Llevar un estilo de vida saludable con una buena alimentación, en general, se relaciona con vivir más y con mejor salud. Ya no importa únicamente vivir mucho, sino hacerlo con buena calidad de vida y se suele decir que cuanto antes se adopten los buenos hábitos, mejor. Si bien esta afirmación es cierta, nunca es tarde para cambiar y obtener beneficios.
Un nuevo trabajo realizado en Reino Unido y publicado en la revista Nature Food subraya que estos cambios empiezan a ser indispensables al acercarse la mediana edad. Incluso, si lo hacemos a partir de los 40 años, mejorar la dieta puede aportar hasta 10 años más de vida.
Se sabe que una mayor adherencia a las recomendaciones dietéticas se asocia con una menor mortalidad, pero quedaba por comprobar cómo una mejora sostenida en los patrones dietéticos se traduciría en ganancias en la esperanza de vida.
Cómo fue el estudio
En la investigación, se analizaron datos de 467.354 participantes del Biobanco de Reino Unido que tienen entre 40 y 69 años. Se observaron los hábitos alimenticios de los participantes y los cambios que llevaron a cabo en su dieta durante un periodo de seguimiento medio de 30 años.
Según los datos del estudio, aquellas personas de mediana edad que cambiaron de una dieta desaconsejable a una dieta saludable y mantuvieron este nuevo patrón, agregaron hasta 10 años más a sus vidas. A mayor cantidad de cambios hacia patrones dietéticos más saludables, mayor era la esperanza de vida.
Los grupos de alimentos asociados con una mayor longevidad
- los frutos secos
- las legumbres
- los cereales integrales.
Por su parte, las bebidas azucaradas y las carnes rojas son alimentos a evitar.
Por otro lado, los participantes que cambiaron a dietas saludables más adelante también obtuvieron beneficios, aunque no tantos como las personas de 40 años. Por ejemplo, cambiar a una dieta saludable a los 70 años podía suponer un aumento de la esperanza de vida previsto de tan sólo 5 años.
Otros datos de la investigación
En el estudio se tuvieron en cuenta datos como edad, sexo, tabaquismo, consumo de alcohol y actividad física. También se incorporaron análisis de sensibilidad que tuvieron en cuenta el índice de masa corporal y la ingesta de energía.
Para finalizar y aunque los investigadores son conscientes de que mantener los cambios en el estilo de vida de forma sostenida en el tiempo puede ser un desafío, intentarlo y lograr una constancia en estos cambios puede beneficiar significativamente la esperanza de vida.
Fuente: TN