El psicólogo Gabriel Rolón inauguró 19 un nuevo formato para su ciclo Entrevista abierta, que ya había realizado en teatro: ahora, dada la coyuntura de la pandemia, será por streaming.
El público puede dejar media hora antes las preguntas que quiera formularle y Rolón se encarga de ordenar la tropa de las respuestas a puro galope discursivo. Entrevista abierta comenzó a gestarse hace muchos años en un café emblemático de Buenos Aires: Clásica y Moderna. Su dueña, Natu Poblet –“un ser maravilloso”, define Rolón-, lo invitó a desayunar un sábado y le dijo que tenían que hacer algo juntos. “Lo dijo como decía las cosas ella. Con ese deseo imperativo que generaba un compromiso. Acepté y me puse a pensar qué haría”, recuerda el autor de El lado B del amor. “Se me ocurrió realizar un seminario acercando el psicoanálisis, y así fue que cada sábado a las nueve de la mañana se realizaba esa charla-café”, agrega.
De a poco, las preguntas teóricas fueron dando paso a otras más personales. “¿Una persona enamorada puede ser infiel? ¿Cuál es la diferencia entre el amor y el deseo? ¿Cómo se hace para superar la muerte de un hijo?”, recuerda Rolón que eran algunos de los profundos interrogantes del público. Al tiempo, junto a Carlos Nieto, que oficiaba de moderador, se animó a llevar el formato al teatro. “Él hacía un monólogo de presentación y luego le acercaba el micrófono al público para que preguntara. Eso es Entrevista abierta. El intento de pensar junto a la gente sobre temas que comprometen las emociones humanas”, plantea el psicólogo, conocedor de que siempre la palabra funciona como un bálsamo, más en situaciones dramáticas como las que se están viviendo a raíz de la pandemia. “Hoy, en la realidad que nos toca vivir, nos pareció una buena opción para seguir comunicado con la gente. Cynthia (su pareja) aceptó moderar la charla, leer los interrogantes que la gente envía por chat y construir juntos un momento donde podamos seguir pensando”, se entusiasma Rolón.
-Es de suponer que el tema de la pandemia va a surgir en la mayoría de las preguntas. ¿Por qué crees que todos los temas están atravesados por éste? ¿Es lógico que esto ocurra?
-Es inevitable que ocurra. ¿Cómo no va a sentirse atravesado por este contexto alguien que no puede trabajar, que no puede ver a sus padres o abrazar a sus hijos? Por supuesto que va a surgir el tema. El desafío es no quedar atorados allí. Partir de este presente complejo y abrirnos hacia las cuestiones que siempre nos han atormentado: el amor, la muerte, la soledad o la pasión. Por supuesto que no voy a esquivar las preguntas que aludan a la pandemia y las consecuencias del aislamiento. Cada situación que nos toque vivir merece ser pensada. Ocurre que, después de tantos días, tantas horas de televisión y radio, de tantas voces respondiendo las mismas preguntas, me siento obligado a intentar miradas nuevas. Entrevista abierta no pretende repetir lo ya dicho sino buscar ángulos diferentes desde los cuales mirar esta problemática.
-¿Creés que la gente necesita hablar específicamente en este momento tan particular?
-Los momentos difíciles requieren de la palabra. Cuando la palabra falla aparece el trauma. Un hecho traumático es una situación en la que la angustia o la ansiedad fueron tan grandes que no pudieron ser simbolizadas. Entonces, lo que no pudo ponerse en un relato, en un llanto compartido, se hace carne y lastima, o se hace repetición. Porque lo que no se supera se repite. Y así vamos por la vida teniendo una y otra vez la misma elección equivocada. Como suele decirse, tropezando siempre con la misma piedra. ¿Por qué? Porque la piedra la llevamos dentro del bolsillo y la colocamos delante de nosotros. Para evitarlo hay que poder hablar del dolor. No me extraña que, en esta circunstancia, la gente necesite hablar. Es más, me alegra. A lo mejor, de ese modo podamos mitigar en algo el efecto traumático de esta tragedia.
-Uno de los temas clave en cuarentena es el de la convivencia. Como psicólogo conocés la importancia de la convivencia en las parejas y en las familias. ¿Cómo notás que se evidencia el problema de la convivencia en la cuarentena?
-La convivencia es un tema complejo. Nos cuesta incluso convivir con nosotros mismos. ¿Cuántas veces decimos que no nos aguantamos más? Imaginemos, entonces, lo difícil que resulta convivir con otras personas. Pero si siempre es complicado, en una situación de aislamiento lo es mucho más. Hoy como nunca se hace necesario ser comprensivo, tolerante y pensar que también quien está con nosotros está angustiado y tiene miedo.
-Hiciste una obra como El lado B del amor, a partir del libro, donde está presente el tema de la violencia de género. En esta convivencia se incrementaron los casos y los llamados a la línea contra la violencia de género. ¿Por qué la convivencia forzada puede incrementar la agresión que ya tiene un violento?
-Porque la ansiedad es mucho mayor, y las personas agresivas acostumbran a descargar sus ansiedades de modo violento. Entonces, quienes ya tenían este tipo de actitudes, hoy las tienen más. Y aquellos que podían mantenerlas controladas se han desbordado. Nada justifica la violencia. Deberíamos encontrar un modo sano de viabilizar nuestras tensiones. Pero este aislamiento desnuda algunas cosas y muchos van a comprender que no estaban con quien creían estar. Nadie tiene por qué tolerar el maltrato, y como cultura debemos estar cerca de las víctimas para alojar tanto sufrimiento.
-¿Esta larga convivencia que se produce en las parejas pone a prueba el lado A y el lado B del amor?
-Así es. La tolerancia, la paciencia, el buen humor, el abrazo, esos aromas del Lado A son fundamentales a la hora de pasar bien momentos tan complejos. Y, como dijimos, los costados oscuros del amor también se ven expuestos en esta circunstancia. Lo importante es comprender que no todos los amores merecen ser vividos. Nadie tiene que quedarse junto a quien lo maltrata sólo porque lo ama. Después de todo, si no es sano, el amor no es una gran cosa.
-¿Y el sexo? ¿De qué manera es posible sostener el deseo en un contexto como éste?
-El sexo es una de las experiencias más importantes para salir ilesos de un presente tan angustiante. Porque el placer y la angustia se excluyen. Por eso, los momentos placenteros nos conectan con lo mejor de nosotros. Y a qué negarlo, pocas cosas dan tanto placer como el sexo cuando es compartido entre dos personas que se desean. El sexo requiere del deseo, de la insinuación, del juego. Es un instante lúdico donde por un momento somos carne y fantasía, adultos y niños al mismo tiempo. Una experiencia tan potente que, al menos por un rato, nos hará olvidar que estamos aislados con alguien porque no habrá otro lugar en el que preferiríamos estar.
-Hay como una idea instalada de que hay que aprovechar el tiempo en cuarentena. ¿Sos de los que piensan de esa manera?
-Siempre hay que aprovechar el tiempo porque la vida no es más que eso: tiempo. Por eso, dejar ir el tiempo es dejar ir la vida. No importa si estamos o no en cuarentena, el reloj seguirá corriendo y nos irá devorando. No tendremos jamás todo el tiempo del mundo para cumplir nuestros sueños y jugar nuestros deseos. Por eso hay que vivirlo con intensidad. Y este aislamiento no debe ser excusa para renunciar a vivir. No soy ingenuo. Sé que no es fácil. Pero como seres conscientes de nuestra finitud tenemos la obligación de intentarlo para darle un sentido a nuestro destino.
-Otro tema que está muy presente en este contexto es el miedo a la muerte. ¿Lo tenés? ¿Qué significa para vos la muerte?
-La muerte es el enigma, el abismo, la pregunta sin respuesta. Un tema que genera tanta angustia que fue necesario inventar un Dios, o varios, no importa, para creer que con la muerte no se acababa todo. Porque pensar en eso es insoportable. En lo personal sé que estoy más cerca de mi final que de mi principio e intento no olvidarlo nunca, porque eso me da más ganas de vivir todavía. No quiero morir, pero tampoco quiero olvidar que voy a hacerlo. Si lo olvidara quizás no viviría con tanto ardor cada instante de mi vida.
-El ser humano es el único ser vivo que no acepta su límite como ser biológico porque tiene conciencia de que se va a morir. ¿Qué pasa en ese sentido con las religiones y las drogas? ¿Prometen un más allá y eso convence a muchos?
-No son lo mismo. Las religiones intentan encontrar un sentido posible para algo que no tiene ningún sentido. Son una búsqueda de simbolizar el vacío, de contener la angustia a partir de la fe. No tengo fe, pero sé que es una búsqueda comprensible. Las drogas, en cambio, no vienen a simbolizar ese vacío sino a ocultarlo. ¿Cómo lo hacen? Llenando el abismo de destrucción. Por eso, aunque no soy un hombre religioso ni me ha sido asignado el don de la fe, no dejo de percibir que la religión es el intento del ser humano por no rendirse ante la muerte. En cambio, las drogas son una prueba cabal de que alguien ya se ha rendido.
-En estos tiempos, muchos adolescentes utilizan las redes sociales de manera casi compulsiva. ¿En estos casos es menos factible que extrañen el “mundo exterior” porque pueden continuar con su mundo de relaciones vía la virtualidad informática como antes de la pandemia?
-Es posible. En lo personal, pienso que hay que permitir que lo hagan. Dejar que aprovechen el contacto con la virtualidad para seguir comunicados y cerca de las personas y las cosas que aman.
-¿Crees, como dicen algunos psicoanalistas, que la pandemia es un duelo, en el sentido de la pérdida de un mundo que ya no será el mismo?
-La muerte de un ser querido no es un duelo sino algo que nos obliga a realizar el trabajo de duelo. Una es causa, y el otro, consecuencia. De igual modo, la pandemia no es un duelo sino una situación que nos obliga a duelar lo perdido.
-¿Cómo imaginás la “nueva normalidad”? ¿Cuáles son las cosas que, según tu criterio, se van a ver modificadas y cuáles se mantendrán?
-No lo sé. Me gustaría pensar que, a pesar de los cambios que serán inevitables, no perderemos nuestra tendencia a la amistad, a la cercanía, a escucharnos y compartir nuestros dolores y nuestras alegrías. Seguramente, cada cultura se adaptará de un modo diferente según sus características. Nosotros somos un pueblo cercano. Ojalá no lo olvidemos. Esta pandemia ya nos ha quitado demasiadas cosas. No dejemos que nos quite también las ganas de seguir siendo quienes somos.
-En lo referente a las relaciones humanas, ¿considerás que se van a ver incrementados el miedo al otro y la desconfianza a la proximidad de otra persona cuando termine la pandemia o este proceso se irá apagando en la psiquis humana?
-Seguramente el tiempo traerá un trago del licor del olvido. Aunque jamás olvidaremos todo. Imagino que al comienzo es posible que se tema la proximidad de alguien. Pero no debemos pensarlo como un rechazo. En esta situación, cuando alguien que me ve venir cruza la calle, no me está rechazando, me está cuidando. Si podemos pensarlo como un compromiso de cuidado mutuo quizás podamos resistir la tentación de sentirnos agredidos.
-Desde otra mirada, ¿es posible ver este momento como una bisagra para ciertas personas, como una oportunidad de cambio de cuestiones propias que no les gusten?
-No soy de los que piensan que todo pasa por algo y que en cada cosa mala hay algo positivo. La vida es injusta. Esta pandemia es injusta y muchas personas han perdido mucho sin tener nada que aprender de esta circunstancia. Sin embargo, deseo que los que pudieron, los que no se vieron avasallados por el hambre, la pérdida de trabajo o la necesidad, hayan encontrado un espacio para preguntarse si estaban siendo quienes querían ser. No hay nada más horrendo que mirar hacia adentro y sentir vergüenza de quienes somos.
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Fuente: Ámbito