Porque cumplir con la cuarentena significa, para ellos, reprimir sus impulsos de movimiento y exploración. Porque son quienes absorben las incertidumbres del entorno y sin entender mucho qué es lo que pasa un día dejaron de ver a sus amigos y a sus maestras y se adaptaron a hacer las tareas y aprender de otra manera.
Porque ya hasta la tablet y el celular que siempre tanto reclaman y estos días todos los padres permitieron un poco más los aburrieron e incluso muchos tuvieron que asimilar que el día más esperado del año, el de su cumpleaños, pase sin festejos en peloteros ni piñata; con velitas que se soplan por videollamada y abuelos que saludan del otro lado de una pantalla.
Porque están contentos de que mamá y papá estén en casa, pero no entienden que tengan que trabajar tantas horas frente a una computadora o hablar tanto por teléfono y que no pueden jugar con ellos.
Por todo eso, y porque no saben si el coronavirus es un virus con coronita o qué, pero perciben como nadie el miedo y la angustia de sus padres, los niños merecen una atención especial en esta emergencia sanitaria que atraviesa el país -y el mundo-.
“Esta cuarentena, situación sin antecedentes que nos toca vivir, nos agarra a todos teniendo que improvisar en relación al trabajo, a las rutinas en casa, a las actividades para realizar dentro de una nueva cotidianeidad. No estábamos preparados para esto y los chicos tampoco. Sabemos que la necesidad de movimiento es fisiológica y que es una de las características principales de la infancia. Por mal que nos pese, esta cuarentena pone en stand by a la niñez. La mayoría pasa más tiempo con las pantallas que lo habitual sin tener la posibilidad de descargar el exceso de estímulos que están recibiendo, lo que puede , además, tener efectos en sus estados de ánimo y volverlos más ansiosos e irascibles”. La licenciada en Psicología Lorena Ruda (MN 44247) destacó que los niños están “tan desconcertados como los adultos con esta convivencia 24×7, con que nadie salga, con que todos se laven tanto las manos, se limpie tanto la casa, con hacer tarea desde casa todos los días sin que nadie les haya explicado de lo que están hablando, sin compartirlo con sus amigos”.
Sobre cuánto absorben y qué entienden de lo que ven y escuchan sobre la pandemia y cómo explicarles lo que está pasando de una manera acorde a su edad, la médica psicoanalista Claudia Amburgo (MN 51787) consideró que “los chicos oyen y ven más que los padres creen; están muy pendientes de los gestos y todo lo que pasa a su alrededor, de los movimientos corporales y si bien no entienden mucho lo que pasa, la presencia de los padres en la casa los tranquiliza, ver que los padres les dicen la verdad -que no se puede salir y ellos tampoco salen- les da calma”.
Para la licenciada en Psicología Luján Rossetto (MN 45356), “la explicación siempre va a depender de las edades de los niños”. “Si hablamos de niños de entre dos y cuatro años, lo más indicado y pedagógico puede ser explicarles que las plazas, los parques, las escuelas, la calle, el planeta está curándose; que estaba enfermo y hay que cuidarlo y una forma de hacerlo es no pisar las escuelas, las plazas, las calles y entonces el mundo se va a volver más fuerte y más sano”, aconsejó, al tiempo que resaltó que “por otro lado está ocurriendo algo muy llamativo y es que fueron muy pocas las veces que los niños manifestaron el deseo de salir al exterior. Los niños tienen otra serenidad y otra sabiduría realmente para aceptar e incorporar todas estas noticias, que repercuten más en el mundo adulto”.
Para niños de cuatro a diez años, Rossetto compartió la manera en que ella misma le explicó lo que ocurre a su hijo: “Se me ocurrió hacer una analogía con la película La vida es bella, en la que -salvando las distancias por supuesto y sin ponernos literales porque la película se trata del Holocausto- a partir de un contexto sumamente trágico el papá le hace sentir a su hijo de una manera lúdica que están dentro de un juego. Y me pareció que era oportuno decirle a mi hijo que esto era una especie de juego y que cuanto más tiempo aguantemos en nuestras casas íbamos a ganar y que si todos se quedaban mucho tiempo dentro sus casas el premio iba a ser para todos”.
“La explicación tiene que ser cortita; es importante no irnos por las ramas ni usar terminología muy técnica ni sofisticada -agregó-. Tiene que ser un concepto claro, si puede ser asociado a algo lúdico mucho mejor para que esa información sea internalizada de manera más inmediata”.
En la misma línea, Ruda destacó que “hablar con los chicos de lo que está sucediendo, en la medida justa, es necesario para que ellos puedan comprender el porqué es necesaria la cuarentena”. “Depende de la edad entenderán más o menos, aunque explicar que estamos viviendo una pandemia y que todo el mundo está en cuarentena es hasta difícil de comprender para el adulto. O sea, sabemos lo que es, pero jamás antes lo habíamos vivido y es realmente increíble -profundizó-. Para cualquier edad, desde mi punto de vista, que sepan que hay un virus muy fuerte propagándose por el mundo y que para pararlo necesitamos quedarnos guardados, alcanza”.
“No creo que sea necesario que miren la televisión con estas noticias alarmantes. No tienen que vivir una realidad paralela, pero tampoco el exceso de información ya que la preocupación y la ansiedad la absorben, sobre todo la de los padres”, sostuvo la especialista, para quien “para saber cuánto comprendieron de lo que sucede y cómo lo están viviendo basta con preguntarles cómo se sienten, si tienen miedo, si algo les preocupa, qué entienden de lo que está pasando o si quieren preguntar algo”. Y agregó: “Algunos tal vez no puedan identificar sus sensaciones y las manifiesten en sus estados de ánimos o en cambios de hábitos: no nos olvidemos que ayudarlos a expresarse es la mejor manera de acompañar esta experiencia. Habrá días en los que parecerá que está todo normal, que se asemejen a muchos fines de semanas seguidos o situaciones de vacaciones, pero en algún momento las dudas y fantasías se hacen presentes, los enojos por el encierro y quizá algunas reacciones que expresan fastidio e hipersensibilidad. Estemos atentos a poder leer estas conductas y tratemos de ofrecerles seguridad y contención”.
Muévete para aquí, muévete para allá
Todos coincidirán que si bien no es lo mismo pasar la cuarentena en una casa que en un departamento, la obligatoriedad de permanecer en el ambiente al que el niño está habituado siempre resultará una restricción a sus movimientos y necesidades.
“Para que puedan descargar tanta energía acumulada, ya que no hay posibilidad de ir a la plaza, por ejemplo, está bueno que hagan alguna clase de algo, cualquier cosa que los haga mover. Pueden aprender a saltar a la soga, jugar un cigarrillo 43, el baile de las sillas o el baile de las estatuas. Pueden probar con armarles algún circuito con sillas y lo que encuentren; siempre poner a jugar la creatividad es una salvación”, comenzó a recomendar Ruda. Para ella, “a veces sólo poner música y bailar ya alcanza, pero para esto es importante saber que los chicos necesitan moverse”.
“También tenemos que saber que es muy difícil todos los días ofrecer este tipo de entretenimiento ya que, además, requiere de la presencia del adulto y muchas veces estos están haciendo home office y su presencia no es ‘real’”, destacó.
“Los chicos de la era postmoderna suelen tener poco a los padres presentes; esta es una cultura del narcisismo, del ya, de la poca frustración y lo que estoy viendo es que los chicos se tranquilizan con la presencia de los padres en la casa y le dan más tiempo al juego, a lo lúdico, que es lo más esperable en la infancia y en la latencia -analizó Amburgo-. La vista se cansa de tanto celular y computadora y a ellos les debe pasar lo mismo; es normal que se aburran de este recurso y quieran y necesiten otras actividades”.
Para ella, “un buen horario para jugar puede ser el del baño, dentro de la bañera; y durante el día jugar en el piso con legos, dar vuelta las sillas y armar casas o autos, sin perder nunca de vista que la primera infancia es ‘hagamos de cuenta que’ y recordando que antes de la tecnología, una cuchara de madera era una espada y una cacerola una batería para hacer música”.
“Con respecto a la necesidad de movimiento, si hay lugar para poner música podemos bailar todos o si los padres hacen ejercicio, que los niños hagan con ellos es una forma de compartir algo más. Pero más allá de eso estamos todos limitados y es bueno aceptar la frustración y el límite de lo que no se puede -consideró-. La cuarentena es una ley y hay que explicarlo así y saber se va a recuperar la libertad y el tiempo al aire libre cuando todo esto termine”.
Al respecto, Rossetto recomendó que “todos los que viven en una casa o departamento que tenga al menos un pequeño espacio al aire libre tiene que ser sumamente potenciado”. “Hay muchas familias que empezaron a hacer otro uso de estos lugares y los transformaron en espacios más funcionales -señaló-. Si hay una ventana por donde entra el sol es fundamental poder tener todos los días al menos un ratito de contacto con la energía solar, que tanto es recomendado por los médicos”.
“Otra alternativa es subir a la terraza del edificio, siempre y cuando se puedan poner de acuerdo con los vecinos en no hacer un uso simultáneo e ir rotando y subir 10/15 minutos diarios, sobre todo los que tienen niños”, sugirió, al tiempo que destacó que “muchas cuentas de Instagram y Youtube ofrecen clases de gimnasia o de yoga incluso para hacer con niños, lo cual puede ser una manera para los que no tienen espacio al aire libre”.
¿Y después qué?
Ante la consulta de cómo los puede afectar a futuro este encierro forzado y tan antinatural para ellos, Ruda se mostró preocupada acerca de cómo esta coyuntura que les toca vivir a los niños “atravesará la a construcción de su personalidad y estructura yoica”. “Me pregunto, sin poder responderme, si serán niños con miedo a salir a la calle o poca tolerancia a la cantidad de gente, o quizá con un TOC en relación a la limpieza y al lavado de manos sistemático, si serán adultos familieros, qué efectos tendrá en ellos la percepción del miedo que estamos viviendo”, analizó, al tiempo que aseguró que “si bien qué registro tendrán y qué huellas dejará la pandemia en estos pequeños no es posible saberlo, sí es posible ayudarlos a transitar esta situación desarrollando la empatía, entendiéndolos como sujetos en cuarentena igual que uno, que de pronto y sin preaviso les cambió el día a día y se vieron obligados a vivir una vida que no es la que acostumbraban”.
Para Amburgo, la coyuntura nacional y mundial “va a afectar a los niños tanto como le afecte a los padres: si los padres se deprimen, se pelean, se descompensan les va a afectar mucho más que si se mantiene la tranquilidad, la calma, si dialogan las ansiedades y la angustia que cada uno tiene por estar encerrados”. “Yo creo que hay que hablar, decirles que a nadie le gusta estar encerrados y explicarles que lo que ven o escuchan en la tele es verdad, pero que ellos están cuidados porque mamá y papá los cuidan, porque se lavan las manos, limpiamos todo y así también cuidamos a los abuelos; explicarles que cuidándonos estamos cuidando a otros, hacerlos parte de la situación y la cuestión de la solidaridad les baja la ansiedad”, recomendó la especialista en niños y adolescentes de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Rossetto, en tanto, consideró que esta situación “no los va a afectar, y que incluso hay muchos niños que están teniendo por primera vez la oportunidad de tener a su mamá o a su papá (o a ambos) muchos días seguidos dentro del hogar y eso les da mucha seguridad, a pesar del caos, del desborde y de que es un momento que de romántico no tiene nada”. “La incertidumbre, la angustia y la preocupación están más del lado del adulto y deben estar del lado del adulto; en los niños hay que tratar de llevar la situación hacia lo lúdico, hacia la recuperación de un momento de hogar y de contacto con sus padres que probablemente durante la vida en general no haya oportunidad de una convivencia tan íntima, tan estrecha y tan cotidiana”, consideró, al tiempo que insitió en que “siempre y cuando los padres, pese al desborde y a lo imprevisto y angustiante de la situación no se muestren absolutamente fuera de eje delante de ellos, la situación no debiera afectarlos”.
“Una última cosa es que se dice mucho ‘esto también pasará’, es un mantra muy elegido para este momento y está muy bien, pero yo digo que si bien ojalá esto pase y de la mejor manera posible, me gusta pensar que esto también quedará, y que estamos siendo parte de un momento histórico, a pesar de lo doloroso que tienen las circunstancias -evaluó Rossetto-. Entonces me parece que también podemos explicarle a nuestros hijos que así como ellos estudian la Revolución de Mayo o el cruce de los Andes esto también va a ser objeto de estudio y va a estar en los libros que van a circular en los colegios y en las universidades en los próximos años, así que también nosotros como padres y ellos tienen que sentirse parte importante y protagónica de un suceso que va a cambiar la historia del mundo”.
A lo que Ruda agregó: “Yo no sé si todos terminaremos contrayendo coronavirus, pero lo que sí sé es que esta pandemia seguro tendrá efectos en las distintas subjetividades”. “Por eso, de esta situación impuesta, obligatoria, angustiante, estresante y con múltiples preocupaciones para grandes y chicos, apelo a que podamos hacer una experiencia rica en aprendizajes, una buena experiencia para aprender a convivir, para desarrollar la creatividad, encontrarse con uno mismo y con el aburrimiento”. Porque cuando -como dice la canción de Gustavo Cerati- pase el temblor, nadie volverá a ser el mismo.
Fuente: Infobae