Y ahora cómo le digo a Luli que no puede salir a andar en monopatín?
-Mejor no le digas nada, pateala para adelante. Yo se lo dije a la mía y me contestó ‘te odio’». Chicas, no sé si llego cuerda a septiembre.Ads by
-Juanchi se enojó con los políticos. Me dijo que cuando fuera presidente iba a dejar que los chicos jugaran en la plaza.»
-A mi Mateo me contestó que iba a disfrazarse de papá o para salir a la calle y no le digan nada.
-Ja ja. No es mala esa.
El chat de mamis volvió a arder después de las marchas y contramarchas en relación con las salidas recreativas. Ahora, además de no poder salir, muchas se lamentan de tener que lidiar con el enojo y la frustración de los más pequeños. Finalmente, ese paseo que muchas familias dieron alrededor de la casa el último domingo de abril hoy parece un sueño lejano. Pero mientras los padres intentan masticar la bronca, después de 40 días de confinamiento los especialistas siguen planteando la necesidad de pensar herramientas y alternativas específicas para los más chicos, que fueron los que no tuvieron ningún tipo de prerrogativa en lo que va del encierro.
En una primera instancia, la opinión de varios reconocidos pediatras y asesores de la infancia hizo que el tema empiece a analizarse seriamente, pero todavía no hay ninguna solución para los más pequeños. Las imágenes que llegaron desde España, con familias invadiendo parques y calles sin guardar distanciamiento social no fueron nada alentadoras, y muchos, incluso, culparon a quienes habían pedido por los derechos de los niños. Uno de los que más había insistido -y resultó luego más cuestionado- fue el reconocido pediatra español Carlos González, que publicó una carta donde criticaba el confinamiento de los más pequeños.
«Mi nieto, y otros como él, que no corren ningún riesgo con el virus, están encerrados sin juicio, y no pueden salir ni un minuto. Yo, y otros como yo, que sí que corremos un riesgo, podemos salir varias veces al día, al súper, al pan, a la farmacia, a pasear al perro, a tirar la basura, algunos a trabajar. He aceptado la infamia, he tardado más de un mes en darme cuenta de que esto era inmoral. Nos dijeron ‘todos hemos de estar confinados, por el bien de todos’, pero sólo los niños han estado realmente confinados, y no por su bien, sino por el nuestro», escribió a modo de crítica.
En Argentina, hay varios especialistas que también reclaman una rápida solución. Uno de ellos es Luciano Lutereau, psicólogo especializado en niñez y adolescencia y autor del libro Más crianza, menos terapia. Además, es papá de un niño de 6 años. «El contrapunto por el tema salidas sí, salidas, no, no ayudó. Más que un ir para atrás, hay que mirar hacia adelante. Nos apuramos producto de un deseo de querer salir. Fue un deseo surgido de la angustia de encontrarse en una situación de malestar que todavía no tiene solución», dice y agrega que hay que pensar herramientas para los niños más pequeños, que son los que necesitan del juego con otro niño.
«Los adolescentes la están llevando mejor. Quizá por la cercanía a la tecnología. Para ellos un amigo es una persona con la que se tiene contacto que puede ser a través de las pantallas. En cambio, en los niños pequeños el contacto es físico. El amigo es con quien jugás, no con quien hablás o chateás -sostiene-. Pero jugar en los niños no tiene que ver solo con algo recreativo. Es el vínculo con otro niño (distinto del hermano) el que posibilita dejar la díada mamá-bebe, el que permite crecer, dejar de querer ser bebe. Por eso lo que noto en cuarentena, en la que la socialización se ha interrumpido totalmente, es que muchos niños hacen hace regresiones transitorias: se pasan a las camas de los padres, piden de vuelta la mamadera. Esto no es patológico ni definitivo si a corto plazo podemos tener una herramienta para ellos», plantea Lutereau.
A diferencia de la salida al exterior, lo que debería privilegiarse, según el psicólogo, es el contacto con otro niño. «No conozco ningún niño que extrañe salir a la calle. Para ellos el afuera es el contacto con otros niños. En el caso de familias que vivan cerca, que no estén en contacto con un grupo de riesgo, se podría hacer teniendo en cuenta todas las recomendaciones de higiene. De hecho esto ocurre, dentro de un edificio donde viven niños de edades parecidas -asegura Lutereau-. Si hay un SUM o terraza se podría armar un espacio de juego y encuentro. Después de un mes cuarentena, me parece importante poder ocuparnos de la salud mental. Hasta ahora primó la perspectiva higienista. Se impuso el saber médico pero ese saber muchas veces desconoce factores psicológicos. Me parece que después de un mes de cuarentena se fueron generando herramientas colectivas: hay una mayor conciencia que es lo que permite generar una herramienta específica para los niños».
Por su parte, Nora Zonis, pediatra y directora del grupo Crianza en Acción (que promueve la crianza respetuosa y la disciplina positiva) sostiene que los niños «son seres en pleno desarrollo, ‘material fresco’ que es con la influencia de los externo que se van construyendo. Son curiosos, inquietos, exploran, necesitan moverse libres y permanentemente y buscan a otros para imitar. No es lo mismo el niño que transita este encierro en una casa con patio, jardín o balcón que quien lo hace en un espacio reducido y encima se le pide que se quede quieto. Sería imposible que no se viera afectado el crecimiento por los condicionamientos que impone el encierro. Por ejemplo, la limitación en el movimiento físico prolongado podría plantear una limitación en el desarrollo motor», advierte y destaca la importancia de que los adultos permitan el movimiento libre.
«Todo niño sano va a tender espontáneamente a moverse, saltar en la cama, jugar a la pelota, a la lucha, a bailar. esto siempre que el adulto y el espacio se lo permitan. Por eso, no es lo mismo adultos disponibles y dispuestos que otros que no lo están», aclara la pediatra, que agrega que mientras se siga sin poder salir, «hay que ayudarlos a manejar la frustración de un modo positivo. Todo lo que se está viviendo sirve para brindarles herramientas para afrontar diferentes situaciones de la vida. Y saber que salir a la calle después de esto no va a ser fácil ni igual para todos. De hecho, no todos los niños han querido salir, ni todos los padres han estado preparados para hacerlo», plantea Zonis.
Para Lutereau, la cuarentena sin duda es una prueba a la capacidad innata que los más pequeños tienen de jugar. Y observó que una de las respuestas de muchos fue armarse carpas o casas para ellos. «Muchos construyeron una casita propia, distinta de la que comparten con sus padres, donde poder jugar. Es un recurso de salud, propio de la artificialidad de la cuarentena. Pero esto un día se termina y aparece la necesidad de jugar con un par. Los chicos no extrañan particularmente a un amigo, no son como los adultos que conocen la añoranza. Pero muchos dicen ‘extraño jugar’. Y eso es jugar con otros niños. La salida a dar una vuelta por sí sola no es una solución porque todos los que somos padres sabemos que un niño no camina ni 100 metros. La salida recreativa puede ser una necesidad de un adulto, pero no de un niño. El desafío ahora es pensar una herramienta que no esté contaminada por la visión adultocéntrica y concentrarse realmente en las necesidades de los niños».
Fuente: Laura Reina, La Nación