MADRID.– La cultura española ha manifestado su preocupación y su estado de alerta ante hechos inéditos que no sucedían desde hace décadas en un país que movilizó a millones de personas la semana pasada en el marco de la celebración del Orgullo, y que defiende su fama de tolerancia en una Europa enrarecida ante fanatismo y extremos. El mapa político se ha modificado tras las últimas elecciones autonómicas y municipales celebradas en junio, donde la ultra derecha, Vox, ha ganado posiciones. En este contexto, varias compañías teatrales y artistas denuncian que sus producciones han sido censuradas en ayuntamientos gobernados por Vox o donde este partido tiene a su cargo las concejalías de Cultura. El Partido Popular, al que las encuestas indican como ganador en los comicios nacionales que se realizarán en 20 días, también había sido acusado de censurar espectáculos.
En Briviesca (Burgos), El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca, coescrita por Xavier Bobés y Alberto Conejero (Premio Nacional de Literatura Dramática y director del Festival de Otoño de Madrid), un homenaje a un maestro republicano de una escuela rural, ha sido levantada de cartel. Días antes se conocía que en el municipio madrileño de Valdemorillo, cuya concejala de Cultura es de Vox, se cancelaría el estreno de Orlando, una pieza basada en la novela de Virginia Woolf a cargo de la Compañía Teatro Defondo.
Uno de los autores de El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca también manifestó su preocupación por el levantamiento de esta fecha comunicada “tras la llegada del nuevo equipo de gobierno al Ayuntamiento”. Bobés indica que los argumentos que recibió por parte de las autoridades se refieren a cuestiones económicas (el caché de la compañía, gastos de infraestructura, la instalación de un generador, entre otras) y que la compañía intercambiaba información técnica desde abril con los anfitriones. “Seguiremos llevando El mar a todos los escenarios que podamos, y confiamos en que las administraciones de nuestro país se seguirá moviendo con respeto y cuidado profesional hacia artistas y espectadores y con la libertad de expresión como posición común e innegociable”, escribió el autor.
“Las y los profesionales del mundo de la cultura queremos denunciar el retorno de la censura que está atentando contra la libertad de expresión, un derecho consolidado social y democráticamente en nuestra Constitución. Exigimos la protección de nuestros derechos fundamentales porque sin Cultura no hay democracia”, es el mensaje que artistas e intelectuales españoles compartieron hoy en sus redes sociales con el hashtag #Stopcensura.
La Sociedad General de Autores, el Centro Dramático Nacional, el Teatro del Liceo o la Academia de las Artes Escénicas emitieron también un comunicado donde denuncian “el retorno de la censura que está atentando contra la libertad de expresión”. El ministro de Cultura, Miquel Iceta, respaldó este mensaje.
El caso más resonante –el primero– fue el del dramaturgo Paco Bezerra. A pesar de que su obra Muero porque no muero, inspirada en la vida de Santa Teresa de Jesús, que estaría protagonizada por Belén Cuesta, con dirección del prestigioso realizador argentino Matías Umpierrez, iba a estrenarse en la temporada 22-23 en los Teatros del Canal, antes del anuncio de la programación a la prensa, la pieza fue eliminada de la grilla. Los Teatros Del Canal, una institución pública (cuenta con gestiones privadas, pero sus fondos provienen de la Comunidad de Madrid), alegaron que el motivo por el cual la obra de Bezerra no se presentaría en sus escenarios respondía a cuestiones presupuestarias. En aquel momento y en la actualidad el partido Ciudadanos tenía a cargo la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, gobernada por el Partido Popular.
Casi 200 personalidades del ámbito de la cultura, entre ellos Pedro Almodóvar y Javier Bardem, firmaron una carta en respaldo de Bezerra, un manifiesto llamado “Paremos la injerencia política (antes de que sea demasiado normal)”. La batalla fue ardua y la obra, que hasta el presente no ha sido estrenada, tuvo su revancha en una lectura pública que se realizó en noviembre en la mítica sala Berlanga, con Ana Belén, Aitana Sánchez-Gijón, Nathalie Poza, Gloria Muñoz y Julieta Serrano.
España vive un clima enrarecido desde las últimas elecciones, autonómicas, el pasado 28 de junio, y en vísperas de los comicios nacionales que se celebrarán el próximo 23 de julio. El barro que caracterizó la última contienda en el Congreso y las agresivas declaraciones realizadas de tantos candidatos a sus rivales, se traslada ahora a las calles. Es decir, esta tensión y violencia política penetra por los poros de la sociedad y por sus calles. Ayer Madrid amaneció con un cartel en la céntrica zona de Atocha que rezaba: “Tú a Marruecos. Desokupa a la Moncloa”, donde se veía al presidente Pedro Sánchez con cara de preocupación. Desokupa es una empresa privada que se dedica a desalojar a quienes usurpan casas, terrenos y departamentos y que denuncia la tolerancia del gobierno y sus aliados con estas prácticas.
En este clima de tensión y ferocidad, la cultura también denuncia los ataques a su esencia y naturaleza: la libertad de expresión. Son las artes escénicas las principales damnificadas. Vox también ha exigido retirar “insinuaciones sexuales” de la obra de Lope de Vega La villana de Getafe que el original, según esta lectura, no posee. El pedido indica que en esta puesta hay “representaciones de un falo y una vulva de considerable tamaño, lo que ha generado incomodidad entre ciertos espectadores y transeúntes”. También ha habido una denuncia en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, donde estaba estaba programada la obra NUA, radiografia d’un trastorn (radiografía de un trastorno) debido a que su contenido no va en sintonía con “la línea de espectáculos que se programarán con los nuevos cambios de gobierno”. El Ayuntamiento, gobernado por el PP, aseguró que no existía ningún tipo de contrato formalizado con esta producción.
Llama la atención en una estación como el verano, donde las producciones teatrales son escasas, que las autoridades públicas reduzcan aún más la oferta. ¿Hasta dónde escalará esta ola de levantamientos? La ultra corrección, amiga de la censura, salpica, durante estos días, pero no refresca.
Fuente: Laura Ventura, La Nación