«El primer gran hallazgo que tuve es que también es una puerta trasera a nuestra mente para que los que desarrollan software puedan de alguna manera afectar la manera en que nos comportamos», asegura el economista y tecnólogo que estudio sobre Inteligencia Artificial, Robótica, Biotecnología, Neurociencia y Nanotecnología en Singularity University en una sede de la NASA.

Cuando internet apareció, la expectativa era que todo fuera gratis: «Las compañías pioneras empezaron a armar servicios sofisticados y poner publicidad. Después descubrieron una nueva vuelta de tuerca que era poner publicidad ultra segmentada, pero la tercera etapa es la posibilidad que las aplicaciones ofrecen de manipular tu conducta y tus ideas», detalla y cuenta que encontró un laboratorio de Tecnología Persuasiva en la Universidad de Stanford que estudia cómo se pueden usar las apps y las páginas web para modificar lo que las personas piensan y lo que las personas hacen.

«Cuando vos, por ejemplo, diseñás el perfil de Instagram y vas a la página, lo que se ve en la esquina superior derecha no es al azar, está la cantidad de seguidores y la cantidad de seguidos. ¿Qué quiere decir eso? Que lo más importante para Instagram no es quién sos, no es  tu cara, lo más importante es promover esa cosa de vanidad por la cual estamos todos de alguna manera entrampados en ver cuánta gente nos sigue y cuántos likes tenemos. Y esto altera nuestras conductas», afirma el columnista del programa de radio Basta de todo que cuenta entre sus emprendimientos con la creación de Officenet.

—¿Somos felices como mostramos en Instagram?

—Claramente no. Lo que vos mostrás en Instagram es el 1% mejor de tu vida retocado para parecer aún mejor de lo que fue. Cuando vas en el colectivo todo apretado viniendo del Conurbano a Capital para laburar, cansado, madrugaste, estás aburrido, agarrás el celular y empezás a mirar fotos en Instagram ves la vida de los demás y parece cien veces mejor que la tuya y en realidad obviamente es un espejo completamente distorsionado. Aunque racionalmente lo sepas es inevitable el efecto que te produce de deslucimiento de tu propia vida cuando vas comparando. Ni hablar cuando te comparás con celebridades que tienen community managers que les re contra editan las fotos. En Instagram la vida parece una perpetua puesta de sol sobre el Mediterráneo y nada más alejado de la realidad que vivimos todos todos los días.

—Las distintas aplicaciones compiten entre sí, pero también compiten con el tiempo que le dedicamos a nuestra vida social, a estar con nuestros hijos o al ejercicio.

—Ése es el aspecto más perverso de todos. Hay una anécdota que cuento en el principio del libro. En un momento al fundador de Netflix le preguntan cómo era su relación con la competencia, cómo veía el producto que había lanzado HBO, y el tipo dice: «Mi competidor no es HBO o Amazon Video, mi competidor es el sueño. Todavía la gente duerme demasiado, no sabés todo el terreno que nos queda para ganar». Cuando vos ves que sale una nueva temporada de una serie y la gente que estuvo esperando se queda todo el fin de semana mirando un capítulo tras otro, ésa no es una conducta que esté buena y es inducida. Hay algo en cómo está hecho el guión, el auto play que terminás un capítulo y antes de que llegues a presionar para que pare ya arranca de nuevo, en que esté todo el contenido disponible junto. Antes vos veías el capítulo los jueves a las diez de la noche y hasta el próximo jueves no tenías el siguiente capítulo. Netflix ha ido perfeccionando tanto el contenido como la interfaz para generar este efecto de no poder parar de mirar.

—¿Creés que en algún momento le vamos a cuestionar a Netflix la adicción que generan estos contenidos como hoy cuestionamos a las tabacaleras?

—A mí me sorprende que cuando el el fundador de Netflix hizo esa afirmación en público la reacción no haya sido de ira. Para mí es indignante. Él está diciendo que está dispuesto a inducirnos hábitos totalmente contrarios a nuestra salud para maximizar sus ganancias. Es de locos.

—¿Cuáles son las pequeñas cosas que podemos hacer en casa o cada uno en lo particular para tener un vínculo más sano con la tecnología?

—Un tema central es qué tipo de relación establecemos con las redes sociales. La decisión de a quién seguir es una decisión clave. Tendemos a seguir a celebridades por una cosa aspiracional o de morbo o de curiosidad por cómo será la vida y eso es pésimo para nosotros. Instagram es genial para ver realmente qué le está pasando a la gente que vive una vida parecida a la tuya siempre siendo consciente de que igual te está mostrando los mejores momentos. Lo mismo pasa con qué cosas compartís y cuáles no, en qué medida expones tu privacidad, exponés a tus hijos. Eso es todo un tema. Un segundo tema para mí que es clave y es un gran cambio que hice es desactivar completamente las notificaciones. Mi teléfono no hace ningún ruido, no prende ninguna luz, se enciende cuando yo lo prendo porque decido usarlo. En las notificaciones sonoras o en las lucecitas que se prenden está el canto de las sirenas que intenta seducirte en cualquier momento en que vos estás ocupado haciendo otra cosa. Y hay un tercer tema que es central en el libro que es qué  hacemos con los chicos.

—Hablás de adultos analógicos criando a niños digitales.  

—Sí, somos una generación analógica que hace lo que puede para tratar de vivir en un mundo digital pero que aparte ahora se ve confrontado con chicos que son nativos digitales que entienden la tecnología con una naturalidad diez veces más grande que nosotros. Nuestro rol es poner límites pero los chicos esquivan nuestros límites muy fácilmente porque conocen mucho mejor cómo esquivarlos que nosotros cómo hacer que los límites actúen. Es un desafío gigante. A los padres hoy con toda la exigencia que tenemos del trabajo, de la actividad física, de nuestro propio uso de redes…criar hijos nunca fue más difícil que ahora. El celular entregado a los chicos es una gran válvula de escape para la presión de criar chicos.  A mí más que preocuparme el uso excesivo de los chicos me preocupa el corrimiento excesivo de los padres.

—Pretender que los chicos usen menos las pantallas, cualquiera sea, pero cenamos mirando y respondiendo el teléfono con ellos.  Es bastante contradictorio.

—Es más que contradictorio. Hay un tema muy importante: antes de los 2 años realmente es muy inconveniente que los chicos usen pantallas. Están las recomendaciones de la Asociación Argentina de Pediatría y la Asociación Americana de Pediatría, todos son muy claros en que hasta los 2 años realmente no conviene que los chicos usen pantallas. Pero es imposible negarle eso a un chico, si el chico te ve a vos todo el día totalmente capturado por eso y te lo pide no podés disfrutar tanto de algo y negárselo.

—¿Cómo cuidamos a nuestros hijos cuando se meten en el mundo de las redes sociales y ya tienen sus propios dispositivos?

—Cuando tus hijos a los 12, 13 años van a salir por primera vez solos a la calle lo primero es que esa salida está precedida por diez, once, doce años de caminar de tu mano, de ir acompañados por un adulto que los guía. Igual hay un montón de conversaciones: «Mirá, si se te acerca un desconocido no le hables, si te quieren regalar algo no lo aceptes, para cruzar tenés que mirar el semáforo peatonal». Un montón de explicaciones que tienen que ver con minimizar los riesgos de transitar el espacio público. Internet es un espacio público en varios sentidos más riesgoso que la calle. Casi todo lo malo que te puede pasar en la calle te puede pasar en internet pero también hay algunos riesgos específicos como la viralidad, como lo que posteás. Y sin embargo nosotros vamos dejando a nuestros hijos salir a internet a una edad mucho más temprana de la que salen a la calle y prácticamente sin ningún acompañamiento y sin ninguna explicación. No se trata de meterles miedo como tampoco de meterles un miedo excesivo a circular por la calle pero tampoco que se manejen con ingenuidad o se enfrenten a riesgos innecesarios.

—Quiero que hablemos de los nuevos trabajos o la nueva forma de buscar trabajo.

—La gente no termina de poder precisar qué es esta idea de que 50% de los trabajos actuales van a desaparecer relativamente pronto. Vos escuchás a las mentes más brillantes de la actualidad, como Bill Gates, Elon Musk, Mark Zuckerberg, el presidente del Banco Mundial, un montón de gente emitiendo estas advertencias y la mayoría no sabemos qué hacer con esto y lo que hacemos es nada. Hoy en internet hay una oferta espectacular de cosas para tomar las riendas de tu propia formación, y la mayoría de la gente no lo sabe, la mayoría son gratis o casi gratis, podés estudiar en las mejores universidades del mundo el tema que se te ocurra. Armé una sección que se llama la «Guía del estudiante adulto» que lo que hace es contarte cuáles son todas las cosas que hay hoy disponibles para estudiar online y cómo podés aprovechar, casi sin plata o directamente gratis, cursos para de alguna manera prepararte para el mundo que viene.

—La capacitación constante es fundamental.

—El cambio más grande filosófico que se viene en el plano laboral es que antes, la vida era estudio, me recibo, trabajo y en el trabajo aprendo un poco más. Me tomo un curso una vez al año, pero yo ya aprendí, aprendés cuando estudiás y aplicás lo que aprendiste.

—Me recibí de contador, ya está.

—Exactamente, ese modelo colapsó. Los trabajos actuales van a cambiar por otros, pero esos van a cambiar por otros y esos por otros.

—Esa fantasía fatalista en donde las máquinas nos ganan y dejamos de ser necesarios, ¿es tan así?

—Las máquinas nos están ganando en un montón de cosas pero hay ciertas cosas que tienen que ver con el trato entre las personas que las máquinas difícilmente alguna vez superen. En alguna época lo más valioso que los humanos traían a la fuerza de trabajo era su fuerza física. La mayoría de los trabajos eran cargar cosas. Después pasó a usarse mucho más la habilidad manual en el ensamblaje. Hoy la mayoría de los trabajos privilegian nuestra cabeza. Y las computadoras están empezando a reemplazar nuestra cabeza, porque se vuelven mejores que nosotros… Puede sonar cursi pero en el fondo, una vez que reemplazaron nuestras piernas, nuestras manos y nuestra cabeza nos queda el corazón, la cosa más empática, más de conexión con el otro. Vamos a ir teniendo que refugiarnos en trabajos más y más intensivos en humanidad. El cuidado de terceros, el entretenimiento. No creo que vaya a haber una computadora que nos haga reír de la manera que te puede hacer reír un muy buen cómico.

—Contaste en el programa de Mirtha Legrand que Tinder y Happn te muestran a la gente linda si sos lindo y a la gente fea si sos feo.

—Sí, cualquier app de estas que usas tiene infinito contenido para mostrarte. ¿Cómo elige cuál de ese contenido te muestra? Esa decisión no puede ser tomada por seres humanos en plataformas con millones y millones de usuarios, entonces tienen que recurrir a algoritmos. Un algoritmo es una regla: a las personas de tales características mostrales tal cosa. Eso hoy se hace por inteligencia artificial y la manera en que lo hacen es ir probando qué funciona mejor, no es que tienen una cosa de maldad, entonces seguramente probaron qué pasa si a los feos les muestro lindos, qué pasa si a los lindos les muestro feos, qué pasa si a los feos les muestro feos, qué pasa si a los lindos les muestro lindos. Y encontraron que lo que maximiza la chance de que haya coincidencia es este esquema. Entonces tenés el choque entre algo a lo que se llegó pragmáticamente sin una cosa ideológica pero que el resultado es tremendamente «disvalioso» desde el punto de vista de lo que nosotros creemos qué está bien y qué está mal.

—¿Cuál es el próximo gran quiebre tecnológico que creés que nos va a sorprender?

—La realidad virtual que está dando vueltas hace rato y no terminó de hacer pie pero en la medida que podamos construir entornos suficientemente creíbles y realistas podés estar en el living de tu casa, escuchás las risas de tu familia, pero sentís que estuviste en otro lado. En la medida en que esos entornos vayan mejorando yo creo que se va a volver más y más tentador. Si se puede generar una experiencia adictiva en una pantalla así de chiquitita 2D, ¿sabés lo que se va a poder generar en construyendo un mundo realista?

—¿Qué va a venir después de Instagram?

—Qué gran pregunta. Lo que está claro es que lo que va a venir lo va a comprar Facebook porque es lo que han hecho hasta acá. Facebook nació como red social, y cuando Instagram le empezó a pegar duro capturando el público joven…no sé si toda la gente sabe, Instagram es de Facebook.

—Y WhatsApp también.

—Cuando WhatsApp empezó a ser la red donde más tiempo pasamos también la compró Facebook. De manera que venga lo que venga yo creo que vamos a estar en el mundo Facebook.

—O sea Facebook es mi dueño (risas).

—Facebook es tu dueño aunque Google está tratando de tener algo para decir al respecto también.

ENTREVISTA COMPLETA

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Fuente: Infobae