Victoria cronista, traductora, promotora cultural. Victoria creadora de la revista y la editorial Sur, aglutinadora de parte de la élite intelectual argentina y creadora de lazos con la europea. ¿Habrá que pensar en su gusto por la arquitectura y la decoración como un interés más?
La casa de Barrio Parque (1928)
“Las vanguardias de los años 20 son multidisciplinarias”, nos responde la arquitecta Rosario Betti, profesora titular de Historia de la Arquitectura y de Proyecto en la Universidad de Belgrano. “Entonces, no hay diferencia entre el interés por la literatura, la música, la pintura o la arquitectura. Lo que aparece como denominador común es la vocación por el cambio, y Victoria está imbuida de ese espíritu”.
«Vanguardista para la Argentina y disruptiva en un entorno de arquitectura pintoresquista, la casa no tiene signos de prestigio social en el exterior. No tiene el estatus emblemático que hubiera debido tener una casa de Victoria Ocampo y el arquitecto Alejandro Bustillo en Barrio Parque.»
Arq. Rosario Betti, profesora titular de Historia de la Arquitectura de la UB
“El soporte lingüístico de la arquitectura es la geometría. La columna se transforma en cilindro; la ventana, en cuadrado. Eso solo se puede pensar cuando se usa el blanco: ahí se puede decir “plano” en lugar de “pared”: se quita la sustancialidad y se convierte en abstracto. La geometría es universal (o eso se cree) y fue el modo de eliminar el ingrediente historicista que el racionalismo buscaba evitar a toda costa”, concluye Rosario Betti.
Otro de los especialistas a quienes consultamos fue el arquitecto e investigador Marcelo Nougués, que compartió con nosotros varias fotos de su archivo. Un elemento que le resulta profundamente significativo es esta histórica escalera. “Es uno de los puntos más fuertes del proyecto”.
«Pensada como una escalera de honor de un hôtel particulier, termina en el primer piso de recepción. Su estética se parece a los proyectos de Mallet-Stevens, cuya obra Victoria pudo admirar en su recordada visita a la París de esos años.»
Marcelo Nougués, arquitecto e investigador
Ahora, si el exterior estaba despojado de referencias, el espacio, según Le Corbusier, debía ser fluido. Sin embargo, la planta tiene una compartimentación clásica: ahí está la mano de Alejandro Bustillo, un arquitecto del tercer eclecticismo (o monumentalismo) al que nada le convencía esta obra. ¿Y la decoración? En el texto A Eugenia, dedicado a la dama de sociedad chilena Eugenia Errázuriz, musa de Jean-Michel Frank, también mecenas y una adelantada en materia de estética, Victoria reflexiona:
“[Eugenia] Terminó por convertirse para mí en una especie de mito en el que desconfié hasta que una amiga me condujo a su departamento en la avenue Montaignepara ver sus famosos arlequines y tomar una taza de té con el portento. Jamás he entrado, ni espero ya entrar, en cuartos de una atmósfera más conmovedora. ¿Qué causaba el efecto que producían? Me sería imposible concretarlo. Cierto es que cada mueble valía en sí por su madera preciosa, su talla, sus bronces, su pátina; los maravillosos Picasso colgaban en paredes blancas, desprovistas de molduras (esas molduras que los franceses llamaban con acierto “pâtisseries”), en el sitio exacto que mejor podía subrayar su esplendor. Cubismo y Luis XV o XVI se enfrentaban allí sin pestañear con una deliciosa insolencia y una sorprendente camaradería”.
Villa Victoria, en Mar del Plata (1912)
Leonardo De Angelis, gestor cultural e investigador, trabaja en Villa Victoria desde 2016. A propósito de su particular estilo y sistema constructivo, nos cuenta: “Esta casa se concibió como un proyecto familiar de veraneo. Es la casa de madera más importante que queda en Mar del Plata, un eslabón casi arqueológico del tipo de construcción predominante en esta ciudad a principios de siglo XX”.
“Victoria la llamaba ‘mi bungalow de madera’. Ella toma posesión de la casa en 1930, y pasa aquí todos los veranos entre 1933 y 1977”. ¿Qué cambios hace? “Victoria ya venía de hacer dos casas modernas, una en Punta Mogotes y la de Barrio Parque. Cuando llega, pinta mucho de blanco, y pone muebles a tono”.
Otro cambio significativo fue en el jardín: “Victoria siempre tuvo una gran tradición jardinera, y acá se dedicó a remodelarlos a la par de los jardineros. Sobre el que había diseñado su padre, creó secciones llenas de dalias, una flor que la fascinaba”.
“Podría decirse que Villa Victoria se va modificando al ritmo de su dueña, y refleja una etapa más tardía de mucha austeridad. Se va adecuando a la cosmovisión de ella, incluyendo lo gandhiano. Esto último es una impresión mía”, comparte De Angelis. “La vida cotidiana era sencilla: desayuno, playa, almuerzo frugal, horas de lectura y también de conversación con sus invitados intelectuales. Un programa sobrio, pero entretenido y estimulante”.
Para agendar. El 17 de abril a las 17, conferencia online gratuita con cupos limitados: “Los últimos años de Victoria Ocampo en Villa Victoria”, investigación realizada por Leonardo De Angelis que incluye entrevistas a personalidades del ámbito cultural invitados a la casa y exhibición de textos no editados. Inscripción: [email protected]
Villa Ocampo, en Béccar (1891)
“Lo primero que se hace cuando uno se dedica al patrimonio es buscar testigos de la historia real”, nos dice Nicolás Helft, Director Ejecutivo del Proyecto UNESCO-Villa Ocampo hasta 2014 y creador de ese programa. También es autor, junto con Fabio Grementieri, de Patrimonio en el siglo XXI. El caso Villa Ocampo (editorial Yoeditor), un verdadero manual de gestión que, por supuesto, cumple con ese imperativo con el prólogo de Juan José Sebreli:
“Conocí su hábitat definitivo, Villa Ocampo, que había sido la casa de verano de sus padres. Era una quinta construida hacia 1890, una mezcla —tan de porteños ochentistas— de renacimiento italiano…
“En San Isidro, V. O. redecoró el interior con un neoclasicismo modernizante, fusión inusitada de las sobrias líneas rectas Luis XVI y un leve toque art déco según lo impuesto por Ignacio Pirovano en la casa Comte de la calle Florida y por Jean-Michel Frank, un decorador francés refugiado en Buenos Aires durante la guerra. En su costumbre de buscar lo viejo y renovarlo, tal vez haya pensado en la propuesta de Verdi: «Volvamos a lo antiguo y seremos modernos». V. O. había descubierto en el departamento de París de la tastemaker chilena Eugenia Errázuriz, un peculiar estilo que vinculaba lo lujoso con lo rústico: servir el té en vajilla de porcelana Willow y cubiertos de plata sobre una mesa de cocina con mantel de hule. V. O. introdujo en Villa Ocampo sillones de mimbre de uso en las playas”.
«Villa Ocampo es la tesis arquitectónica de Victoria. Es sumamente personal, auténtica, y eso es lo que la hace única. Ella no necesitaba ostentar: tenía una fortuna inmensa y estaba ligada a la historia. Y si bien no borró la huella familiar, hizo lo que ella quiso.»
Nicolás Helft
Fueron innumerables los visitantes ilustres a Villa Ocampo. Hoy siguen presentes, emocionando desde los estantes de las bibliotecas con una impactante cantidad de ejemplares dedicados a Victoria. Borges, Rafael Alberti o Albert Camus, por mencionar unos pocos.
“La casa no es un palacio: allí convivían objetos de lujo con otros comprados en el Once. Era un gesto frente a la casa de otros ricos, de quien le hacía gracia que comprara todo nuevo. Ella no era una teórica: tomaba lo lindo y lo cómodo”, nos explica Helft. “Es una casa que apareció en las revistas pero que no se hizo para la foto”.
“Villa Ocampo es una casa de una familia argentina de gran refinamiento que toma todos los elementos que la componen: el campo, la sofisticación europea, los veranos en Mar del Plata, lo náutico”.
Fuente: La Nación