En Nueva York, ciudad en la que cualquiera puede ser cualquier cosa, Devin Person es brujo profesional autoproclamado.
Una tarde de domingo en Greenpoint, su barrio dentro de Brooklyn, Person —con su túnica de felpa y su descuidada barba blanca, más con aspecto de Merlín que de Harry Potter— dirige a unas tres docenas de personas en una sesión de meditación.
Los orienta a “probar los sabores y la energía de cada formación de nubes como si estuvieras caminando por diferentes puestos de muestras gratis en una gran tienda”, a flotar “como el nadador Michael Phelps al zambullirse en la pileta” y adoptar una sonrisa “grande como las de los avisos publicitarios”.
Devin Person es brujo profesional autoproclamado (AFP).
En tanto que “brujo” moderno, Person, de 33 años, lleva adelante en Greenpoint sesiones de grupo, como esta de meditación, y también la Hora Mágica. Habla con compañías. Preside bodas. Lee el tarot y hace hipnosis. Es anfitrión de un podcast. En algún momento planeó llevar a cabo un paseo público “mejorado con alimentos” en el Central Park de Manhattan.
También se presenta cuando alguien quiere “divertirse pasando el rato con un brujo”. Por lo general cobra US$ 150 por sesión individual o desde US$ 400 a US$ 500 para hacer un ritual, pero algunas veces presta sus servicios gratuitamente.
“Trato de pensar qué haría un brujo en la era moderna”, dice
En los últimos años, ciertas búsquedas new age —metanfetaminas, baños de sonido, astrología— esparcieron su estigma y aparentemente se hicieron omnipresentes entre distintas franjas de habitantes de la ciudad. Hasta los capitalistas de riesgo ponen dinero en lo que un inversor denominó “mercado de servicios místicos”.
Es en este entorno que Person, el tipo de personaje estrafalario que hace distinta a Nueva York, ofrece sus servicios con un marcado guiño. No revela su salario “mágico”, pero dice “Tengo otro trabajo para no tener que tergiversar mi magia y convertirla en un argumento de venta interminable”.
“Los brujos y los genios ayudan a la gente”, afirma. “Son ellos a quienes encuentran los héroes en sus viajes y los que pueden darle al héroe consejos, quizás un objeto mágico, algún tipo de ayuda que le permita sortear el obstáculo a superar y llevar a cabo el viaje”. Hacía tiempo ya que Person se interesaba en lo oculto y la espiritualidad cuando en 2014 decidió “empollar un huevo” e intentar algo más aparte de su empleo diurno en la empresa creadora de websites Squarespace, actualmente como gerente de producto adjunto.
Entonces, después de abrirse paso a través de un listado exhaustivo de libros new age, empezó a hacer sesiones de “consultas sobre ocultismo” con amigos y amigos de amigos, hasta expandirse con el tiempo a decenas y decenas de clientes. Person se refirió a su transformación “en el tiempo y el espacio y a través de la barrera dimensional para establecer contacto con mi perspectiva más hechizante”.
Devin Person es brujo profesional autoproclamado (AFP).
Dice que eso significaba hacer las veces de tutor y de escucha. (La palabra “wizard” —brujo, hechicero y genio, entre otras acepciones— proviene del término medieval inglés “wys” o “wise”, es decir, sabio, sensato, acertado.) Publicó en Facebook que ofrecía servicios de coaching. No mucho después se contactó con él un amigo de su infancia en Indiana.
El amigo, Sahil Bhatia, le dijo que estaba “en una depresión profunda y en una crisis de fe”. Los dos analizaron estrategias como “establecer cinco objetivos por día” que a Bhathia le sirvieran para sentirse más satisfecho.
“La falta de una presión fuerte y la naturaleza informal del proceso marcó una gran diferencia”, dijo Bhatia. “Eso me resultó realmente apropiado”. Person insiste en que no es terapeuta y en que por lo general tiene una sola sesión con quienes lo consultan, a la cual le da el siguiente encuadre: “Este es el momento de tu vida en que das con un genio mágico, y eso tiene la potencialidad de cambiar mucho. Vamos a hablar del asunto”.
Y agregó: “Soy raro, pero logro resultados”.
Las excentricidades atraen excentricidades. Charles Philipp, cofundador de Micro, empresa que construye museos de seis pisos en menos de dos metros de altura, contrató a Person el año pasado para que fuera a la fábrica de la compañía en Bushwick, distrito de Brooklyn.
“Tenemos presentes la idea y el talento para sacar a la gente de su rutina diaria”, dijo Philipp. “Nadie lo hace como un hombre de barba larga con un bonete en punta y una túnica”. La ropa es un disfraz, pero no el pelo facial. En 2015, Person contrajo una enfermedad articular en la rodilla izquierda. Los médicos le dieron medicación, pero con una advertencia: sus cabellos marrón oscuro se iban a volver blancos como los de Papá Noel.
El color de pelo perfecto para un mago.
“Me puse a bailar tap en las oficinas de Philipp. Creo que se sorprendió”, dice Devin Person, que además se cambió el apellido como parte de su nueva identidad; el nuevo deriva de “Person is awake” (la persona está despierta), frase de la guía de la ciudad de Nueva York para ayudar a alguien que se está asfixiando.
De chico, Person estaba “en la fantasía de la vida”, según recuerda su amigo Bhatia. “Se ponía elegante, se peinaba con gel de un modo peculiar, usaba anteojos oscuros vulgares, pantalones de paño chocantes, ese tipo de cosas. Ya entonces, creo que bailaba al compás de su propio tambor”. Dentro de la empresa Squarespace, Person usa indumentaria que denomina “magia informal” o “Jedi urbano”: kurtas hindúes, sacos de kimono y otras ropas sueltas. Pero en el camino de regreso a su casa a veces se pone la túnica y el bonete y les ofrece “embrujos” a los pasajeros del subte cuyos temas oscilan desde la familia y la carrera profesional a las citas sentimentales y la salud.
En el cartel que lleva en el subte se lee: “Hable con el brujo, porque nadie se encuentra con un brujo por accidente”.
Matt Levy y Jennifer MacFarlane, ambos neoyorquinos nativos, encontraron a Person en un vagón del subte de la línea J.
“Fue una de esas cosas mágicas que no ocurren mucho en Nueva York, especialmente en el subte», dijo Jennifer. “Todo el mundo está con el celular, pero esto abrió una dimensión nueva. Todos se largaron a hablar de cuestiones interesantes, profundas…, de sus sueños, sus deseos”. Hay, por supuesto, escépticos, y otros que fingen indiferencia. Dice Person que hace poco se sentó enfrente de una pasajera que leía un libro de Harry Potter. “Le dije: ‘¡Eh, vamos! ¡No somos más que cuatro personas en este vagón! ¡No puede ser que no te des cuenta de que hay un mago!’. Pero ella, literalmente, se bajó del tren”. De vuelta en la Hora Mágica de Greenpoint, que tiene lugar en un sitio llamado Magick City, flota en el aire el aroma de salvia encendida. Hay un círculo de tiza de seis metros de diámetro dibujado en el piso, adornado con símbolos del zodíaco y la palabra “wizard”.
Los presentes, entre ellos la novia de Person, una poetiza de nombre Lisa Ann Markuson, están sentados sobre almohadones cerca del círculo o en bancos fuera de su perímetro.
Comen snacks, escuchan poesía y juegan a distintas cosas para romper el hielo. Después llega la sesión de meditación. Unos treinta minutos más tarde, abren lentamente los ojos.
“Espero que sientan la magia en ustedes”, dice por último Devin Person.
Por Mary Pilon
Traducción: Román García Azcárate.
LGP
Fuente: Clarín