Habían pasado los bailes y los coros. Era la noche estival del 10 de junio de 1947 y, sobre el enorme escenario dispuesto en el centro de la Plaza Mayor de Madrid, Eva Duarte de Perón era agasajada por el dictador Francisco Franco. La primera dama argentina llevaba algunos días en España, entre ceremonias y banquetes, pero esa ocasión era especial: para agradecer la visita oficial y el abastecimiento de trigo para un pueblo empobrecido, cada una de las 50 provincias que (entonces) formaban aquel país le ofreció su traje tradicional. Eran medio centenar de vestidosacompañados por zapatos, joyería y tocados o sombreros. Cerca de 800 piezas exquisitas que tuvieron un camino tan oscuro y polémico como el de su propietaria. Esa historia y ese peregrinaje es el que recupera ahora la muestra Un regalo para Evita. Trajes, política y cultura, que inaugura hoy el Museo de Arte Español Enrique Larreta.
Cuando Evita volvió de España, los vestidos fueron expuestos en el Museo de Arte Decorativo, Eva y Juan Perón visitaron la muestra.
Patricia Nobilia es doctora en Arte por la UBA y curadora de esta exposición que propone un recorrido por una treintena de trajes, algo más de la mitad de los que recibió Evita en España (los 50 forman parte del patrimonio del Museo Larreta), y otros tres cedidos por el Museo Evita (de su colección privada). “Es la primera vez que un curador externo a esa institución puede seleccionar piezas para una muestra. Aquí se podrán ver tres vestidos que Eva utilizó en distintas actividades de esa gira por España”, explica a Clarín. El que llevó la noche en la que le fueron regalados los atuendos tradicionales no será de la partida por una singular casualidad: “Es un vestido blanco bordado con falda y aplicaciones en negro, que ella ya había lucido para el primer retrato oficial como primera dama junto al General Perón. Por eso, forma parte de la muestra permanente del Evita”, apunta Nobilia.
De manera que ahí, en el centro del escenario improvisado sobre la Plaza Mayor de Madrid, la abanderada de los humildes vio desfilar delante de ella a cien muchachas que lucían los trajes tradicionales de su provincia y le ofrendaba uno igual. “Llegaban hasta ella y le tendían a los pies unos canastos de mimbre abiertos dentro de los cuales se podían ver los vestidos. Además, le entregaban estuches con la joyería correspondiente y tocados o sombreros”, describe la curadora mientras recorre las salas en exclusiva con Clarín. Hay imágenes en video de ese momento que quienes visiten la muestra podrán mirar.
Los vestidos en los fanales forman parte de la colección privada del Museo Evita y se reproducen aquí con el permiso de esa institución.
“La visita de Eva Perón marcó el comienzo del final del aislamiento internacional al que estaba sometido el régimen franquista por parte de las potencias vencedoras en la II Guerra Mundial desde 1945”, dice a Clarín desde España el historiador Xosé M. Núñez Seixas. El académico es doctor en Historia Contemporánea por el Instituto Universitario Europeo de Florencia, catedrático en las universidades de Santiago de Compostela y Ludwig-Maximilian de Múnich y puesto a contextualizar aquella visita de Eva a España, indica: “El viaje tuvo un alto contenido simbólico. La Argentina se presentaba como uno de los pocos aliados del franquismo y le inyectaba oxígeno y legitimidad internacional. Además, los acuerdos con Perón permitieron importar trigo y carne argentinos, lo que contribuyó a mejorar la situación de abastecimiento alimentario”.
Los atuendos de Madrid, Barcelona y Galicia entre otros, reciben a quienes llegan a la muestra Un regalo para Evita. Trajes, política y cultura.
Es por eso, dice Núñez Seixas, que el viaje “recibió un amplio eco propagandístico, en la prensa y en los noticieros documentales (NO-DOs) que se emitían en las salas de cine”. Incluso, hubo en la época “duelos de estilo” entre Evita y la mujer de Franco: “Aunque el contraste entre ella y la esposa del dictador, Carmen Polo, una «señorona» poco popular, muy católica y distante, quedó en evidencia desde los primeros instantes de la visita”.
Detalle del traje de Navarra.
El recorrido ahora, en el Larreta y con apoyo del Ministerio de Cultura porteño, abre con una selección reveladora no solo de aquella expedición sino también de los lazos históricos de España y la Argentina. Nobilia explica el criterio que utilizó: “Tenemos obviamente el traje de Madrid; el de Andalucía porque es una comunidad importante en nuestro país; tenemos el de Segovia representando a Castilla; el de Barcelona –una de las últimas ciudades que recorre–; y, por supuesto, el de Galicia a donde va y que es una colectividad importante aquí”.
El 26 de junio –retoma la narración en el catálogo de la muestra–, “después de haber permanecido diecisiete días en tierra española, Eva y su comitiva marcharon hacia Roma desde el aeropuerto de Barcelona, mientras que los canastos con los trajes, junto al resto de los regalos recibidos, partían en un barco rumbo a Buenos Aires. La primera dama argentina contaba entonces veintiocho años. Nunca antes España había ofrecido un recibimiento tan importante a la esposa de un presidente”.
Traje de Zamora, Castilla, León.
La colección de trajes es de una exquisitez tal que recorre todos los saberes ancestrales y las influencias culturales que se anudaron en la Península Ibérica. El de Galicia está cosido en terciopelo negro con bordados de azabaches y mostacillas. En el de Barcelona sobresale el estampado y la calidad de sus encajes, lo que también da cuenta de la importante industria textil de Cataluña.
El de Sevilla tiene un vestido de algodón celeste a lunares blancos con faralaes o volantes con encaje y cintas celestes y blancas. Es el atuendo emblemático andaluz para bailar “flamenco” que aun hoy sigue vigente. Por su parte, en el atuendo de la “huertana” (de Murcia) la tradición musulmana se manifiesta en la riqueza ornamental de sus piezas, como el mantón de tul de hilo con lentejuelas e hilos dorados y el jubón blanco bordado.
El de Córdoba es un traje de amazona. Finalmente, el vestido de León, adecuado al frío y humedad del lugar, sintetiza los aportes grecorromanos y árabes incorporados al recato y austeridad cristiana. En el mandil de raso negro, resaltan las iniciales bordadas “E. D. de P.” que responden al nombre de su destinataria: Eva Duarte de Perón.
Traje de Huelva- Andalucía.
Además de refinada, la colección es única en el mundo. “Ni siquiera el Museo del Traje de España tiene algo así”, apunta la curadora. El dato no es menor porque las ochocientas piezas sobrevivieron a los odios y a los amores que se sucedieron en torno a Eva Perón desde entonces. “La historia de esta colección merece ser contada y es algo que tiene también su espacio en esta exposición”, dice Nobilia.
Una persona observa los vestidos de la muestra. EFE/ Juan Ignacio Roncoroni
Tras la gira europea de Evita, los vestidos fueron exhibidos en el Museo Nacional de Arte Decorativo bajo el título Trajes de España. Colección Doña María Eva Duarte de Perón. “A la inauguración del día 29 de noviembre de 1947 concurrieron junto a Eva, el presidente de la república, Juan Domingo Perón; el director del museo, Ignacio Pirovano y el embajador de España, José M. Areilza, entre otros. La muestra tuvo una gran repercusión. Más de 157.000 personas desfilaron por las salas, de las cuales 46.000 correspondieron a visitantes escolares. La entrada costaba cincuenta centavos los días hábiles y un peso los domingos”, narra la historiadora del Arte Nobilia.
A todo aquel esplendor le siguieron tiempos oscuros. La llamada Revolución Libertadora derrocó a Perón en 1955, ordenó la demolición de la residencia presidencial y espolió todos sus bienes así como los que había heredado de Eva Duarte. La colección de trajes, como tantas otras pertenencias, quedaron en custodia durante años en el Banco Municipal.
En 1967, mediante un decreto presidencial, se dispuso que la colección de “trajes hispanos” fuera transferida al Museo de Arte Español Enrique Larreta legitimando así el ingreso a su patrimonio. “Pero las casi ochocientas piezas llegaron al museo en una suerte de “envío secreto” que sólo conocían su entonces directora, Isabel Padilla y de Borbón y unas pocas colaboradoras”, reconstruye la curadora de la muestra.
De manera que, en los canastos originales, los conjuntos, junto a los maniquíes y pelucas usados en la primera exposición, fueron escondidos en el sótano del museo hasta 1973. “Con el retorno de Perón al país, pudieron salir a la luz y todo el personal descubrió la extraordinaria colección que había permanecido oculta durante tanto tiempo”, agrega.
Traje de la comunidad de Madrid.
No hubo tiempo de organizar ninguna muestra. Perón murió al poco tiempo y la dictadura empujó a la colección nuevamente al frío y oscuro sótano. “Finalmente, en 1985, con el retorno de la democracia, treinta y ocho años después de aquella exposición inaugural, el público argentino pudo admirar los trajes españoles nuevamente. Fue la primera vez que la colección se exhibía en el Museo Larreta”, rememora Nobilia.
Detalle del traje de Cáceres.
Los trajes volvieron a mostrarse en 2002 y en 2011. Pero las muestras no fueron iguales porque algo singular sucedió entre una y otra. Lo cuenta la historiadora: “En 2007, a las casi ochocientas piezas que habían llegado inicialmente, se sumó una peineta encontrada por el personal del Museo Nacional de Arte Decorativo. Habían pasado sesenta años”.
Un regalo para Evita. Trajes, política y cultura estará hasta el 25 de agosto en el Museo de Arte Español Enrique Larreta, Juramento 2291. Horario: Lunes, miércoles, jueves y viernes de 12 a 19. Sábados y domingos, 10 a 20. Martes cerrado. Entrada general: $50. Visitas guiadas todos los miércoles a las 12.30 y sábado por medio.
Fuente: Clarín