Varias máquinas de coser. Una plancha. Agujas, hilos, tizas para tela, tijeras, reglas, escuadras y un dedal. Ah, y siempre el mate. Estos son algunos de los elementos que acompañan a Jorge Williams desde hace 66 años, cuando comenzó a aprender el oficio de sastre por una casualidad.
A los 11 años, apenas ingresó, Jorge cuenta que sólo cebaba mates, pero observaba cada movimiento de su jefe. Miraba paso por paso, e internamente tenía la duda de si él podía hacer las mismas cosas, por lo que le había dicho su maestra. Todos los días en su casa, cuando llegaba del trabajo, imitaba cada acción que había visto, hasta que logró ser mucho más rápido que el sastre con el que trabajaba.
La gran habilidad que adquirió, le permitió ser a los 19 años maestro sastre, aprender a hacer sacos y, luego, mudarse a Capital Federal a trabajar para empresas como Suixtil, Modart y Monají. A pesar de éste pico de éxito, que en la década del 70 decidió abandonar la Argentina y vivió en México, Madrid y Barcelona, donde conoció al pintor Salvador Dalí. Años después, decidió volver a nuestro país, el lugar donde más cómodo se siente.
“Perón mató el oficio”, dice mientras termina de cortar la manga del saco celeste. “Desde ese momento ya nadie pudo tener un aprendiz como fui yo. A mi me encantaría hacerlo en mi taller, pero me da miedo que me haga un juicio y me saquen lo que me queda”.
Williams es vicepresidente latinoamericano de sastres y modistas y hasta hace un tiempo fue vicepresidente de la Asociación Argentina de la Moda. Actualmente, no se define como un diseñador, sino como un creador. Cuenta que muchas veces escucha decir a la gente por la calle, cuando lo ven vestido con colores extravagantes, que está loco: “¡Si estoy loco qué bueno!…quiere decir que soy un creador, voy al choque”, explica mientras deja el mate y se ríe.
Con 77 años, Williams tiene opinión formada sobre cualquier tema que se le quiera preguntar. Afirma que la mejor década de la moda fue la de los 40, cuando los hombres iban de traje a la cancha. Además, está seguro de que las personas que se visten a medida tienen personalidad: “Uno marca respeto con su presencia”. Por esta razón, no puede creer que en tantos actos importantes el presidente Mauricio Macri no use corbata.
Desde su local, a pocas cuadras del Parque Las Heras, hace cada vez más arreglos de ropa y menos trajes. “Una forma de medir la situación social y económica del país es prestar atención en que la gente, por ejemplo ahora, trae ropa vieja para arreglar, no se compra cosas nuevas”. Pero por otro lado, entiende que la moda cambió y que su oficio está desapareciendo: “Por precio y practicidad hoy se compra ropa hecha”. Se pone serio por primera vez, pero mira para abajo y con el dedal puesto sigue cociendo.