Carmina Pérez Bertolli es física de la UBA y recibió el premio Luis Másperi 2020 que entrega la Asociación Física Argentina –la AFA que no es presidida por “Chiqui” Tapia sino por científicos– a la mejor tesis de licenciatura de todo el país en la materia. Dirigida por los investigadores Hernán Asorey y Christian Sarmiento-Cano, su trabajo se tituló “Estimación del flujo de muones en el laboratorio subterráneo Andes». La flamante ganadora es becaria del Conicet y está terminando sus estudios de posgrado en el Instituto de Tecnologías en Detección y Astropartículas (ITeDA), que depende de la Universidad Nacional de San Martín, la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Conicet. Allí cursa el doctorado en Astrofísica bajo la dirección de Brian Wundheiler.
Pérez Bertolli es tucumana, tiene 27 años y aunque luego de la secundaria arrancó por las artes escénicas, más tarde decidió probar suerte con la física. Y se ve que la física estuvo de su lado. Destino dicen los humanos de fe; azar reclaman los escépticos. Según narra, de hecho, fue un libro de Stephen Hawking prestado por su hermano el que “le rompió la cabeza y le cambió la vida”. Una vida que en plena pandemia parece abrírsele de par en par hacia un futuro muy promisorio.
–Recibió el Premio “Luis Másperi”, que se otorga en el marco de la reunión de la Asociación Física Argentina (AFA).
—Sí, la verdad que para mí es una alegría enorme; además fue inesperado. La reunión de la AFA se realiza todos los años, habitualmente para septiembre. Siempre se desarrolla en una provincia distinta, en 2020 tocaba Córdoba pero por la pandemia, por supuesto, no se pudo viajar y se suspendió el evento presencial. El premio al que me postulé es a la mejor tesis de Licenciatura en Física de todo el país. Se presentaron personas que habían entregado su trabajo final durante el último año en el marco de esta carrera, así que tuve suerte porque gané.
–Con lo que cuesta hacer una tesis, usted hizo la mejor.
–Me sorprendió un montón y me puso muy contenta; el nivel de las otras tesis con las que competí era fantástico. Había concursantes de todos lados y con abordajes que realmente tenían mucha calidad en diversas áreas. En mi caso, investigué acerca del Laboratorio Subterráneo Andes, que se encuentra debajo de la Cordillera en la frontera entre Argentina y Chile. Tiene una profundidad de 1700 metros y está blindado por roca, roca y más roca.
–¿Por qué se encuentra a ese profundidad?
–Está bajo tierra para cumplir con un objetivo fundamental: aislarse lo máximo posible para el desarrollo exitoso de experimentos extremadamente sensibles. Precisamente, en mi tesis presenté algunos cálculos que son muy importantes para la calibración de esos experimentos de neutrinos, rayos cósmicos y materia oscura que allí se plasman. Poder estimar cuál será la señal de radiación cósmica y de ruido de muones que habrá en el lugar es clave para el crecimiento de un campo como la física de partículas. También se diseñan experimentos de geología, ambiente y biología pero no tienen tanto que ver con mi experticia.
–Su tesis fue sobre la estimación del flujo de muones en el Andes y recién los mencionó. ¿Qué son?
–La radiación cósmica se vincula con partículas altamente energéticas que se generan en el espacio. Si bien sabemos que existen, no conocemos en rigor de verdad cuáles son sus fuentes, es decir, de dónde vienen. Esas partículas, en su mayoría –protones, núcleos, fotones– llegan a la atmósfera terrestre e interactúan con el resto que están presentes en el aire. Uno de los principales componentes de esta lluvia que se genera son los muones; algunos de los cuales son energéticos, se encuentran muy alto en la atmósfera y tienen bastante masa.
–¿Y qué implica que tengan bastante masa?
–Que fluyen sin interactuar y sin decaer. Son partículas que llegan al sitio en el que está la montaña y pueden atravesarla sin ningún problema, por lo que generan ruido cuando lo que se quiere en Andes es detectar otras cosas. Se cuelan, molestan cuando los científicos quieren investigar con neutrinos, que son partículas que interaccionan muy poco y son difíciles de observar. Es por este motivo que el laboratorio es subterráneo, para aislarse lo máximo posible sin interferencias.
–Ese es el sentido de que el laboratorio esté bajo tierra. Necesita estar alejado de todo lo demás, para que las investigaciones que allí se realizan en la detección de material sensible sean exitosas.
–Exacto, para detectar neutrinos o potenciales candidatos a materia oscura se necesita estar lo más aislado posible. Bueno, los muones, al ser tan energéticos, logran colarse e impiden identificar lo que realmente queremos detectar.
—Julio Navarro suena como candidato para obtener el Nobel de Física gracias a sus trabajos de modelado matemático en materia oscura. Javier Tiffenberg obtuvo un premio semanas atrás por sus aportes experimentales en el mismo campo. Se ve que el tema tiene mucha visibilidad en la astrofísica internacional.
–Lo que investigué en mi tesis contribuye, precisamente,a la realización de mejores experimentos para la detección de materia oscura. A mí me encanta el campo de la astrofísica, de hecho, como becaria doctoral del Conicet, mi doctorado en el Instituto de Tecnologías en Detección y Astropartículas (Iteda) se inscribe en ese campo de conocimiento.
–¿Qué le gusta de la astrofísica?
–Para empezar, me fascina y me estremece al mismo tiempo el hecho de que como humanos formemos parte de algo tan grande y tan poco descubierto como es el universo. Hay tanto por hallar que me parece alucinante; de la misma manera que ocurre con la matemática. Es impresionante que una sola herramienta nos ayude tanto y tan bien a modelar y a comprender la forma en la que se comporta la naturaleza. Siempre fui muy curiosa, aunque en realidad cuando era adolescente me gustaba un poco de todo, leía prácticamente lo que encontraba. De hecho, no arranqué por la física.
–Cuando terminé la secundaria me metí en artes escénicas. Venía bien, pensaba que era lo mío, hasta que mi hermano me prestó el libro El gran diseño de Stephen Hawking y ahí todo cambió. Me rompió la cabeza en verdad, tanto que cada vez quise saber más y más. Luego, recuerdo, me leí todos los libros de matemática de Adrián Paenza. Hasta que en un momento tanta curiosidad se transformó en pasión. Dejé el teatro y empecé física, un cambio enorme.
–Bueno, algunas cosas de la ciencia se relacionan mucho con el arte.
–Es verdad, en parte son lo mismo. En la ciencia también hay muchísima creatividad y sensibilidad. El único motivo que explica el hecho de pasarte horas y horas haciendo experimentos es la fascinación, es algo más que la razón. Días enteros analizando datos para encontrar posibles respuestas; preguntas que te consumen la vida, ahí también hay emoción. Ahí también hay pasión, hay ciencia pero también hay arte.
–En un video compartido por el Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA que se viralizó, aprovecha para saludar a todas las mujeres que hacen ciencia, así como también a todas aquellas que luchan por sus derechos.
–Sí, porque me parece muy importante. Debo decir que durante la carrera no he sentido grandes obstáculos por el hecho de ser mujer, aunque sí hay compañeras que los tuvieron. Por ahí tuve suerte ya que no me topé con ninguna situación desagradable. El machismo es cotidiano para nosotras, estés en una carrera dominada por hombres o no. En Twitter he recibido muchos mensajes muy lindos y otros muy machistas, comentarios denigrantes.
–Hay mucho por hacer.
–Por supuesto. Todavía no hay igualdad, porque si yo hubiera sido un pibe que ganaba el premio no hubiera recibido todo este tipo de comentarios. Me parece que no alcanza con que tengamos los puestos, los cargos, los títulos, ni las distinciones. A ninguna mujer se le debe faltar el respeto bajo ninguna circunstancia y nuestra imagen no es algo que los hombres tengan que evaluar. Nosotras no somos el objeto de evaluación de nadie. Tenemos que pelear por eso, para sentirnos respetadas.
Fuente: Pagina12