Es una cuestión en la que conviven la técnica y las buenas prácticas. Es tan individual como social, tan ligado a la conciencia personal como al plano cultural. Es terreno fértil tanto para padres e instructores profesionales (escuelas de manejo o particulares), como también material para sociólogos que lo analizan en el ecosistema de valores, usos y costumbres de la sociedad.
Cuántas veces se escucha decir que “manejamos en la calle como somos en la vida”. Lo que somos al volante, afecta de manera directa al resto de los conductores y peatones en la práctica diaria del manejo.
Es lógico que todo el andamiaje teórico y práctico recaiga en la fase de aprendiz o principiante, pero es un error erradicarlo de los recursos adquiridos una vez que nos largamos a manejar y evolucionamos hasta considerarnos “experimentados”.
Como en todo orden de la vida, el paso del tiempo implica un aumento en la confianza y es inevitable que estén latentes esas costumbres que pueden equivaler a vicios o mañas. Por eso, siempre es útil el aporte de consejos y sugerencias para los que están dando sus primeros pasos en el manejo, y nunca están demás a modo de “servicio de mantenimiento” para quienes ya conducimos desde hace rato. Desde el instante en el que uno se sienta al volante, es importante tener en cuenta cuáles son los puntos esenciales tanto dentro del propio auto, como en el tránsito general en ciudad o ruta.
Antes de arrancar
Ubicación en butaca: una adecuada posición de manejo repercute tanto en la comodidad como en la seguridad, no solo por la disposición de los miembros para prevenir daños ante un posible accidente, sino para el correcto funcionamiento y función de los elementos de seguridad pasiva: cinturón pirotécnico y airbag.La altura del asiento es uno de los aspectos a tener en cuenta, y un buen método para referenciarla es colocando la mano de manera vertical entre la cabeza y el techo: lo ideal es que haya entre cuatro y cinco dedos de espacio como para garantizar dominio visual del tablero y espacios vidriados.
Sentarse con la espalda bien apoyada en el respaldo ayuda a tener una postura más natural y relajada. Lo ideal es que el respaldo tenga un reclinado de entre 100 y 110°, y no de 90° porque queda demasiado recto.
Ajustar el apoyacabeza a la medida, logrando que la línea intermedia entre las cejas y las orejas apunte a la mitad del mismo. La distancia a la pedalera es otra de las claves. Aunque están los puristas del manejo deportivo con las piernas estiradas, lo aconsejable es que mantengan una cierta flexión para lograr una buena interacción con los pedales, sin tener que desplazar la cadera para alcanzarlos.
Un ejercicio práctico para encontrar la distancia aconsejable es que al presionar el freno a fondo (o el embrague en caso de tenerlo) las rodillas mantengan cierta flexión, no solo para conseguir que la acción del manejo de los pedales sea más natural y fluída, sino también para evitar mayores daños en caso de accidente.
¿Y el cinturón de seguridad?: la correa inferior debe abrazar por encima de los huesos de la cadera y pelvis, mientras que la cinta diagonal debe ubicarse en la mitad de la clavícula.
Un relojito al volante: con la espalda ya correctamente apoyada y sin forzar los hombros, la distancia ideal queda definida al posar las muñecas en la parte superior del aro y las manos caigan por completo detrás del mismo. Así, los brazos quedarán con una flexión de alrededor de unos 45° entre brazo y antebrazo. Al momento de tomar el control del volante, lo ideal es colocar las manos imitando la posición de las agujas del reloj al marcar las 9:15 o las 10:10. Esto da amplitud para girar lo máximo posible sin soltar el aro.
Ya en marcha
Después de ajustar los espejos para tener visualmente dominado lo mejor posible el entorno, es momento de salir. “No conozco ningún caso en el que la palanca de cambios se haya caído”, escuché decir -con ironía en modo docencia- a un reconocido instructor en la previa de una clase. Y es que uno de los vicios más comunes es dejar la mano derecha sobre la empuñadura de la transmisión, mientras se maneja con la izquierda. Ese modo reduce las probabilidades de una maniobra eficaz de esquive, ya que el dominio con una sola mano es inferior. Por otra parte -ya en el plano mecánico- esa constante presión a lo largo del tiempo podría ir afectando la transmisión. Otra costumbre parecida es bajar la ventanilla y apoyar el brazo izquierdo para marchar con el codo afuera.
Mirada atenta: mantener la atención no sólo hacia el auto que va adelante, sino tener una visión más adelantada para lograr una amplia proyección de lo que ocurre a mayor distancia. “Ver por el parabrisas del auto que nos precede”, permitirá una anticipación en la maniobra ante cualquier imprevisto.
Distancias de seguridad: en ciudad no es necesario pegarse al auto de adelante, sino que se aconseja dejar una cierta distancia precautoria, más amplia en los días de lluvia ya que el asfalto mojado estira la distancia de frenado. Ya en rutas, la ley exige un mínimo de 2 segundos, autopistas o autovías, lo que equivaldría a unos 54 metros al viajar a una velocidad de 100 km/h. Los especialistas sugieren unos 5 segundos, que en distancia se traduce a 135/140 metros. Alejarse también permite desbloquear la visión.
Límites de velocidad: respetarlos y más allá del riesgo de multa. Nunca es aconsejable manejar por encima de éstos porque se reducen significativamente las probabilidades de maniobrar para evitar un siniestro.
Luces reglamentarias: luces diurnas (DRL) o bajas en zonas urbanas cuando la luz natural es insuficiente o la visibilidad es baja. Las bajas son obligatorias para salir a la ruta. Las luces no solo permiten ver sino ser vistos, por lo que se recomienda usarlas correctamente para indicar lo que se va a hacer o interpretar la maniobra que va a hacer el otro vehículo, por ejemplo, al colocar las de giro. Y ¿las balizas?, el artículo 47 de la Ley Nacional de Tránsito señala que las luces intermitentes de emergencias deben utilizarse para detención en peajes, zonas peligrosas o para anunciar una maniobra riesgosa. Básicamente anuncian detención. Jamás se deben activar para circular con niebla porque podría generar confusiones al sugerir que el auto que va adelante se va a detener o bien ya está detenido. Un correcto uso es para anunciar el ingreso a un garaje, para lo cual no están las luces de giro.
Al momento de encarar el viaje de vacaciones
Nadie corre a nadie y tampoco hay premio por llegar primero o castigo por tardar más de lo esperado. Salir a lo loco para intentar bajar los tiempos, no debe formar parte de la planificación. Las vacaciones comienzan cuando arranca el viaje, por ende, lo más saludable es tomarlo con calma y paciencia.
- Un descanso adecuado: es lo primordial para iniciar un periplo con la mente despejada y mejor predispuesta a la concentración. Se recomienda dormir entre 7 y 8 horas antes de salir.
- Calzado cómodo: importante para viajar relajado y que el correr de los kilómetros no pesen más de lo esperable. Ni muy holgados ni demasiado ajustados, se recomiendan que sean flexibles y con suela no demasiado gruesa para “sentir” correctamente los pedales. No son apropiadas las sandalias con mucho taco o las ojotas, porque se corre el riesgo de enganchar la alfombra, resbalar o trabar el pie con un pedal.
- Paradas frecuentes: es lo aconsejable para combatir cansancio o aburrimiento y evitar desatenciones. Lo ideal es detenerse cada 2 horas o bien cada aproximadamente 200 kilómetros. Ese famoso parar “para estirar las piernas” siempre viene bien para despabilarse, renovar el aire y activar la circulación, entre otros beneficios. Unos 15 a 20 minutos, son más que suficientes para un café y una pasada por el baño.
- Los objetos sueltos en el habitáculo: la fuerza que pueden ejercer es igual a su masa por la aceleración, lo cual ante un accidente son sumamente peligrosos. El peso de un objeto suelto aumenta hasta 55 y 60 veces su propia masa a una velocidad de 50 km/h. Es importante tener la precaución de llevarlos sujetos, en el baúl, dentro de la guantera, en los bolsillos de las plazas traseras o en los cofres ubicados bajo las butacas de algunos de algunos modelos.
- La señalética no está de adorno: vital tener en cuenta y respetar los carteles de la ruta porque no están colocados ahí porque sí. Todos, desde el prohibido adelantarse porque se aproxima una curva o las velocidades máximas, al igual que las señales pintadas sobre el asfalto, como por ejemplo la “V” invertida que indica la velocidad límite por ser una zona de nieblas frecuentes.
Lo que no está bien
- Cambiar de carril en autopistas o autovías a velocidades desmedidas con maniobras bruscas o no señalizadas con la luz de giro.
- Transitar por la banquina: es ilegal (Art. 48 de la Ley Nacional de Tránsito) y peligroso. Cuando hay embotellamientos, nunca faltan los ventajeros que se adelantan circulando entre el asfalto y el pasto de la banquina. El rol “banquinero/a” está entre las peores acciones de la cultura del manejo.
- Sobrepasos arriesgados: en rutas (un carril por sentido) no abrirse a la mano contraria y comenzar a pasar a otro vehículo si no se está seguro de la distancia con el auto que viene de frente.
Actores en lo individual, protagonistas en lo social
Las leyes están para cumplirlas y los demás (automovilistas y peatones) para ser respetados. A diario, la conciencia, la atención, el buen proceder y la tolerancia, tienen su contracara en la falta de respeto, la ansiedad, la intolerancia, la provocación o la agresión. La correcta formación al volante –merecedora de la habilitante licencia de conducir- es no menos importante que el buen proceder de conductor como individuo. Es clave tener en claro todo aspecto del manejo, pero tanto como la educación para ejercer el rol de conductor. Una buena conducta al volante necesita tanto de técnica como de cultura.
Fuente: Pablo Epifanio, La Nación