El ocaso de nuestro Sistema Solar se iniciará dentro de 5.400 millones de años, fecha en la cual, nuestro astro habrá consumido todo el combustible de su núcleo para generar energía. Su tamaño será diez veces el que tiene hoy y ocupará todo el cielo. Así, consumirá a todos los planetas interiores: Mercurio, Venus, la Tierra y tal vez Marte. El resto se achicharrarán por el calor y la intensa radiación. Un equipo de astrónomos acaba de identificar, a 410 años luz, un cuerpo rocoso similar a la Tierra que sobrevivió a la muerte de su estrella, lo que podría ofrecer pistas sobre el futuro de nuestro sistema planetario.
Un equipo de astrónomos detectó un planetesimal (como se denomina a estos objetos pequeños y sólidos) de poco más de un kilómetro de diámetro en torno a una enana blanca, según el estudio publicado en Science. Lo asombroso de este descubrimiento es que el cuerpo se mantiene en el pozo gravitatorio de la enana sin caer sobre ella. Mientras a su paso, va dejando una estela de gas como la de los cometas, creando un anillo dentro del entramado de residuos.
Recreación de estrella enana blanca que podría ser un diamante del tamaño de la Tierra. (Nasa)
Las enanas blancas son restos de estrellas medianas, similares a nuestro Sol. Una vez que se quemó todo el combustible nuclear, se despojan de sus capas externas, dejan atrás un núcleo caliente y comienzan a enfriarse. Esta estrella, ya casi muerta, identificada como SDSS J122859.93 + 104032.9, según los investigadores, originalmente debía contar con una masa equivalente a la de dos soles, pero ahora es solo el 70% de la masa de nuestro Sol y tiene el tamaño de la Tierra.
En 5.400 millones de años, el Sol habrá consumido todo el combustible de su núcleo para generar energía.
Su reducción fue tan activa que el planetesimal todavía orbita dentro de su radio original y completa su trayecto cada dos horas. Esta evidencia sugiere que este fragmento rocoso una vez fue parte de un cuerpo más grande más alejado y es probable que haya sido un planeta destrozado cuando la estrella comenzó su proceso de enfriamiento.
Mediante el Gran Telescopio Canarias, en La Palma, los científicos estudiaron este disco que está a 410 años luz de distancia, compuestos de elementos como hierro, magnesio, silicio y oxígeno, los cuatro bloques de construcción claves de la Tierra y otros cuerpos rocosos.
“Pensamos que este planetesimal sería similar a la composición del núcleo de la Tierra, que está dominada por el hierro y el níquel. Nuestro razonamiento es que el cuerpo requiere una cantidad significativa de fuerza interna y posiblemente una alta densidad, como tendría el núcleo de un planeta” le dijo a Clarín Christopher Manser, de la Universidad de Warwick y principal investigador del proyecto.
Algunas enanas blancas muestran señales de escombros a su alrededor -que bien podrían ser los restos de estos planetas destruidos- pero no se habían encontrado evidencias que demostraran esta hipótesis. El hallazgo podría ser una ventana al futuro de nuestro Sistema Solar, dentro de 6 mil millones de años.
“Los sistemas planetarios que rodean a las enanas blancas nos dicen que un número significativo de exoplanetas sobrevivirán a la evolución de su estrella anfitriona y esto también aplica al Sistema Solar. Estudiar la destrucción del material planetario alrededor de las enanas blancas también puede enseñarnos acerca de la composición de ese material, que es difícil / imposible de hacer con exoplanetas alrededor de estrellas como nuestro Sol”, explicó Manser.
El pasado de este cuerpo celeste fue reconstruido por los investigadores a través de técnicas de espectroscopia, un método que permite vislumbrar los últimos suspiros de luz y gas emitidos por los astros.
“La espectroscopia funciona al dividir la luz en sus diferentes colores, como la forma en que un prisma produce un arco iris. Usamos esto para detectar ciertos colores de la luz que se emitía desde el disco y descubrimos que había una corriente extra de gas que estaba orbitando allí, cambiando de color y volviéndose más azulado a medida que avanzaba hacia nosotros y más rojo a medida que se alejaba. Este proceso se conoce como cambio Doppler y es similar a la variación en el tono que se escucha cuando pasa un coche de policía, de tono alto a tono bajo”, detalla Manser.
Fuente: Clarín