«Las huellas del hombre van a permanecer millones de años en la Luna», dice Diego Córdova, historiador argentino e investigador de las misiones espaciales, a Infobae.
Autor de Huellas en la Luna, un libro con define su obra con entusiasmo:»Se trata de un material nunca antes publicado en nuestro idioma y en nuestro país. Entrevisté astronautas, visité la NASA, estuve con dos caminantes lunares -Edgar Mitchell (Apolo 14) y Charles Duke (Apolo 16)- y obtuve el testimonio de la única periodista mujer argentina que presenció y registró el lanzamiento de Apolo 11 para la TV, Mónica Cahen D’Anvers»
Córdova enumera algunos datos para darle marco a la entrevista. Recuerda que la misión Apolo fue bautizada en homenaje a un dios griego, que el lanzamiento fue e 16 de julio de 1969 y que cuatro días después -el 20 de julio- los astronautas Neil Armstrong y Edwin «Buzz» Aldrin se convertirían en los primeros hombres en caminar sobre la superficie lunar. Durante dos horas y media la exploraron y extrajeron material físico –21 kilos de roca lunar- para que fuera estudiado. Mientras, Michael Collins quedó al mando del módulo espacial.
La tripulación del Apolo 11 estaba integrada por el Neil A. Armstrong (comandante de la misión), Edwin “Buzz” Aldrin (piloto del LEM) y Michael Collins (piloto del módulo de mando).
El Apolo 11 fue impulsado por el cohete Saturno V (de 111 metros de alto) desde la plataforma LC 39A y lanzado a las 13:32 UTC del complejo de Cabo Cañaveral, en Florida. Oficialmente, la misión fue conocida como AS-506.
El historiador, que trabajó durante años buscando nuevos datos sobre las misiones Apolo, se ríe cuando se le pregunta sobre las teorías que ponen en duda la llegada del hombre a la Luna. Descree que después de 50 años «el gran logro de la humanidad» tenga aun detractores.
«Este libro nació para despejar esas teorías y para que las nuevas generaciones sepan qué pasó en cada una de estas misiones entre 1969 y 1972».
Las pruebas que derriban los mitos
Lejos del simple fanatismo por las misiones espaciales y, en especial, las Apolo, Córdova comenzó a desandar el camino de los hombres que formaron parte de las seis tripulaciones que lograron alunizar. La misión Apolo 11 fue la primera y marcó un hito en la historia de la humanidad.
A ella hace referencia el capítulo 10 de Huellas en la Luna, el libro de 444 páginas en el que muestra más de 300 fotos del trabajo realizado por la NASA hasta principios de la década del 70.
—En el libro derriba mitos y algunos son las versiones que dicen que la llegada del hombre a la Luna fue una puesta en escena y quienes lo afirman aseguran tener pruebas…
—Esas supuestas pruebas con un poquito de conocimiento y sentido común ¡se caen enseguida! ¡Está más que probado que el hombre sí llegó a la Luna!
—¿Cómo lo comprobaron?
—Principalmente con mucho de sentido común. Pero vamos por parte. Primero, los detractores dicen que no es real porque en las fotos de los hombres en la Luna no se ven estrellas de fondo sino un manto negro. Aseguran que eso no es posible porque si en la Luna no hay atmósfera deberían verse todas las estrellas, pero se ve ese telón negro. Argumentan que sería imposible falsificar las constelaciones que deberían aparecer y que por eso se optó por el «fondo negro». ¡Esto es falso!
—¿Por qué?
—Porque en distintas fotos de distintas misiones en órbita terrestre siempre aparece el fondo negro. La explicación es fotográfica: la apertura del foco de la cámara tiene unas décimas de segundos porque los elementos cercanos (el astronauta, la nave espacial, la superficie de la Luna) reflejan luz y si se abriera la cámara unos segundos más se podrían ver las estrellas, pero quemaría todas las fotos con los objetos cercanos porque refractan la luz. Esto significa que en el espacio las exposiciones largas serían imposibles porque la radiación solar quemaría la película. Sin embargo, hay fotos de larga exposición en las que se ven campos de estrellas en el espacio, pero todo lo demás está desenfocado. En mi libro muestro distintas fotos y explico qué apertura tiene el diafragma de la cámara y cuál es el tiempo exposición.
—Otro punto en discusión es la bandera ¿flameando?
—¡Exacto! Se preguntan por qué aparece la bandera de los Estados Unidos flameando si en la Luna no hay aire… ¡No está flameando! Cuando los astronautas clavan la bandera aparece extendida porque está sostenida por una varilla, justamente para que no quede colgando. Cuando la están instalando parece que flameara porque la varilla que la sostiene le transmite el movimiento, nada más.
—¿Cuál es el otro mito que derriba?
—El que habla de la carrera con la URSS para ver quién llegaba primero a la Luna. En 2009 entrevisté a dos cosmonautas soviéticos de la época que rivalizaron con los Estados Unidos (décadas del 60 y 70) y ellos mismos dijeron: «No tengan ninguna duda que doce hombres caminaron en la Luna en seis misiones». ¡Qué mejor que los rusos para decir eso!
—¿Qué fue lo que más asombro que descubrió de la misión Apolo 11?
—Sin dudas, la manera en que más de 400 mil personas interactuaron, no sólo la NASA, para que pudiera llevarse a cabo la misión. Por ejemplo, una empresa desarrolló el cohete Saturno -era un gigante de 111 metros- en tres etapas y cada una de esas etapas fue fabricada por distintas empresas.
—Que incluso estaban distantes, geográficamente hablando…
—Exacto. Una estaba en California, la otra en Nueva Orleans. Tuvieron que ponerse de acuerdo e hicieron cada etapa del cohete para ensamblar sus partes. Por otro lado, otra empresa hizo el traje espacial; otra, la mochila de oxígeno con todo el sistema de control de vida para acoplarla a ese traje espacial. El jeep lunar fue desarrollado por la General Motors. El módulo lunar y el módulo de mando fueron realizado por empresas distintas. O sea que estamos hablando de un conjunto de empresas que tuvieron que juntar sus esfuerzos y ponerse de acuerdo para que todo pueda engranar como el mecanismo de un reloj.
—Pero además hicieron todo, prácticamente, en tiempo récord.
—Si. El presidente (John Fitzgerald) Kennedy lanza la carrera lunar cuando dice: «Podemos ir a la Luna no porque sea fácil sino porque es difícil». Lo dijo en el primer discurso ante el Senado en 1961 y el 1962 frente al público en una universidad. Pasaron siete años solamente desde ese momento. Eso es lo que más me llamó y me sigue llamando la atención: todo fue posible porque todos los recursos de un país estuvieron puestos en esa misión.
“Más de 400 mil personas interactuaron para lograr la misión Apolo 11”
—¿Cuál fue el costo de la misión Apolo 11?
—Fue de 30 mil millones de dólares. Hoy el costo sería de 100 mil millones de dólares. La NASA no escatimó en gastos y las empresas les cobraron costos increíbles, por eso creo que hoy eso sería diferente.
—Los astronautas estuvieron más de dos horas explorando la superficie ¿qué fue lo que hicieron allí?
—Extrajeron aproximadamente 21 kilos de roca lunar. Sin embargo, Apolo 11 fue cerca del Ecuador Lunar que, geológicamente hablando, era poco interesante porque era un lugar llano y tranquilo. Pero esas fueron las necesidades para aterrizar la primera vez.
—¿Qué se comprobó con el estudio de esas rocas?
—Se pudo comprobar qué tipo de desgaste tenían, qué diferencias tenían con respecto a las rocas de la Tierra. Algo interesante para los «conspiranoicos»: si bien la Luna tuvo un pasado «volcánico»(tiene la misma edad de la Tierra, 5 mil millones de años), en ese tiempo las rocas lunares recibieron radiación solar y cósmica de manera constante, cosa que no pasó en la Tierra por la atmósfera que tenemos como escudo. Ese continuo bombardeo de radiación solar y cósmica ha cambiado la composición química y mineral en la Luna. Apolo 11 fue la primera expedición que trajo rocas lunares, las otras trajeron más.
—¿Qué diferencias notaron entre las rocas traídas por Apolo 11 y Apolo 17, la última misión?
—Buena pregunta… Porque las últimas misiones (Apolo 15, 16 y 17) fueron a lugares más arriesgados y geológicamente más interesantes. Las últimas misiones sí pudieron descubrir rocas que databan de la época del origen de la Luna.
—¿Cómo lo supieron?
—Porque estaban cerca de cráteres de impacto y lugares donde, por los rastros de la superficie, evidenciaba una antigua actividad volcánica, cosa que el Mar la Tranquilidaddonde alunizó Apolo 11 no había.
Las rocas fueron analizadas por científicos de todo el mundo
La vida de la tripulación de Apolo 11: fama, depresión y vida mediática
Cuando Neil A. Armstrong (38), Edwin E. Aldrin Jr. (39) y Michael Collins (38) regresaron a la a Tierra la vida les cambió por completo. No solamente por lo que significó para cada uno el logro profesional sino por lo que vivieron a nivel psicológico y emocional.
—¿Cómo fue la vida después de Apolo 11 para ellos?
—El promedio de edad de la tripulación era 39 años ¿qué más podían hacer después haber ido a la Luna? Tuvieron muchos conflictos emocionales. Inmediatamente después comenzaron los viajes por todo el mundo, incluso Armstrong y Collins estuvieron en Argentina en octubre de 1969 y fueron recibidos por el entonces presidente Juan Carlos Onganía. Aldrin vino por el décimo aniversario. De los tres, Armstrong se convirtió prácticamente en un ermitaño y aparecía cada tanto solo por algún aniversario.
—Aldrin fue el más mediático…
—Aldrin pisó la Luna quince minutos después que Neil pero siempre fue, es y será el más mediático. Tuvo sus bajones, pero aceptó todas las invitaciones que le hicieron. Hasta apareció en películas e incluso llegó a participar del reallity Bailando con las estrellas. Ahora mismo, a los 89 años, está vendiendo remeras por el 50° aniversario de la llegada a la Luna. De los 12 caminantes de la Luna viven solamente cuatro. Algunos pasaron por adicciones y muchos de ellos han modificado su pensamiento y filosofía de vida hasta al punto de crear una filosofía propia. Sin dudas, la Luna los impactó para siempre.
Cómo fue confeccionado el traje de la tripulación Apolo 11
Los trajes que usaron los tripulantes del Apolo 11 debieron ser confeccionados de una manera especial. Ya no podían ser trajes como los que se usaban para las «caminatas espaciales», donde los astronautas flotaban en el espacio, sino que debían servir para caminar y trabajar con herramientas. Para ello, en 1969, la innovación dijo presente y la industria textil se sumó a la metalúrgica.
-Los primeros trajes espaciales que se hicieron en la historia fueron pensados para salir de la nave y hacer caminatas espaciales, flotar en el espacio. Esos trajes estaban preparados para proveer de oxígeno al astronauta, protegerlos del vacío espacial, de las temperaturas extremas y de la radiación. Aparte de eso, la tripulación del Apolo 11 necesitaba que les sirviera para caminar: ser hermético y flexible para manipular herramientas e incluso poder levantarse si se caían. Hubo que trabajar mucho en las articulaciones de los codos, las rodillas y sobre todo en los guantes porque la manos tiene 17 articulaciones y es la parte más compleja del cuerpo humano.
—Todo eso hizo que desarrollaran materiales nuevo y debieron arriesgarse a lo que pasaría en la práctica…
—Exacto. Prácticamente desarrollaron elementos nuevos que resultaron ser cruza entre la industria textil y la metalúrgica. Crearon tejidos que hoy usamos sin darnos cuenta como las telas de lycra, las máscaras antiflamas que usan en la Fórmula 1, los trajes de amianto, por ejemplo… todos son derivados de la tecnología espacial ¡Fue extraordinario! El traje -el A7L- aún sigue siendo una maravilla de la industria espacial.
—¿Cómo quedaron después de ser usados en la misión?
—La caminata de Apolo 11 duró apenas dos horas y media, pero quedaron percudidos. Luego se supo que la Luna tiene tantos impactos de meteoritos que las rocas quedan prácticamente reducidas a una fina arenilla, similar a la de vidrio y que es terriblemente corrosiva tanto que llegó a cortar la primera capa de los trajes. Ese polvo se llama regolito lunar y es resultado de las rocas lunares golpeadas constantemente por meteoritos. Los trajes de los tripulantes de Apolo 11 permanecen exhibidos en el museo de la NASA.
«Las huellas del hombre van a quedar más un millón de años en la Luna»
«Al no haber aire, ni lluvia, ni viento ni nada, las huella del hombre van a quedar, por lo menos, más un millón de años impresas en la Luna. Vamos a pasar nosotros, nuestros bisnietos, generaciones y generaciones y las huellas van a seguir estando ahí para siempre», aseguró Córdova.
Fuente: Infobae.