En 1796, el poeta alemán Ludvig Tieck incluyó en su libro El rubio Eckbert una palabra que no existía hasta el momento en su lengua: con el término Waldeinsamkeit, el autor describió la soledad que se siente en el bosque. Desde entonces, Waldeinsamkeit se incorporó al alemán, pero no solo a la literatura, sino también al habla coloquial, y no hay palabra en ningún idioma que pueda explicarla. No tiene una traducción literal. Solo se puede representar con una frase o un dibujo.
En el álbum ilustrado Lost in Translation, la autora británica Ella Frances Sanders reúne más de cincuenta palabras usadas en distintos lugares del mundo para expresar sensaciones y experiencias. Saudade en portugués, que aparece en poemas y canciones, y mangata, utilizado por los suecos para refeirse al reflejo de la luna en el agua, son términos que no admiten una equivalencia en ninguna otra lengua.
A partir de una extensa serie de términos intraducibles, Sanders creó un blog en el que fue recopilando palabras ilustradas acompañadas por frases en inglés que intentan explicar cada significado. Murr-ma, por ejemplo, designa en wagiman, lengua aborigen australiana, el acto de buscar algo en el agua con los pies. O komorebi, que expresa en japonés la luz que se filtra a través de las hojas de los árboles. De la repercusión que tuvo el blog nació el libro Lost in Translation (hermosa frase que da título a una de las mejores películas de Sofia Coppola), que al poco tiempo tuvo una segunda parte, Lost in Translation Again. Ilustrados y de una excelente edición, los dos álbumes forman parte del catálogo de Libros del Zorro Rojo y son las joyas del stand del sello en la Feria del Libro y la Feria de Editores.
Para la autora, cada una de las palabras seleccionadas refleja parte de la idiosincrasia de la cultura que la pergeñó. «Para mí, es como escuchar el fragmento de una conversación a través de una ventana abierta. Quizás puedas escuchar lo que se está diciendo y darte una idea, pero aun así hay algo que no está completo, que falta llenar», dijo Sanders en una entrevista con la agencia Télam.
«Mi fascinación creció a raíz de estas brechas léxicas, o palabras intraducibles, que obligan a las personas a pensar y a considerar las culturas ajenas a las suyas. De niña, la promesa de vivir en un idioma y un país diferente me resultaba abrumadoramente atractiva. Me interesa mucho cómo ciertas cosas no se experimentan del mismo modo y eso nos obliga a nombrar las cosas de diferentes maneras, a veces incluso entre países vecinos», explicó.
Aunque asegura que le fascinan todas las palabras únicas que descubrió en sus viajes, reconoce que las que provienen del japonés son su debilidad. «Aún no he descubierto por qué, pero parecen sentirse muy cómodas conmigo», señaló Sanders, que también ha publicado otros dos libros, The Illustrated Book of Sayings y Eating the Sun, aún sin distribución en el país. El primero incluye dichos populares, modismos y proverbios ilustrados de diversos idiomas, como el refrán japonés «incluso los monos se caen de los árboles», que significa «incluso los expertos pueden estar equivocados». El segundo contiene 51 capítulos ilustrados que explican con humor varios aspectos del universo.
«Quería que el libro fuera gentilmente existencial y científicamente preciso, de modo que las personas se sintieran iluminadas en lugar de alienadas frente a las leyes, los fenómenos e interrogantes increíblemente hermosos de nuestro universo».
¿Qué pasa en castellano?
El libro de Sanders no registra palabras españolas, pero eso no quiere decir que no las haya. Los lingüistas Santiago Kalinowski y Mercedes Paz mencionan por ejemplo «ñoqui», para referirse a la persona que va a cobrar el 29 de cada mes. «Sobremesa» podría ser otra según ellos, y también «empalagar», cuando algo da asco de lo dulce que es.