En un pequeño rincón de Den Bosch, en los Países Bajos, se alza un conjunto de viviendas que desafían las convenciones arquitectónicas. Conocidas como Bolwoningen (“casas de bolas” o “casas de bombillas”), estas 50 estructuras esféricas hechas de cemento y fibra de vidrio reforzadas captan la atención de todos aquellos que las observan desde el exterior. Sin embargo, adentrarse en su interior revela la realidad de la vida en estas viviendas prefabricadas y sostenibles.
El gobierno holandés, en su búsqueda por soluciones habitacionales experimentales, decidió respaldar el proyecto de Bolwoningen en la década de 1980. Aunque su estructura novedosa no fue el factor determinante, sino más bien su naturaleza simple y duradera. Estas casas modulares y livianas podían ser erigidas en tan solo un día, lo cual resultó atractivo para las autoridades. Así, en 1984, surgió un mini-barrio de casas esféricas, destacándose en marcado contraste con las residencias tradicionales del otro lado de la calle.
El diseño de las Bolwoningen fue inspirado por las cabañas de arcilla de África y los iglús inuit, tomando como base la lógica de que las formas redondas son las más originales y naturales para la vida humana. Sin embargo, para aquellos acostumbrados a vivir en casas más convencionales, habitar en el interior de un globo de concreto puede parecer poco común. Estas estructuras están diseñadas especialmente para personas solteras o parejas sin hijos, ya que el espacio interior es limitado, con aproximadamente 55 metros cuadrados.
Cada vivienda de Bolwoningen se compone de una base cilíndrica que cumple múltiples funciones, como entrada, área de almacenamiento y servicio. Desde allí, se asciende hacia la esfera, que tiene aproximadamente cinco metros de diámetro.
Estas viviendas, diseñadas para albergar hasta dos personas, se dividen en tres secciones pequeñas. Una escalera de caracol conduce al nivel superior, donde se encuentra el dormitorio. Continuando hacia arriba, se llega al siguiente nivel, que alberga el baño y la ducha. La parte más alta de la esfera se destina a una pequeña sala de estar y un área de cocina. Sus 11 ventanas circulares, dispuestas a lo largo de la esfera, permiten una abundante entrada de luz natural y flujo de aire, contrarrestando la sensación de estar en espacios cerrados.
Esta distribución vertical permite optimizar el uso del reducido espacio disponible en las Bolwoningen. Es importante tener en cuenta que estas viviendas fueron concebidas como una alternativa experimental y no como una solución habitacional convencional.
Aunque los Bolwoningen permanecen en pie luego de casi 40 años, la idea original del artista Dries Kreijkamp y el autor intelectual del proyecto era que estas estructuras livianas fueran infinitamente reorganizables y transportables e incluso flotaran sobre el agua. Sin embargo, con su fallecimiento en 2014, parece que esta visión no se materializará. En la actualidad, las viviendas de Bolwoningen funcionan más como una reliquia arquitectónica y una curiosidad cultural que como un modelo de vida contemporáneo.
La gente todavía vive en Bolwoningen, y se sabe que los turistas pasean para mirar boquiabiertos sus extravagantes casas.