Después de ver la gloria a mediados del siglo pasado, los pobres juegos de mesa se estancaron al punto de no merecer otro lugar en el mercado que el de un regalo navideño impersonal para niños. Pero un buen día, allá por 1995, llegó el Catán para cambiarlo todo. El juego del alemán Klaus Teuber revolucionó el diseño de los juegos de mesa e inauguró una nueva categoría, hoy conocida como eurogames.
La movida no tardó en sumar adeptos en Europa y para la llegada del nuevo milenio ya estaba instaladísima en Estados Unidos. Unos veinte años después, el Catán es furor entre grupos de amigos en Argentina. «El fenómeno, que se viene gestando hace tiempo en otros mercados, recién ahora está tomando envión acá, después de años de espera», explica Juan Del Compare, Gerente de Juego Organizado de Devir, la editorial responsable de distribuir el Catán en Argentina.
El gigante iberoamericano desembarcó en nuestro país hace poco más de un año y acaba de organizar el Torneo Nacional de Carcassonne (otro de sus best sellers), que premia al campeón argentino con un viaje a Alemania para competir en el Mundial. Ahora sigue la clasificación para el Torneo Nacional de Catán, cuyo vencedor competirá en el Intercontinental en México. «Es importante aclarar que la competitividad del juego se resuelve a través de la colaboración y negociación entre los jugadores», apunta Eduardo Stempler, Country Manager de Devir, para arrojar luz sobre el furor que es el Catán, agregando que es fácil de entender para quienes nunca lo jugaron.
Mundos nuevos por explorar
El Catán inició una ola que abrió las puertas de un universo con infinitas aristas. «Dentro de esa profundidad, hay un juego para todos. Nosotros nos tomamos el tiempo para determinar el perfil de una persona y recomendar el juego que calce perfecto», asegura Tommy Druetta de Playroom TV, cuyo Instagram reza Predicando los juegos de mesa. «Queremos convertir gente a este hobby, romper con los prejuicios y asociarlo a los momentos de distensión con amigos», enfatiza Druetta.
Al medio de difusión especializado lo completan Benjamín Campos, Adam Swan y Leo Maisonave, un grupo de apasionados de los juegos que decidió convertir su fanatismo en algo más que un pasatiempo, resaltando el valor de mirarse a la cara y estar presentes en el juego, como contraposición a jugar a través de una pantalla. Como destacados, recomiendan el Spyfall y no dejan de mencionar al Catán como un nuevo clásico. «También están los party games, una veta de juegos sociales que se usa en las previas de amigos. Suelen ser muy hablados, con pocas reglas y de corta duración, lo que los hace muy entretenidos», concluye Druetta. En este subgénero, el H.D.P. (Hasta Donde Puedas, claro está) es una genialidad de Bureau de Juegos y gran favorito entre grupos de jóvenes que no le temen al humor negro. Atención, usuarios: la marca acaba de lanzar varios juegos nuevos que prometen pisar fuerte.
A la hora de elegir una categoría, Máximo Pereyra Iraola, de 31 años, se queda con los de preguntas y respuestas y los de palabras. El Erudito, El Cinéfilo, El Memorioso, el Boggle y el Trivial Pursuit son algunos de su colección, donde nuevos y clásicos conviven alegremente. «Con mi pareja jugamos mucho al Scrabble, es nuestro preferido. Cuando recién nos conocimos, jugábamos online y, al tiempo de formalizar nuestra relación, nos compramos uno. Además, cada tanto me junto con un grupo de amigos a jugar al H.D.P. y otros de ese estilo», comenta.
A Inés Hardoy, los juegos de mesa la cautivaron desde pequeña y asegura que el Catán es la excusa perfecta para poner en marcha su programa predilecto: juntarse a jugar alrededor de un tablero. «Me gustan especialmente los de cultura general y los de estrategia», relata la amante confesa de todo lo lúdico. «Cuando viajo, me es un gran plan meterme en una juguetería y preguntarle a los vendedores sobre los juegos nuevos que hay en el mercado. Cada tanto, adquiero alguno que otro», agrega la incipiente coleccionista de 29 años.
Fenómeno local
Por su parte, los hermanos Mantilla hicieron lo suyo para contribuir a este boom en territorio nacional. Agustín, Candelaria y Carolina son Maldón, una empresa familiar que empezó hace 10 años y hoy tiene un catálogo de 12 juegos. «Nos propusimos armar el juego que nos divertiría jugar y así nació El Erudito», cuenta Agustín, que además explica que Liniers fue de las primeras personas en probarlo y se ofreció a ilustrarlo.
Desde entonces, cada uno de sus juegos está ilustrado por un artista argentino distinto. «Esto le da un toque extra, porque pasa de ser un simple juego a un objeto digno de ser exhibido en una biblioteca», explica. Y remata: «El juego de mesa revaloriza el hecho de compartir momentos cara a cara en un tiempo tan de pantallas. Es un poco la contracultura de lo digital».
Las ganas de jugar fueron el motor que impulsó la creación de Geek Out. Ezequiel Wittner, Laura Muollo y Mael Morholt lideran esta comunidad que surgió en 2014 al convocar jugadores, porque no conseguían adeptos en su círculo de amigos. Primero fue un departamento, después una casa, siguieron eventos en la Facultad de Ingeniería y el Centro Cultural San Martín y hoy tienen un local a la calle en Darragueyra 2484.
«En los eventos, vimos la necesidad de empujar la industria local, porque el público no conocía los juegos nacionales. Convocamos a diferentes editoriales a presentar sus juegos y generamos un círculo de difusión», relata Wittner. Así, a la tradición del evento anual, se agregó la entrega del premio Alfonso X al mejor juego de mesa argentino de autor. El flamante portador de este galardón es El juego es en honor a esos mozos que toman los pedidos de la mesa sin anotar y traen todo perfecto. Se trata de una situación muy cercana y divertida», dice Mantilla.
En Buenos Aires, hay más de una alternativa para salir a jugar. Jobs ya es un clásico de Palermo y uno de los bares de juegos más frecuentados de la ciudad, con un menú que abarca a los clásicos de siempre. Distinta es la propuesta de Conexión Berlín, donde el foco está puesto en la experiencia de juego. En este caso, fue la colección personal de Pedro Visintin la que lo impulsó a compartir su pasión y abrir el espacio en Recoleta hace un par de años, al que ahora se sumó una sede en Olivos. «Nosotros te ayudamos a elegir un juego y te enseñamos cómo jugarlo.
- Conexión Berlín
Como curador, trato de abarcar todas las opciones y buscar cosas originales. Hay juegos de pocos minutos, otros que duran horas. Algunos están basados en la suerte y en otros hay que pensar mucho. Hasta tenemos un juego en el que hay que oler perfumes y memorizarlos», cuenta el fundador. Con 33 años, Victoria Oromí, aficionada de los juegos de mesa, se animó a ir con amigos y la experiencia le resultó fascinante. «Descubrimos juegos que en la vida habíamos visto, desde uno en el que tenías que sumar semillas para crear un bosque hasta otro en el que hacías tu propia obra de arte. Se nos volaron las horas y nos pareció una noche para el recuerdo», relata. En el catálogo del lugar hay 800 juegos (con el Drachenhort encabezando la lista de los más jugados) que ofrecen entretenimiento para grupos de todas las edades. «Acá podés ver hasta 3 generaciones en la misma mesa compartiendo un juego. Y eso no es algo que se logra en cualquier lugar», concluye Visintin.
- Drachenhort
Cinco opciones para empezar tu ludoteca
1.Spyfall (El Dragón Azul)
La edición local del juego ruso es para 3 a 8 jugadores. En este party game, hay un espía y todos los demás intentarán desenmascararlo mediante preguntas y acusaciones.
2.Catán (Devir)
El juego de estrategia consiste en colonizar territorio virgen administrando recursos y negociando con los demás jugadores. Se juega de a 3 o 4 y el ganador será el primero en sumar 10 puntos.
3.El Camarero (Maldón)
Un juego de memoria para 2 a 10 jugadores que le rinde homenaje a los camareros de bodegón. El objetivo es recordar todos los pedidos de comida y servir la mayor cantidad de platos con la menor cantidad de quejas.
4.King of Tokyo (Bureau de Juegos)
Los jugadores (2 a 6) juegan con una mecánica similar a la Generala, pero con los dados controlan sus monstruos y compiten por coronarse Rey. Para ello, deberán sumar puntos, garras, energía y poderes.
5. Código Secreto (Devir)
Pueden jugar de 2 a 8 jugadores. Dos bandos de espías, liderados por sus jefes, compiten por descubrir la identidad de los agentes de su propio equipo hablando en código.
Fuente: Olivia Torres Lacroze – La Nación