Por el estrés, el abuso en el uso de las pantallas y otros múltiples factores físicos o emocionales, los trastornos del sueño son cada vez más comunes. De hecho, luego de la pandemia de Covid-19, estos cuadros empezaron a verse con mayor frecuencia, sobre todo en los adolescentes que vieron su rutina alterada. En este marco, la ingesta de suplementos de melatonina, que es la hormona que regula el ciclo de sueño-vigilia, aparece como una de las posibles soluciones. Y, para los casos más complejos, a veces se recetan hipnóticos.
Los especialistas destacan quesibien la melatonina puede ayudar a restablecer la normalidad en el sueño, su administración debe ser supervisada por un profesional para prevenir que su uso traiga consecuencias, como una intoxicación o, si se usa de manera muy prolongada, problemas en el sistema nervioso central. Según un informe del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), que contempló el consumo de melatonina entre 2012 y el año pasado, la ingesta pediátrica aumentó un 530%.
Arturo Garay, jefe de Medicina del Sueño del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas “Norberto Quirno”(Cemic), explica que en los niños la prevalencia de los trastornos del sueño dependerá del rango de edad. Por ejemplo, el sonambulismo entre los 3 y 15 años tiene una prevalencia del 15%, las pesadillas fluctúan en forma importante entre un 10% y 50% entre los 3 y los 5, y los terrores nocturnos oscilan entre el 1% y 5% en ese rango etario. Mientras que el insomnio lo padecen un 30%, sobre todo aquellos que tienen hasta 5 años. Y las alteraciones respiratorias del sueño (como el ronquido, las apneas), se diagnostican en menor proporción, pero no menos importantes, según Garay.
“En resumen, podemos decir que un 25% de la población pediátrica presenta trastornos del sueño. Esta se encuentra vinculada con el aumento de obesidad, accidentes, trastornos de aprendizaje y emocionales que afectan su desempeño social y escolar. Por eso, es muy importante consultar a un especialista. Para que uno diagnostique que una persona tiene insomnio como enfermedad, y no solo síntomas, el cuadro debe tener repercusión diurna, que no es la somnolencia, sino experimentar una sensación de fatiga, tienen más accidentes, etcétera”, afirma Garay.
En los adultos de América Latina, indica, según diversos estudios, los síntomas de mal dormir se presentan hasta en un 60% de la población, por lo que constituye un problema de gran importancia para la salud. “El insomnio en primer lugar y las apneas del sueño constituyen los principales temas de interés, pero otros cuadros como las parasomnias, el síndrome de piernas inquietas son temas de gran impacto, estos últimos sobre todo a edades avanzadas”, subraya.
Andrea Abadi, directora del departamento Infantojuvenil del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco), añade que hay trastornos que están asociados con la conciliación, llamados insomnio de conciliación, que se dan en aquellos niños a los que les cuesta dormirse y que trae muchas dificultades al día siguiente cuando tienen que realizar su actividad escolar por la falta de descanso. También existe la hipersomnia, que se manifiesta en aquellas personas que se duermen durante el día en situaciones no esperables. Otros trastornos se realacionan con cuestiones biológicas, por ejemplo, las de apneas del sueño, comunes en niños pequeños. Mientras que en adolescentes, son muy frecuentes los cambios del ritmo de sueño y vigilia, permanecen despiertos durante la noche y duermen durante el día.
¿Cuándo y cómo deben usarse los suplementos de melatonina?
Garay destaca que la melatonina puede ser en muchos casos necesaria para mejorar los mecanismos de descanso del paciente. Para los niños, su uso siempre debe ser transitorio y monitoreado por un especialista porque interviene en cuestiones hormonales y en funciones de los órganos reproductores, por lo que hay que avanzar con cautela y en bajas dosis. Mientras que en casos de chicos con trastornos del neurodesarrollo se suele dar dosis más altas.
En los adultos, es importante controlar con especial atención a los pacientes que toman anticoagulantes, porque el uso de la melatonina podría aumentar el sangrado. Esa sustancia también, aunque es muy extraño, puede tener toxicidad a nivel hepático.
Garay opina que los efectos que tiene la melatonina, en términos generales, son buenos, solo que hay que controlarlos. “Lo que está mal es que cualquiera indique este tratamiento sin supervisión”, destaca el especialista.
“La melatonina no es un hipnótico. Si el paciente está muy activado y con mucho estrés, por más melatonina que le demos el sueño no va a venir. Los hipnóticos tienen un papel en los tratamientos transitorios, aunque con tratamientos crónicos pueden producir inconvenientes para la salud en general. Pero de todos los insomnes, hay un 30% que no mejora con los tratamientos estándar y necesitan hipnóticos durante un tiempo más prolongado y habrá que ver el momento para retirarlos”, agrega Garay.
María Elena Mazzola, jefa de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni, resalta que la melatonina tiene sus indicaciones particulares dependiendo del caso clínico. “Es una buena elección cuando la persona tiene tendencia a dormirse muy tarde y despertarse también tarde, esto se llama retardo de fase. La melatonina no debe ser administrada sin una consulta médica previa, a pesar de ser de venta libre, y no debe darse en niños prepuberes ya que puede interferir en su desarrollo sexual”, afirma Mazzola.
Sin embargo, la especialista agrega que los médicos que se dedican a la medicina del sueño adecuan el tratamiento del insomnio según su causa, y señala que las guías internacionales promueven las terapias tipo mindfulness y cognitivoconductuales en la mayoría de los casos para evitar la utilización de otro tipo de recursos, como los medicamentos.
¿Cuántas horas hay que dormir, según la edad?
La National Sleep Foundation divide a la población según grupos de edad. Allí señalan que es necesario dormir de 14 a 17 horas para los recién nacidos; 12 a 15 para los chicos en edad preescolar; de 9 a 11, en edad escolar; de 8 a 10 horas para los adolescentes y de 7 a 9, en adultos.
“Mantener una higiene del sueño adecuada significa tener regularidad en los horarios de dormir y de despertar, evitar el uso de pantallas hasta dos horas antes de la conciliación (la Sociedad Argentina de Pediatría indica que los niños menores de tres años no deben tener acceso a las pantallas y los mayores, solo hacerlo dos horas por día) y evitar también el ejercicio físico intenso cerca de la hora de ir a la cama. Además, es importante disminuir el consumo de bebidas estimulantes o cafeinadas y los azúcares, tratar de evitar los estímulos intensos tanto lumínicos, como sonoros y emotivos, en particular antes del horario de la cena”, concluye Mazzola.
Fuente: Alejandro Horvat, La Nación