En colaboración con investigadores estadounidenses, expertos de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA confirmaron que realizarán estudios en animales.
El grupo de trabajo de la Universidad de Wisconsin, bajo la coordinación del investigador Jorge Osorio, desarrolló una vacuna basada en simulaciones de laboratorio, que se prevé que protegería no sólo contra el nuevo SARS-CoV-2, sino también contra otros coronavirus, como los que provocan el Síndrome Respiratorio Agudo Severo y el Síndrome Respiratorio de Medio Oriente .
Se trata de una vacuna que, con un sistema moderno, actúa frente a nuestro sistema inmunológico. Se conoce como “vacuna de vectores recombinantes vivos” y trabaja como si fuese una infección natural, por lo que resultaría efectiva para «enseñarle» al sistema inmunitario a combatir los virus invasores. Consiste en la utilización de genes del virus que se introducen en otro microorganismo, en este caso un virus atenuado y utilizado como vector.
En los experimentos se trabajará con varias cepas de coronavirus, tanto de humanos como de murciélagos, generando así tres proteínas destinadas a animales, y potencialmente a humanos. El desarrollo prevé tres etapas: una de producción en el laboratorio, una fase de preclínica en animales y una fase humana. La UBA trabajará en la fase preclínica.
Los investigadores de la UBA, dirigidos por Silvia Colavecchia, y con participación de Silvia Mundo y Gabriel Capitelli, evaluarán entonces la capacidad del sistema inmunitario de animales domésticos y silvestres para reaccionar frente a los antígenos de la vacuna, para ver si ésta logra generar una respuesta que los inmunice frente a la enfermedad. Capitelli, en diálogo con Clarín, aseguró que los ensayos recién van a empezar en algunos meses, respetando íntegramente el marco regulatorio de bioseguridad de la Anmat.
El especialista cuenta que se van usar gatos y murciélagos para las pruebas porque son «los dos animales que podrían ser reservorios del virus». «Se supo que los gatos se pueden contagiar, pero no se infectan. Y se cree que el virus que produce Covid-19 proviene de los murciélagos, por eso elegimos a estos dos animales para hacer las pruebas», amplió el científico.
«Nuestro trabajo consiste en probar el antígeno en animales y fijarnos que no sea tóxico y que genere anticuerpos. Una vez que esto se logra, se pasa a la prueba en humanos», explicó.
Esa última etapa, además, se divide en tres tramos, detalló Capitelli: «La vacuna se administra a humanos sanos y se observa que no produzca efectos nocivos. Después se vuelve a inyectar en humanos para ver si crean anticuerpos. Si esto se logra, se prueba en miles de individuos para observar que la toxicidad sea baja y que un alto nivel de personas desarrollen anticuerpos. Y luego arranca la fase de inoculación masiva, que permite saber cuánto dura la inmunidad y si la vacuna genera otros efectos».
Capitelli contó que en el mundo hay un centenar de vacunas en experimentación. «Estamos aportando nuestro granito de arena. La primera que llegue nos salvará a todos», cerró.
Fuente: Clarín