La exposición «Celulares», del médico y fotógrafo Daniel Roitenburd, reunirá desde el próximo jueves en el Centro Cultural Borges casi una treintena de fotografías que reflexionan sobre la dependencia globalizada hacia los teléfonos celulares, a través de un registro que posa su mirada en distintas culturas para desnaturalizar el uso de esos dispositivos como prolongación de la experiencia cotidiana.
No se trata de Buenos Aires, ni de ciudades, ni mucho menos de una generación, el uso habituado de los celulares es un asunto global sin distinción cultural ni de edad, por lo menos así lo sugieren las imágenes que captó Roitenburd (Buenos Aires, 1957) durante sus numerosos viajes por el mundo, en África, Grecia, Israel, España o Turquía.
Las espontáneas que tomó en cada una de esas ciudades desde hace cuatro años fueron pensadas como parte de un proyecto declarativo: que las fotografías puedan funcionar como una advertencia de la tendencia adictiva a los dispositivos telefónicos. «Es mi primera muestra discursiva. A través de estas imágenes, algunas con humor, busqué mostrar el aislamiento que te genera el celular», aclaró Roitenburd.
En diálogo con Télam, el médico cardiólogo que ya exhibió otras muestras como «Colgadas» en la Alianza Francesa donde posaba su mirada hacia un punto poco explorado, el arriba, aseguró que con esta exposición se propuso «mostrar la universalidad y globalización del celular y fundamentalmente la dependencia. Lo hago con un registro policultural, con gente de diversas religiones, comunidades, etnias».
De este modo, lo que se podrá ver en la sala 11 del Borges serán 28 imágenes de gran formato, fotografías espontáneas, sin montaje, que reflejan escenas de todos los días y en distintos lugares del mundo: dos mujeres religiosas con turbante tomándose una selfie, un señor durmiendo en un mateo con el dispositivo sobre su pecho, un hombre con celular en mano en un terreno baldío en Marruecos.
La serie de Roitenburd construye de este modo una mirada crítica con un guiño de alarma sobre un comportamiento internalizado que pierde de vista al entorno y al otro. Además del aislamiento, estas imágenes retratan la tensión física que suponen los cuerpos adaptándose a esos pequeños dispositivos, o dan cuenta cómo las interacciones sociales entran en riesgo cuando lo único que media es el celular en las manos de una persona.
Para la curadora, Blanca María Monzón, la muestra atenta «a la vertiginosidad de lo actual, mostrando a una persona usando su celular, como si fuese una prolongación de sí mismo. El repertorio de los mecanismos de representación que operan alrededor de esta temática, nos hablan no sólo del espectáculo de la sociedad de consumo, sino que nos llevan hacia el interior de esa intimidad, y lo hacen a través de una búsqueda tanto estética, como narrativa».
En este sentido, hay algunas fotografías impactantes que proyectan más allá del celular en tanto elemento adosado a la mano -tal como se ve en todas la imágenes- y que construyen una verdadera escenificación de los efectos en el cuerpo, como ocurre como la imagen de una persona mayor encorvada, haciendo un esfuerzo con su cuello y su vista para el uso del dispositivo, u otra de un grupo de niños sentados en una escalera al aire libre, cada uno mirando hacia abajo y conectado con su aparato.
Para el fotógrafo Alberto Rodríguez, la muestra «nos lleva a una profunda reflexión sobre cómo la dependencia del teléfono celular nos aísla del prójimo, el tiempo y el entorno, es a través de la mirada del artista, con su repentización de esos momentos la que nos devuelve a la realidad frente a estas fotografías, aunque sea hasta la próxima vez que suene nuestro teléfono».
«Celulares» será inaugurada el próximo jueves a las 19 y se podrá visitar de 10 a 20.30 hasta el 12 de enero de 2020 en el Centro Cultural Borges, ubicado en Viamonte 525, esquina San Martín, Ciudad de Buenos Aires.
Fuente: Télam