Explican habitualmente los deportistas que han vivido la experiencia que una participación en los Juegos Olímpicos es el punto máximo de la carrera pero que es apenas la frutilla de un postre que se fue cocinando durante cuatro años o incluso más. El desgaste físico y mental para alcanzar esa meta es enorme y no son pocos los que quedan en el camino.
Lo importante, al cabo, es aceptar los resultados con la tranquilidad de haberlo dejado todo.
Fue lo que hicieron Esther y Gemma Pineda a los 20 años y pese a estar entre las mejores nadadoras de España. Habían marcado varios récords nacionales en postas y habitualmente competían en los torneos de su país palmo a palmo con, por ejemplo, Mireia Belmonte, quien hoy tiene 22 medallas de oro en Juegos Olímpicos, Mundiales y Europeos.
Las Gemelas Pin. (Foto: ABC)
Sin embargo, pese a sus buenas actuaciones, se encontraron con la frustración de no ser seleccionadas para representar al país ibérico en Beijing 2008.
“La idea de esperar cuatro años más para intentar ser olímpicas se nos hacía muy cuesta arriba –explicaron más de una década después-. La natación es un deporte que requiere un nivel de sacrificio brutal. Así que optamos por dejarla y encauzar nuestra carrera profesional hacia otros derroteros».
Así fue que se dedicaron a continuar con sus estudios, siempre ligados al deporte: Esther y Gemma se convirtieron en Licenciadas en Magisterio, con el título de Técnicas Superiores en Actividades Físicas y Deportivas.
También se formaron como entrenadoras de musculación, fitness y en levantamiento de pesas.
Hace algunos años, Esther armó una cuenta de Instagram que en febrero del año pasado mutó por primera vez a algo como lo que es hoy.
Llegando al último trimestre de 2019, las Gemelas Pin, como se dieron en llamar, tenían cerca de 10 mil seguidores. Y de repente, la explosión: hoy tienen más de 50 mil y en estos días de cuarentena sus exigentes rutinas se convirtieron en furor.
Fuente: Clarín