“Palpita”, la obra que Alejandro Condorí dejó en Santiago del Estero para homenajear a los trabajadores. “Me gusta que la gente interactúe con mis murales”. (Gentileza Alejandro Condorí)
Alejandro Condorí (36) camina por la calles de San Salvador de Jujuy y observa las paredes coloridas que engalanan su ciudad natal, la misma en la que comenzó a estudiar dibujo con 13 años. A su paso observa los murales que pintó, les busca defectos, ve en ellos el paso del tiempo y los efectos que dejan sobre ellos las inclemencias del clima. Vuelve a observar y piensa que algunos necesitan retoques. No lo puede evitar, después de 20 años dedicados a hacer de sus pinceles letras inmortales y de usar las paredes como grandes lienzos que aseguran que la cultura ancestral colla, la suya, sigue viva.
Así son los días, según describe, del artista que nació en 1983 y supo de niño que el arte era lo suyo. Fue en su floreciente adolescencia cuando pidió a sus padres comenzar a estudiar dibujo, materia de la que recibió el título de maestro con solo 17 años. Actualmente es docente de Artes Plásticas en las escuelas y alienta a sus alumnos para encontrar en los trazos un medio de expresión.
Mientras hace una pausa durante una convención de muralistas de Córdoba habla con Infobae sobre la convocatoria que le hicieron para formar parte del grupo de 30 artistas que entre el 5 y 17 de octubre asumirá el desafío de romper el récord Guinness que desde 2016 mantiene la obra Etnias, del brasileño Eduardo Kobra: deberán pintar 4.000 metros cuadrados en el paredón de Posadas que divide Argentina y Paraguay.
A los 17 años pintó su primer mural en Jujuy, entonces supo que dedicaría su vida a esa expresión artística
«El objetivo es mostrar la unión, la hermandad entre las naciones y todo lo que nos une», dijo a Infobae y contó que fue convocado por el Movimiento Internacional de Muralistas «para integrar el grupo de 30 artistas argentinos y paraguayos».
El trazo, el color y la expresión en los rostros que pinta son los que dicen que en su arte vive la cultura ancestral que mamó desde muy pequeño y que quiere que lo trascienda.
«Debido a las características de pintura que tengo me convocaron para ser parte de ese mural», afirmó y reveló que cada artista pintará una pared de 5 metros de alto por 50 metros de ancho, aproximadamente.
30 artistas argentinos y paraguayos romperán el récord que mantiene el mural “Etnias”, de 3.000 metros cuadrados, pintado por el artista brasileño Eduardo Kobra entre julio y agosto de 2016, en Río de Janeiro.
Pintar a lo grande: expresión personal y raíces culturales
Alejandro no esconde la emoción que siente por haber sido elegido, junto a tres artistas argentinos, para quedar en el Guinness World Records.
“Busco interactuar con el público. Me gusta aprovechar las características del lugar para situar al espectador justo donde quiere”.
—¿Cuándo comenzaste a pintar murales?
—A los 17 años, con la escuela que cursaba, pinté el primer mural como parte de una competencia intercolegial y fui premiado. Me gustó mucho la experiencia de hacer algo que no queda sólo para mí, para la persona que lo cuelga en su casa o en una galería, que veo como un círculo cerrado. Los murales son populares y se convierten en parte de la comunidad donde se pintan.
—¿Cómo siguió la historia?
—A partir de ahí me pidieron que pintara uno, después otro y así comenzaron a convocarme para pintar murales. Lo bueno, a todo esto, fue que al terminar el profesorado ingresé como docente en una escuela que me dejó al frente de un área que manejaba proyectos de murales para la comunidad. Con los chicos íbamos a centros vecinales y recibíamos cartas para pintar otros.
—¿Qué te dejó esa primera experiencia?
—Aprendí a manejar grupo de pintores, sobre todo pero también me animé a armar intervenciones urbanas más personales, basadas en mi punto de vista y aprovechando todo el espacio, la arquitectura de cada lugar para aprovechar todo al máximo. Definitivamente comencé a darle una impronta más personal a los murales.
Condorí atiende a Infobae en un descanso durante la Convención de Muralistas de Alta Gracia, Córdoba. Cuenta que allí está junto a la artista bonaerense María Godoy con quien define ideas para el mural en el que contarán la vida de Ernesto «Che» Guevara. «Uniremos tres ideas: un niño jugando con un barrilete, el reloj representativo de la ciudad y en otra parte incluiremos a los comechingones, el pueblo originario de la provincia», resumió.
—¿Qué te gusta expresar cuando pintás?
—Me gusta expresar a través de los rostros y de las manos de la pintura. Intento hacer algo cultural y volver a las raíces . Tomo la intervención urbana y juego con la arquitectura del lugar ¡y juego! Los murales que se veían antes en Jujuy estaban limitados en un cuadrado y no llamaban mucho la atención. En cambio, al jugar con el espacio, con los postes de luz, los cables, con todo lo que está en el lujar el trabajo se convierte en algo llamativo porque se integra a la obra. Me gusta que haya interacción con el espectador.
—¿Qué te pasa cuando vas caminando y ves una obra tuya?
—Hay veces que las miro y veo que no están terminadas; otras, pienso que habría que darle una pincelada más ¡y otras veces me gustaría agregarle otra cosa! (se ríe). Pero es linda la sensación cuando veo a la gente viéndolas. Me pasa mucho con La juguetería que es el más representativo de la ciudad.
—¿Cuál es la reacción de la gente al verlo?
—¡Les gusta! Y cuando se enteran de que lo pinté yo me felicitan. Siento mucho cariño y agradecimiento por parte de la gente por ese mural porque además de gustarles se volvió representativo en Jujuy. Es una composición armada desde un determinado punto de vista. Si te parás justo en ese punto se unifican cuatro murales que están en distintas paredes, en diferentes esquinas y otro en el fondo en un edificio. Todas esas imágenes componen una pieza: una niña jugando con una casa de muñecas y un niño soplando burbujas.
Cuando el paso del tiempo y el clima hacen efecto, Alejandro —quien perdió la cuenta de la cantidad de obras que dejó en las paredes de Jujuy, Santiago del Estero, México, Buenos Aires, Córdoba y pronto Posadas—pide permiso para retocarlos. No siempre lo consigue.
Tomo la intervención urbana y juego con la arquitectura del lugar ¡y juego! Los murales que se veían antes en Jujuy estaban limitados en un cuadrado y no llamaban mucho la atención. En cambio, al jugar con el espacio, con los postes de luz, los cables, con todo lo que está en el lujar el trabajo se convierte en algo llamativo porque se integra a la obra. Me gusta que haya interacción con el espectador
Anhelando que llegue el 5 de octubre para poner color al paredón gris que divide Argentina de Paraguay, el muralista cuenta a Infobae que sus días adelante de una pared arrancan antes de las 8 de la mañana para tener tiempo y armar el andamio en el que pasará largas horas y poder aprovechar la luz natural. «Hay que acomodar todo para no estar subiendo y bajando a buscar las pinturas, cosa que cansa mucho», asegura.
—¿Cómo será el mural que harán en Posadas?
—Cada artista tiene que hacer un boceto y después los coordinadores, otros cinco artistas, lo ordenarán según la temática, el color y la línea de cada muralista para unificar los proyectos que conformarán un solo dibujo cuya temática es la hermandad entre las naciones abordada desde la cultura, las históricas batallas, las misiones jesuíticas y la cultura aborigen.
Además de Condorí, otros tres artistas argentinos participarán del evento que busca superar en mil metros cuadrados al mural brasileño inspirado en el mensaje de unidad transmitido por los cinco anillos olímpicos y representados por cinco tribus originarias, una de cada continente.
Fuente: Infobae