El viernes 20 de marzo, Argentina se silenció para escuchar el anuncio del presidente Alberto Fernández sobre las medidas que adoptaría su gobierno para evitar el contagio del coronavirus COVID-19. “A partir de ese momento nadie puede moverse de sus residencias, todos tienen que quedarse en sus casas”, dijo el mandatiario. Hoy se cumplen 100 días del aislamiento social preventivo y obligatorio en la Argentina, y la vida hoy es muy distinta que unos meses atrás.
A 100 días de la medida que impactó en la vida de la población y que obligó a las personas a adaptarse a un nuevo estilo de vida, en donde las reuniones, los cumpleaños, los empleos, los colegios, paseos, viajes, eventos se modificaron casi instantáneamente.
Pero, ¿se podría decir que se aprendió algo del aislamiento social preventivo y obligatorio? Para Harry Campos Cervera, médico especialista en psiquiatría y miembro de APA, esta medida sin precedentes, generó una sensación de emociones encontradas en las personas y todavía están acostumbrándose a esta normalidad.
En este sentido, son muchos los hábitos que se incorporaron así como conductas a las que se tuvieron que amoldar las personas ante la “nueva normalidad”. De este modo, se podría decir que la gente aprendió a:
Conocer más y mejor a las personas con las que viven y a ellos mismos
Quedarse en los hogares fue la puerta de entrada hacia una convivencia 24/7. “Es evidente que la cuarentena nos expuso a un modo de vida absolutamente distinto, impuesto, pero con marcada intimidad. Creo que estos meses en que las familias estuvieron juntas de una manera distinta a como solían estarlo permitió el contacto con una intimidad que tal vez estaba sólo reservada a los fines de semana e incluso tampoco tanto porque en esas oportunidades se distribuye el tiempo con amigos, y también con la familia extensa”. Para la licenciada en Psicología María Laura Santellán (MN 18841), “este aislamiento permitió que se descubran muchas cosas”.
En cuanto al autoconocimiento, de acuerdo a Gabriela Martínez Castro, especialista en trastornos de ansiedad y directora del Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta), hay muchas personas que se permitieron ahondar en otra versión de sí mismos: “Muchos descubrieron aspectos que no conocían, preferencias por manualidades, la paciencia, el arte, la cocina. Además hizo que los vínculos intrafamiliares se profundizarán más, para poder conocer al otro, con quien convivimos”.
No planear a largo plazo
En la vida existen imprevistos o contratiempos que se interponen y frustran nuestros planes. Sin embargo, la pandemia, producto del coronavirus COVID-19, para muchos significó mucho más que “una piedra en el camino”. En algunos casos, se tradujo en poner en pausa proyectos que fueron planeados con años y años de anticipación. Algunos fueron cancelados de forma definitiva.
La lista es eterna: casamientos, viajes, mudanzas, nacimientos, cumpleaños, aniversarios… Y es que la llegada de la enfermedad y todo lo que desencadenó luego, como el aislamiento social preventivo y obligatorio, atravesó la vida de toda la población sin importar tiempo ni espacio. Y luego de la llegada abrupta de la pandemia al país, son muchos los que aprenderán de esta situación y planearán a corto plazo sus grandes planes.
Implementar la tecnología para escenarios como celebraciones, educación y también trabajo
Encuentros entre los seres queridos, muestras de afectos constantes que se funden en abrazos eternos, charlas interminables o silencios cómplices. El hombre es un ser social, por lo que tuvo que buscar alternativas para poder comunicarse tanto con sus afectos como con sus obligaciones.
“Hace 100 días el 100% de las organizaciones tuvieron que migrar al trabajo remoto, acelerando 27 veces un proceso que se hubiera realizado lo que conociamos como la “normalidad” en 3 años. Debieron transformarse para “sobrevivir”, un motivador lamentablemente bueno para acelerar cualquier transformación”, explicó a este medio Diego Pasjalidis especialista en innovación.
El especialista explicó que estos 100 días ayudaron a demostrar que hay muchas actividades que pueden hacerse en forma remota sin afectar la productividad ni calidad casi de forma normal. “Las organizaciones podrán usar esta modalidad como un beneficio para empleados (menos tiempo y costos de viajes), podrá permitirse acceder a talento que no necesariamente viva cerca de la empresa, y (en algunos casos) poder absorber crecimiento sin necesidad de tener que aumentar espacio de oficinas”, explicó Pasjalidis.
La llegada del distanciamiento social
Cuando el coronavirus comenzó en Wuhan, China, nadie imaginó que la enfermedad se propagaría a todo el mundo. A medida que fueron pasando los días, la primera medida que se adoptó y enfatizó rápidamente fue la de la distancia social. El distanciamiento social es la práctica para reducir el contacto cercano entre las personas para frenar la propagación de infecciones o enfermedades. Las medidas de distanciamiento social incluyen limitar la reunión de grandes grupos de personas, cerrar edificios y cancelar eventos.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un mínimo de un metro de separación entre persona y persona para mantener la distancia social. Mientras que los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) dicen que hay que respetar al menos dos metros de distancia para prevenir el contagio con las gotitas y evitar la infección que se produce por vía respiratoria.
Sin embargo, a pesar de que el confinamiento se levante, ya son muchos los estudios que sugieren que es el comienzo de una forma de vida completamente diferente.
Dacher Keltner, un sociólogo de la Universidad de California en Berkeley, se preocupa por el impacto a largo plazo del distanciamiento social en las personas. Sostiene que el tejido de la sociedad se mantiene unido incluso por el contacto físico más pequeño. “El tacto es una condición social tan importante como cualquier otra cosa”, dice. “Cuando ves a las personas en confinamiento solitario que sufren de privación táctil, ves que pierden la sensación de que alguien les respalda, que son parte de una comunidad y están conectadas con otros”. De esta manera, muchos se dieron cuenta en este tiempo el valor de un simple abrazo.
Validar las emociones
Durante el aislamiento, las personas pusieron el foco en sus emociones (Shutterstock)
Para Elsa Wolfberg, psicoanalista y psiquiatra de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), y vicepresidente del Capítulo de Prevención Cuaternaria, Psiquiatría Preventiva y APS de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, la población aprendió a validar los sentimientos y a regularlos acorde a los cuidados propuestos así como a apoyarse mutuamente con los seres queridos: “Deseablemente aprendemos que la regulación emocional es necesaria en los vínculos, especialmente en convivencias full time prolongadas, para saber cuidar esos vínculos. Ni maltrato ni aislamiento emocional”.
“Debido a la cuarentena muchas personas se vieron forzadas a abandonar su ritmo de vida y esto no fue algo menor, un ‘parate’ forzado de esta magnitud no es fácil y es por eso que son cada vez más los que acuden a un profesional aún sin antes haber consultado. Desde mi campo de trabajo, son cada vez más las personas con trastornos por ansiedad generalizada, que se traduce en una preocupación constante. De a poco empiezan a generar sintomatología física y a medida que pasa el tiempo aumenta el temor, sensación de pánico y crisis. Por eso es vital, que sea de forma gradual y que se acompañe como sea a esas personas”, comentó Martinez Castro.
La importancia de la conciencia social
Todo parece estar en manos del comportamiento de los individuos (AFP Paolo Miranda)
Amantes de los encuentros entre los seres queridos, muestras de afectos constantes que se funden en abrazos eternos, charlas interminables o silencios cómplices. El hombre es un ser social, que debió cambiar repentinamente sus hábitos y costumbres debido a la llegada de la pandemia. Eso implicó ser parte de una medida sin precedentes como lo es el aislamiento social preventivo y obligatorio por un bien común: no contagiarse ni contagiar al resto.
Por ende, todo parece estar en manos del comportamiento de los individuos. “La conciencia social va a ser muy importante para afrontar esta situación. Se va a basar en que no le hagas al otro lo que no quieras que te hagan. Es poder tener una postura empática con el semejante, cosa que es bastante difícil porque hay singularidades. En general, hay una tendencia a creerse la excepción y en este caso particular, tenemos que empezar por cuidarnos a nosotros mismos. Creo que va a ser muy importante poder instalar una conciencia que implica entender que cuando se levanten las restricciones no implica que se levantó el virus”, enfatizó Campos Cervera.
“Ni mejores ni peores, de esta pandemia saldremos diferentes”, concluyó Gabriela Martínez Castro.
Fuente: Infobae