El año pasado, cuando asumió la dirección de la Biblioteca Nacional, Elsa Barber dijo que estaba empeñada en explotar los procesos de digitalización de los objetos que conforman su patrimonio. Barber es una académica de larga trayectoria. Ha sido directora del departamento de Bibliotecología en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), y, después de ocupar durante 11 años el puesto de subdirectora de la Biblioteca, bajo las administraciones de Horacio González y Alberto Manguel, se convirtió en la primera mujer en ser directora de la institución. En pocos días cumplirá su primer año en funciones.
Aquella afirmación inicial no se quedó en lo discursivo. Hace unas semanas, la Biblioteca Nacional presentó el Registro Nacional de Objetos Digitales, RODNA. Es este un proyecto de gran envergadura que, a través de una suerte de red federal de recursos culturales, va a permitir a los investigadores de todo el país a entrar en contacto directo con sus materiales de estudio.
Dicho de esta manera puede sonar un poco a universo cerrado, pero es todo lo contrario: RODNA es un desarrollo importantísimo que puede tener repercusiones no sólo a nivel académico, sino que puede hacer que cualquier persona acceda a libros, partituras, manuscritos, mapas, diferentes materiales que forman parte del tesoro y fondo de la Biblioteca —y otras instituciones que participan del Registro— en su formato original pero digitalizados. Eso es, en realidad, el «objeto digital» que contiene RODNA: un material digitalizado en forma completa.
«RODNA es una plataforma virtual para que las bibliotecas, archivos, centros de documentación, que tengan textos y otros materiales digitalizados los puedan subir a un repositorio común», explica Barber en diálogo con Infobae Cultura. «La Biblioteca Nacional es el organismo que tenía que liderar la elaboración y el diseño de esta plataforma, de forma que todos los objetos sean accesibles desde un mismo lugar. Si ese documento no está en la Biblioteca, el catálogo de RODNA lo redirecciona hacia donde está».
Algunas joyas que pueden encontrarse: un incunable del 1500 con textos de Cicerón, el Viaje a las Misiones Argentinas y Brasileras por el alto Uruguay de 1892, el libro Sobre el feminismo, de 1933, etc. Gracias al vínculo con 45 instituciones, RODNA tiene alrededor de 67.000 objetos digitales a disposición para descargar en forma gratuita.
—¿Un objeto digital es un e-book?
—¡No! Es importante tu pregunta porque permite aclarar lo que a veces los bibliotecarios decimos en jerga. El objeto digital es el material que está completamente digitalizado. Puede ser un libro, una partitura, un manuscrito.
—¿Cuál es la diferencia entre el escaneo de los libros que hace Google y el de un objeto digital que hace la Biblioteca?
—En líneas generales, no estoy de acuerdo con el escaneo de Google. Creo que hay que tener cuidado con eso y hay que tener respeto hacia los autores. La digitalización que hace la Biblioteca tiene el sentido de darle mayor visibilidad a los fondos que tenemos y que sabemos que son únicos. No estamos digitalizando lo que ya tienen otras bibliotecas del mundo; no vamos a repetir el trabajo que ya hizo otra institución. En todo caso, si ya lo han hecho, desde RODNA enlazaremos a esa otra institución. Ese trabajo de «harvesting» es un trabajo muy detallista que hace el área de procesos técnicos, tratando de encontrar dónde pueden estar digitalizada las obras. No existe ningún repositorio que contenga todo lo que está digitalizado, si bien la UNESCO quiso hacerlo con la «World Digital Library».
“En líneas generales, no estoy de acuerdo con el escaneo de Google”
—¿El software de RODNA se desarrolló en la Biblioteca?
—Es un software de la Biblioteca, sí. Y los objetos están alojados en nuestros servidores. Todavía tenemos espacio; seguramente con el proyecto de financiamiento que estamos trabajando con Fonplata, podremos adquirir más equipamiento que nos permita tener continuidad. Es algo fundamental para aquellas instituciones que quieran subir sus materiales.
—¿Por qué trabajan solo con instituciones y no con particulares?
—Estoy segura de que RODNA se va a convertir en un repositorio de objetos digitales de muchísima importancia. Cuando lo dimos a conocer, algunas personas nos preguntaban si podían subir sus obras digitales. Por ahora estamos trabajando específicamente con organismos porque nos asegura el compromiso con el objeto y el respeto por el derecho de autor. De ninguna manera podemos subir un texto digital si no está libre de derechos de autor. Pero nosotros no podemos estar revisando uno por uno los 66.000 objetos; le corresponde a cada institución que lo verifique.
Para qué sirve una Biblioteca Nacional
Aún en los años en que se fue territorio de disputa política y cultural, la Biblioteca Nacional nunca dejó de ser percibida con su halo de prestigio. La casa de Borges y Paul Groussac siempre fue motivo de orgullo. Pero ¿para qué sirve? ¿Cuál es la función de una Biblioteca Nacional?
«Es una biblioteca de guarda de todo el patrimonio nacional, de todo lo que se publica en el país», dice Barber. «Debería brindarle al lector todo lo que se ha publicado en el país y todo lo que se publica en el exterior de autores argentinos. Todos los libros traducidos de Borges, por ejemplo».
—¿Cómo se aumenta el acervo?
—A través de la Dirección Nacional de Derecho de Autor, todos los meses nos llegan los libros que pasan por depósito legal. Pero como no todo pasa por depósito legal, tenemos que hacer un trabajo realmente muy intensivo con las editoriales para completar las colecciones. Las editoriales tienen que comprender que, como mínimo, un ejemplar debería venir a la Biblioteca. Pero ni eso sería suficiente porque, según la función de la Biblioteca, ese ejemplar no se podría tocar. Deberían venir tres: uno de guarda, otro que esté en un intermedio y un tercero se pueda leer y usar.
“Estamos estudiando la problemática del e-book. No podemos desconocer cómo se insertó la tecnología en nuestra disciplina.”
—¿Cuál es la política de la Biblioteca con los e-books?
—Es un nuevo soporte que estamos estudiando: cómo se van a tratar, cómo se van a poner a disposición de los usuarios. No hay nada establecido. Por ahora hay muchos borradores, manuales, diferentes estándares. Pero mientras todavía tenemos muchísimo material en papel para incorporar —es impresionante la cantidad de donaciones de bibliotecas personales que hemos tenido en estos años; por ejemplo, las de Burucúa y Juarroz—, estamos estudiando la problemática del e-book. No podemos desconocer cómo se insertó la tecnología en nuestra disciplina.
Pensar el futuro
El 10 de diciembre, la Argentina comenzará un nuevo período presidencial. Puede ser que Mauricio Macri sea reelecto o que otra persona ocupe su despacho en la Casa Rosada. En todo caso, desde hace muchos años, desde la época de Borges, la dirección de la Biblioteca Nacional quedó atada a una administración. Frente al futuro mapa político, la incertidumbre sobre la continuidad de Barber está en el aire.
—¿El 9 de diciembre nos volvemos a ver?
—¡¿El 9 de diciembre!?
—Sería interesante hacer un balance y ver qué proyectos quedarán en marcha para 2020.
—Por supuesto, es muy importante. Si me voy, ya sea porque lo decida yo o porque lo decidan otros, es muy importante mantener un diálogo con quien venga. Después de 12 años, me gustaría contar todo lo que hemos hecho para que se le dé continuidad y se mejoren los proyectos teniendo en cuenta las nuevas tendencias y tecnologías. Me gustaría transmitir la experiencia que tengo acumulada y lo haría de una manera simple y transparente. Lo que a mí me interesa es la institución Biblioteca Nacional.
Fuente: Infobae.