Las imágenes del verano no serán este año de cuerpos perfectos o irreales. O al menos no exclusivamente. Ese es el objetivo de varias organizaciones y fundaciones que ponen en discusión las representaciones de belleza establecidas a través de la visibilización de mujeres diversas. Concientizar sobre esta temática, a su vez, contribuye a la prevención de trastornos en la conducta alimentaria.
La propuesta del colectivo Mujeres que no fueron tapa fue contundente: invitó a todas las que quisieran sumarse a mostrar sus panzas tal cual son para contrarrestar las ideas ilusorias sobre el cuerpo, que todavía aparecen en no pocos ámbitos.
Más de 3500 mujeres de diferentes edades, contexturas, oficios y profesiones enviaron sus fotos sin inhibiciones. La repercusión fue inmediata y se convirtió en una suerte de respuesta al ya obsoleto “operativo bikini” o al imperativo “para llegar al verano”.
“Poner en cuestión el ideal de la belleza como constitutivo de la identidad de las mujeres” es lo central para la abogada Lala Pasquinelli, al frente de MQNFT. “Aprovechamos que esto se hace más fuerte ahora a causa de las publicidades y de todas las industrias que se benefician de esta construcción en torno a la apariencia”, añade. Es como la contrapropuesta a la incitación para moldear el cuerpo que se instala en esta época del año, acompañada de una parafernalia de sugerencias de dietas, productos farmaceúticos y cirugías estéticas.
Los relatos de las mujeres que participaron de la iniciativa permiten tomar dimensión del sufrimiento que muchas transitaron por no cumplir con los cánones impuestos. “Años de esconderme detrás de un pareo, de bañarme con pantalón y de dejar el toallón cerquita de la pileta para que nadie viera que tenía estrías y flacidez”, comienza el posteo de una usuaria. Con matices, ese registro se replica en la mayoría de las intervenciones.
“Estás abundante”
Wanda Valentina Tornador es una de las que a través del hashtag #HermanaSoltalaPanza se subió a la ola de cuerpos reales. “Antes yo entrenaba vóley y siempre estaba a dieta. Si me tentaba, por ahí comía una factura sola. Cuando empezó la cuarentena, me despreocupé. Le empecé a dar más prioridad a la facultad y a otras cosas. Y desde ese momento pienso ´esta es lo que soy´ y me abrazo”, cuenta a LA NACION esta estudiante de Derecho de 21 años.
Si alguien le dice “estás más gordita” o “estás abundante”, como le pasó hace poco, se ríe. “Las nuevas generaciones ya vienen con otro chip, yo creo que los cambios vienen por ahí. Y a las generaciones más grandes hay que explicarles con respeto lo que ya no va más”, sostiene.
Verano tras verano, se siente más liberada: “Antes me fijaba qué malla me podía quedar mejor o disimular algo, ahora me fijo el color, si me gusta el estampado y si la siento cómoda”, remata.
A su vez, son cada vez más las manifestaciones de influencers que batallan desde las pantallas con contenidos para ampliar la mirada respecto a las corporalidades y quitar el velo sobre las creencias que traen aparejadas. Entre ellas, se destaca Agustina Cabaleiro, publicista y activista del movimiento Body Positive quien, a través de sus posteos, contribuye a deconstruir los modelos estéticos dominantes. También la exmodelo Florencia Scharenberg hace lo propio al liberarse de los prejuicios y contar detalles sobre la relación con su cuerpo después de los embarazos. Y Brenda Mato, quien además de haber sido miembro de AnyBody Argentina, fue una de las principales impulsoras del Sistema Único Normalizado de Identificación de Talles de Indumentaria, más conocido como Ley de Talles, aprobada en 2019.
Estas expresiones se dan en el marco de la llamada cuarta ola feminista y de incipientes cambios en los medios y plataformas a la hora de representar los cuerpos. Incluso, aunque siguen siendo excepciones, algunas publicaciones dejaron de usar el recurso del photoshop para retocar imágenes o comenzaron a darle visibilidad en sus portadas a mujeres de diferentes contexturas.
Sin embargo, en el mundo de las redes sociales existe todavía una proliferación de representaciones y videos que insisten en una belleza idealizada que poco tiene que ver con los cuerpos que se ven por fuera de las pantallas. Al respecto, la Fundación LA NACION exhibió la problemática de manera clara y directa: intervino un registro de Tik Tok, que mostraba cómo una modelo era asistida para colocarse una prótesis que aumentara su cola, con una reflexión de la doctora Juana Poulisis, médica psiquiatra de la Universidad de Buenos Aires, especializada en Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). “La evidencia científica muestra que el compararse con imágenes irreales de cuerpos perfectos gatilla la búsqueda de prácticas dañinas para la salud”, plantea la profesional en el audio que acompaña la publicación.
A la viralización cotidiana de posteos que divulgan un único estereotipo de belleza posible, se suma la presión para tener una vida supuestamente “saludable”, otro síntoma propio de esta época. En ese marco, la alarma se enciende ante los casos de vigorexia (la compulsión por un aspecto deportivo y musculoso) y la ortorexia (la obsesión por comer alimentos sanos).
Un espejo continuo
Los modos de comunicación que se extendieron tras la irrupción del Covid-19 repercutieron en el registro de la propia imagen. Todas las plataformas utilizadas en tiempos de virtualidad, desde la videollamada hasta el Zoom, derivaron en una mayor exposición.
“Lo que pasó en la pandemia fue que se dio un chequeo corporal continuo, como si se estuviese frente a un espejo”, detalla Poulisis en diálogo con LA NACION. Las consecuencias fueron palpables para la especialista: “Se exacerbó la insatisfacción de la imagen y la búsqueda de cambios en el cuerpo”.
Recientemente, Poulisis asesoró a la organización Bellamente, fundada por la joven investigadora Candela Yatche, en la realización de una guía online sobre TCA (anorexia, bulimia y trastorno por atracón, entre otros) con foco en los factores socioculturales. Confeccionada con el apoyo del Ministerio de Salud de la Nación y en el marco del Concurso de Proyectos para la Promoción de la Salud Integral Adolescente y Juvenil, la iniciativa apunta a profundizar la prevención y la detección temprana de cuadros vinculados a la alimentación, a la vez que brinda recomendaciones para los familiares de pacientes que transitan estas enfermedades.
Además, se dirige a profesionales de la salud, docentes e influencers para que cuando estos últimos aludan a dicha problemática, lo hagan con responsabilidad y conocimiento.
Período de transición
¿Qué cambió en los últimos años? “Lo que hay es una tensión, no creo que haya un cambio”, señala Pasquinelli. “Si bien, por un lado, se empieza a abrir una conversación, por el otro, la forma en que se ‘invita’ a las mujeres a modelar sus cuerpos se hace cada vez más agresiva”, sostiene.
Según su mirada, todo se volvió más opresivo en pandemia, dado que durante la cuarentena hubo mujeres que se vincularon con su cuerpo con mayor libertad y dejaron de ir a la peluquería, de maquillarse o de usar ropa ajustada, entre otras costumbres que antes no se cuestionaban y ahora sí.
Laura Zambrini, doctora en Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, habla de un “cambio de época” y considera que hay un “punto de fractura en relación a décadas anteriores”.
De todas maneras, la especialista plantea que, al ser un período de transición, no es todo unidireccional y que, así como existen expresiones para terminar con viejos mandatos, también están los actores sociales que todavía se sienten interpelados por los discursos que tienen más que ver con alcanzar la figura del 90-60-90 o borrar las marcas del paso del tiempo. “Ahí están los desafíos que quedan a diferentes espacios para poder producir cambios. Liberarse de ese peso de la estética, del ‘parecer’, e ir más hacia el ‘ser’”, concluye.
Fuente: María Eugenia Maurello, La Nación