está viviendo a través de su gente, cuando aprende el idioma y participa como puede en la vida local, logra construirse un segundo hogar lejos de su casa. Eso lo veo también en Francia donde estoy vinculada con muchos argentinos: aquellos que logran tener una vida mejor son los que hacen el esfuerzo por aprender francés y no se la pasan comparando los dos países para quejarse de Francia; son los que avanzan, aunque el camino sea difícil (a nivel social como laboral)”.
Un regreso provisorio y un país fascinante que se lleva en el corazón: “Creo que Argentina y Francia tienen mucho para compartir”
Hoy, Laetitia repasa su vínculo estrecho con la Argentina desde su hogar en Francia. Pocos años atrás decidió irse por un solo motivo: la búsqueda de estabilidad laboral. Sin embargo, ella no considera que el regreso a su país de origen sea definitivo, está casada con un argentino que extraña su país y que anhela volver en algún momento, algo que ella haría con gusto, siempre con el deseo profundo de que su suelo adoptivo argentino prospere, supere sus fragmentaciones e inestabilidades.
Mientras tanto, uno de sus placares está lleno de yerba mate allí, en París, y para inspirarse escucha música argentina, en especial la cumbia adoptada de la tierra cordobesa.
“Argentina es un país fascinante, tanto por su historia como por su geografía. Me gustaría que sea más conocida en Francia, más allá de los clichés del tango, la carne y Messi. Hay tanto más para conocer, tantas regiones y gente distinta. A mi pequeño nivel, como periodista, estoy intentando cambiar eso aquí porque creo que Argentina y Francia tienen mucho para compartir y son parecidos en muchos aspectos”, reflexiona.
“Lo que más me impactó en mi regreso (a Francia pero también a España, donde me mudé después de Argentina) fue la diferencia en la forma de relacionarse. Me había acostumbrado a hablar con todos, y aunque estoy segurísima de que es una hermosa costumbre, aquí la gente te mira raro si les hablas sin razón”.
“Cuando me fui a Argentina la primera vez tenía 19 años. Lo que viví allá contribuyó a construir la mujer adulta que soy hoy en día y me confirmó que quería ser periodista. También, y creo que cualquier persona que vive en otro país lo descubre, me di cuenta de que hay muchas cosas que hacemos en Francia, que me parecían automáticas, pero que no se hacen en todos lados. Es muy básico, pero hay costumbres de tu propio país que vas perdiendo y otras que vas adquiriendo”, continúa Laetitia, quien aparte de la yerba, disfruta tomar mate cocido. “Me gusta pensar que uno termina tomando lo mejor de cada país y creo que mi marido opina igual… ¡no saben cómo le gusta la pastelería francesa!”, concluye.
Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a [email protected] . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
Fuente: Carina Durn, La Nación.