La primera ola del coronavirus provocó un drástico cambio en los hábitos y costumbres de las personas. El ámbito laboral no fue la excepción y el home office se convirtió en la modalidad que muchos trabajadores tuvieron que adoptar a la fuerza. Esta experiencia dejó una gran enseñanza, tanto para la gente como para las empresas: había una forma distinta de trabajar.
Las estructuras rígidas, los pensamientos conservadores en los puestos de conducción se resistían a incursionar en la materia. Sólo sectores específicos o compañías con dueños con una visión abierta a las nuevas tendencias habían tomado como propia este funcionamiento. Pero la pandemia no dio otra alternativa.
Con varios meses de prueba, se podría decir que esta forma de trabajo llegó para quedarse, más allá de las cuestiones sanitarias. Tanto es así que en las búsquedas laborales, en niveles jerárquicos y medios, los postulantes ponen como condición el teletrabajo, algo que un año atrás era impensado. Incluso, por encima de la cuestión salarial. “La gente no quiere volver a una oficina, ni estar movilizándose con los problemas que hay de tránsito. Se privilegia la calidad de vida. La pandemia mostró que había una forma de trabajar que no era eficiente” señaló a Ámbito Pablo Taussig, consultor y socio de Spencer Stuart Argentina. No sólo los empleados descubrieron que el trabajo desde el hogar, en muchos casos, es más beneficio sino que las empresas también comprobaron que la productividad no se resintió. Al contrario, esta “prueba piloto” forzada demostró que mejoró. El otro factor importante es la reducción de costos por reducir estructuras de oficinas y servicios. Las compañías prefieren hacerse cargo de los costos de internet, computadora y demás elementos para que el empleado se quede en su casa, ya que lo compensan con el ahorro reducir sus estructuras.
Esta nueva demanda se percibe más en personas de menos de 40 años que, obviamente, tienen más posibilidades de elegir. Por encima de esa franja etaria, depende mucho de la situación de cada postulante. Si tienen un respaldo económico pueden hacer valer esa condición. En otros casos, las posibilidades de exigencia disminuyen a mayor edad. Otro punto que marca la diferencia es si quienes buscan trabajo tienen comodidades en la casa para desempeñar sus tareas sin inconvenientes. Por ejemplo, el tema de los hijos es clave. Quienes tienen niños chicos o más de uno prefieren el trabajo presencial como era antes.
Lo que está claro es que hoy se privilegian argumentos que antes no eran una condición concreta, como la libertad.
“Las empresas, tanto en niveles ejecutivos como cargos más bajos, buscan talentos y la gente prioriza más la independencia. No quieren atarse a algo rígido. Muchos buscan trabajar por proyectos determinados a postularse por un cargo dentro de una estructura tradicional” explicó Sofía Scagliotti, directora asociada de Valuar.
Entre los cambios que se produjeron en este campo, desde el inicio de la pandemia, uno de los más importantes tienen que ver con el fin de las fronteras laborales. Son cada vez más las personas que buscan trabajar desde el país para el exterior de forma virtual. Eso les asegura ingresos en dólares. También, desde las empresas, se abrió una oferta laboral a nivel global. “Hay demanda de compañías extranjeras que buscan personal argentino para que trabajen desde sus casas. Saben que tienen un nivel calificado y, por cuestiones cambiarias, el salario puede ser menor al que tengan que pagar en otros países. Es una combinación que beneficia a ambas partes”, agregó Taussig.
Fuente: Ámbito