Así obtuvo un subsidio de la Fundación Bill y Melinda Gates durante siete años, que resultó clave para el trabajo que lleva adelante en la actualidad, junto a otros investigadores del CONICET y la Universidad de San Martín (UNSAM), para el desarrollo de una vacuna contra el Covid-19.
Unos días antes de cumplir 46 años, la bióloga y doctora en Inmunología Juliana Cassataro se enteró que el equipo de científicas y científicos que encabeza en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas, que depende del Conicet y la UNSAM, había ganado un subsidio de 100 mil dólares, otorgado por la Unidad Coronavirus, para desarrollar la vacuna contra el Covid-19 en la Argentina. Todavía celebra la noticia. Sin embargo, la sorpresa no fue tanta. «Siempre fui muy autoexigente y pesimista, pero eso me llevó a trabajar cada vez más para conseguir que algo saliera bien», dice la investigadora, que pasa sus días dentro del laboratorio para alcanzar la fórmula que frene a la nueva enfermedad. Y agrega: «Mi vida siempre fue muy intensa y esto no es la excepción».
Juliana nació el 26 de mayo de 1974 en la ciudad de La Plata, un año y diez meses antes que su hermana Rosana. Su mamá, Alicia Ramírez Abella, era contadora y su papá, Héctor Daniel Cassataro, se había recibido de ingeniero químico. Ambos militaban en la organización Montoneros. Tres años después, en pleno terrorismo de Estado, fueron detenidos y desaparecidos en la localidad bonaerense de Tres de Febrero. Las niñas quedaron alojadas en la Casa Cuna de La Plata durante dos meses hasta que lograron reecontrarse con sus abuelos, Juana y Juan, y se fueron a vivir a Olavarría. Dos años después se mudaron a Mar del Plata. Además de sus padres, también fueron desaparecidos su tío paterno y su esposa, su tía materna y su marido y una prima de la mamá y su esposo.
La primaria y la secundaria las hizo en establecimientos públicos de esa ciudad balnearia y luego se graduó como licenciada en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de Mar del Plata. «Mi abuela era fanática de que estudie. Nunca me daba plata para nada, sólo para libros. Todo lo demás era un gasto inecesario», recuerda Cassataro, en diálogo con BAE Negocios.
¿Cómo, cuándo y por qué?
«Siempre tuve un interés muy grande por las cuestiones vinculadas a la vida y los temas biológicos, pero también me interesaba literatura. En esa época, era más nerd que ahora», dice Cassataro. Y se ríe: «Leía libros sobre ríos y plantas. Todavía me acuerdo que leía un libro que se llamaba ‘¿Cómo, cuándo y por qué?’ y me encantaba todo lo de Jacques Cousteau «.
Para esa entonces, Juliana ya militaba en HIJOS. Cuando cumplió 23 años, decidió viajar a Buenos Aires, donde terminó las últimas cuatro materias que le quedaban de la carrera y la tesina. Apenas se graduó, empezó a hacer el doctorado en Inmunología en la Universidad de Buenos Aires (UBA). «Uno de mis momentos de mayor felicidad fue cuando era becaria del Conicet. En ese momento me di cuenta que eso era lo que me gustaba», recuerda.
De a poco, se empezó a repartir el tiempo entre el estudio y la militancia, además de dar apoyo escolar en Villa Fiorito, en el partido de Lomas de Zamora, donde conoció a su marido, que daba clases de electricidad. Luego, tuvieron dos hijas, Juana y Greta.
Cassataro señala que siempre tuvo un alto «nivel de autoexigencia«, a tal punto que cuando su primera hija tenía 15 días, ella pasaba mucho tiempo «haciendo papers o investigaciones». Hasta que nacieron sus hijas pensó «que no había tantas diferencias con los hombres en el terreno laboral», sin embargo luego cayó en la cuenta de que «la maternidad incidía en el trabajo». «Quería ser la madre perfecta y la trabajadora perfecta y eso no se puede», apunta.
En un video difundido por el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación a comienzos de marzo pasado, en el marco del Día de la Mujer, Cassataro hizo pública, de alguna manera, aquélla reflexión a la que llegó tiempo atrás: «Lo que estamos tratando de cambiar es que más mujeres puedan llegar a tener roles de dirección y puestos de liderazgo además de ser trabajadoras como hemos sido hasta ahora».
Premios, estímulos y subsidios
En 2010, Juliana consiguió un subsidio de la Fundación Bill y Melinda Gates para desarrollar un mecanismo de acción para potenciar el efecto de las vacunas recombinantes, que resultó clave para la invetigación que en la actualidad lleva adelante para la búsqueda de una vacuna contra el Covid-19, junto a equipo integrado en su mayoría por mujeres.
«Siempre pienso que las cosas van a ir mal y me preparo para que salgan mal. Y eso finalmente genera que haga muchas cosas a la vez y alguna funcione», apunta Cassataro. En alguna medida, esa tenacidad ante situaciones adversas la llevó a obtener en 2014 el Premio Estímulo Jóvenes Profesionales por Medicina Experimental, otorgado por la Fundación Bunge y Born; y, en 2017, a ser distinguida con el Premio Houssay.
«La importancia de la vacunación desde mi punto de vista y también del de mi abuela, que vió varias pandemias en su época, es totalmente indiscutible desde el punto de vista racional si uno ve los números. Desde la implementación de casi todas las vacunas, las que se dan en el calendario, como disminuye la mortalidad luego de la aplicación de la vacuna es impresionante», dijo Cassataro en una entrevista concedida al portal de noticias de la UNSAM tras recibir el Premio Houssay. En ese entonces, no imaginó, ni de cerca, que estaría a cargo de la búsqueda del antídoto contra una enfermedad que de manera veloz se transformó en pandemia y tiene en vilo a casi toda la humanidad.
Fuente: Bae